Mi alarma vuelve a sonar, estoy seguro de haberla atrasado ya unas cinco veces. Es la peor manía que tengo, pero al no descansar bien por las noches me cuesta madrugar al día siguiente. Por ese motivo tengo varias alarmas a distintas horas, porque suelo desconectarlas y después darme la vuelta para seguir durmiendo.
Hange decidió utilizar tapones para los oídos cuando vio que era imposible quitarme esta costumbre.
Los ojos me escuecen debido a la falta de sueño, pero si no me levanto ya, no llegaré a tiempo para abrir la tienda. No es que tenga demasiada clientela, pero sí la suficiente para poder pagar el alquiler y la comida a fin de mes. No me haré rico en la vida, eso ya lo sé, tampoco es algo que me llame la atención.
Me preparo un té negro y unas tostadas, siempre desayuno lo mismo. Me da la energía que no recibo durante la noche, por lo que soy un fan incondicional de todos los tipos de té que existen. Hange a menudo se ríe de mi diciendo que debo tener té en lugar de sangre en mis venas, yo le contesto que las suyas deben estar tupidas a base de red bull y bebidas energéticas de mierda que la vuelven aún más desquiciada de lo que es.
Decido revisar mi teléfono antes de salir por la puerta de casa, ya que en el trabajo no le presto demasiada atención. A veces lo apago, ya he dicho que no soy muy sociable. No me esperan cien notificaciones una vez que lo enciendo, ni mensajes desesperados de amigos insistentes. Hange es la que suele escribirme más y siempre con temas relacionados con el piso o la comida.
Veo que tengo un mensaje nuevo en Tinder y abro la aplicación, donde se despliega el chat que se habilitó anoche con el chico guapo. En lugar del típico, hola, veo que ha enviado un gif de un oso pardo que parece que saluda al agitar sus patas delanteras.
Sonrío sin poder evitarlo, algo que rara vez hago.
Quizás por eso no tengo arrugas de expresión, aunque acabarán saliéndome en la frente porque siempre voy con el ceño fruncido.
Me pongo tenso al intentar responder algo a este extraño. Llevo diez minutos escribiendo y borrando porque no quiero parecer un idiota saludando, pero tampoco quiero quedar como un soso.
-Joder, Levi, que solo es un saludo -me digo a mi mismo. Esto se me da fatal.
Al final opto por ser jodidamente simple y responder el típico Hola. Eso sí, con dos exclamaciones, hoy me siento especialmente simpático.
Al levantar la vista hacia el espejo donde tenemos colgadas las llaves me doy cuenta de que tengo una sonrisa estúpida en la cara, decido borrarla. ¿Qué coño me pasa?. Ni que esto fuera la gran cosa, ni yo un adolescente de nuevo. Joder, ni siquiera sonreía en aquel entonces. Vuelvo a colocar mi máscara habitual de impasibilidad, mucho mejor ahora.
Reviso el chat de la chica rubia que me escribió anoche, pero si con el gif de Eren ya me había bloqueado, con ella es aún peor.
Sophie: ¡Hola guapo! ¿Exploramos la ciudad juntos?
Mi mente realiza una traducción instantánea: ¡Hola guapo! ¿Follamos en algún callejón? Sí, soy jodidamente desconfiado, pero no puedo evitarlo, me ha sonado fatal. Suspiro y decido cerrar la aplicación, ya le contestaré más tarde, cuando se me ocurra algo.
La mañana transcurre con bastante normalidad. Realizo varias ventas y en los ratos libres me dedico a limpiar bien los estantes y comprobar que el pedido ha llegado en perfectas condiciones. Mi tienda está como mi piso, sin una mota de polvo, salvo que aquí huele mejor.
Cuando el reloj marca las dos de la tarde, me levanto para echar el cerrojo a la puerta y girar el cartel que indica que está cerrado. Tengo dos horas para comer antes de volver a abrir la tienda a las cuatro.
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Tinder
FanfictionFanfic de Shingeki No Kyojin. AU. Levi es un joven de 29 años con poca vida social que comparte piso con su amiga Hange. Ella, al ver que su amigo lleva bastante tiempo sin pareja, le propone que utilice una aplicación que sirve para conocer gente...