Abro los ojos tras apagar la última de mis alarmas torpemente con la mano, provocando que el móvil caiga al suelo con un sonoro golpe. Noto que me duelen hasta las pestañas y apenas he sido capaz de conciliar el sueño durante la noche, ya que no encontraba una postura que me permitiera olvidarme del dolor de los arañazos y el esguince del pie.
No soy un amante de los fármacos, intento soportar el dolor lo mejor que puedo para evitar estar metiéndome tanta mierda en el cuerpo. Siempre te arreglan una cosa pero te estropean otra, prefiero la medicina tradicional, siempre y cuando no se trate de una emergencia. Sin embargo, sé que en esta ocasión tendré que tomarme las pastillas si quiero conseguir levantarme de la cama para ir al trabajo. Si no fuera el único trabajador de mi tienda, probablemente me quedaría en casa al menos hoy para poder descansar un poco, pero llevar un negocio pequeño es lo que tiene.
Consigo ponerme en pie y me dirijo al baño dando pequeños saltitos, es absurdo, pero no pienso utilizar las muletas en casa, son demasiado incómodas y el pasillo es demasiado estrecho, acabaría fastidiándome el otro pie por un tropiezo o algo similar.
Mis ojeras están más pronunciadas que nunca y tengo un morado bastante considerable en uno de mis hombros que me impide levantarlo por encima de mi cabeza. La verdad es que podría haber sido mucho peor, pero no deja de fastidiarme el hecho de tener a mi preciada moto totalmente destrozada en un taller, eso es lo que más me duele, mucho más que la cabeza o el pie.
Noto una humedad en mi pie sano y al bajar la vista doy un respingo porque por un momento se me ha olvidado de que tenemos una perrita en la casa. Me lame el pie mientras mueve al rabo entusiasmada al ver que me he levantado, la muy maldita se puso a llorar y a arañar mi puerta durante la noche cuando la dejé en el salón para irme a dormir. Al final tuve que ceder y abrirle la puerta, pero me negué a subirla a la cama.
Al menos se quedó tranquila cuando le dejé una manta cerca de mi mesita de noche.
—Joder, eres tú —respondo medio dormido a su saludo.
Me agacho para acariciar levemente su cabeza antes de abrir el grifo para refrescarme el rostro. De fondo escucho a Hange hablando con un tono de voz excesivamente agudo, por lo que intuyo que la perrita se ha dirigido al comedor para saludarla.
—¡Enano!, ¿ya estás despierto? —ya empezamos la mañana con la ronda de preguntas obvias.
—¡No! —le grito desde el baño con voz ronca.
Me seco la cara y me dirijo hacia el comedor para prepararme un té negro y unas tostadas, necesito despejarme cuanto antes para evitar llegar tarde al trabajo.
Cuando llego a la cocina, veo que Hange tiene a la perrita sobre su regazo y la está tentando con un trozo de pan que aparta de su boca cada vez que ella hace el amago de morderlo, es jodidamente cruel cuando se lo propone. Sin mediar palabra, le quito la perrita de encima y le lanzo un gruñido a mi compañera. El animal comienza a lamerme la cara pensando que va dirigido hacia ella y, a pesar de lo dormido que estoy, no puedo dejar de pensar en que me acaba de cubrir con sus asquerosas babas.
Joder, seguro que se ha estado limpiando el culo antes.
—¡Tch! —deposito a la perrita en el suelo y le lanzo una mirada asesina a Hange, que mira el espectáculo sin dejar de reírse como si estuviera en una sala de cine, le faltan las palomitas.
—Levi, no la rechaces, pobrecita —le lanzo una afilada mirada de las mías.
¿Acaso pretende darme lecciones sobre cómo criar a un perro?.
—Mira quien habla, la que la estaba traumatizando con la comida —respondo a la defensiva.
—Solo estaba poniendo a prueba sus reacciones —responde ella encogiéndose de hombros.
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Tinder
FanfictionFanfic de Shingeki No Kyojin. AU. Levi es un joven de 29 años con poca vida social que comparte piso con su amiga Hange. Ella, al ver que su amigo lleva bastante tiempo sin pareja, le propone que utilice una aplicación que sirve para conocer gente...