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Mi móvil suena mientras aguanto con precario equilibrio una montaña de tuppers vacíos que me han caído encima al abrir uno de los estantes altos de la cocina. De esos a los que solo llego si me apoyo con una rodilla en la encimera. De esos que suele usar Hange, la persona a la que desearía patear en estos momentos.

—Mierda —suspiro frustrado.

Desisto en mi intento de atraparlos todos y los dejo caer de cualquier forma sobre la superficie de mármol.

El último de ellos cae en mi cabeza mientras descuelgo la llamada de Eren.

—Tch.

Vaya, ya veo el entusiasmo con el que me respondes comenta Eren al otro lado del auricular.

—Calla, no es eso —me froto el pelo y miro con desconfianza hacia arriba, por si aún queda otro trozo de plástico rezagado dispuesto a atacarme por sorpresa.

¿Es mal momento? —pregunta con cierta preocupación en su voz.

Miro a mi alrededor. A la encimera y al suelo de mi cocina cubierto de tuppers.

—... No, dime —contesto encogiéndome de hombros mientras me agacho para arreglar todo ese desorden—. ¿Qué tal tu examen?.

Creo que bien. Tampoco me he quedado para escuchar lo que han puesto mis compañeros, me apetecía hablar contigo de nuevo —su voz suena algo entrecortada, como si estuviera realizando un esfuerzo mientras habla.

Desde el miércoles, cuando estuvimos en el parque con Moira, Eren ha comenzado a llamarme cuando sabe que ya he cerrado la tienda. La verdad es que a mi no me entusiasma mucho hablar por teléfono, ya que me resulta un tanto molesto si estoy intentando realizar cualquier otra actividad. Sin embargo, reconozco que me gusta escuchar su voz cuando me quiere contar con ese entusiasmo suyo lo que ha realizado a lo largo del día.

¿Qué haces ahora? —pregunta intrigado.

—Limpiar la cocina —respondo escuetamente—. No sabía que en la universidad los exámenes se hacían por la tarde.

Eren suelta una especie de bufido por lo bajo.

He llegado a tener exámenes incluso algún sábado —se interrumpe un segundo para saludar a alguien—. Es un problema, porque me obliga a cambiar turnos en el trabajo y acabo perdiendo clases entre semana.

El sonido ambiental se reduce y no tardo en escuchar el sonido de una puerta, seguido de un nuevo saludo y un suspiro.

Por finsu voz suena amortiguada—. Hoy hace demasiado frío.

De fondo puedo escuchar como una voz ligeramente aguda le recrimina por poner las botas sobre la colcha. Me imagino que Eren se ha dejado caer sobre la cama sin molestarse en quitarse el abrigo ni el calzado, incluso yo tengo puesta una sudadera gruesa dentro de casa.

Hay que ahorrar en calefacción.

—¿Tienes planes para el fin de semana? —pregunto con tono casual.

La mitad de las veces no sé ni que contarle cuando hablamos por teléfono.

Esperaba hacerlos ahora contigo puedo distinguir un tono sugerente en su voz.

Me muerdo el labio mientras intento pensar en algo con rapidez. Eren ha propuesto la mayor parte de los planes hasta ahora, de modo que me siento obligado a llevar la iniciativa en esta ocasión.

TinderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora