(A/N): He estado un poco desconectado de mis fics, mucho que pensar. Sin más, les dejo el epílogo, corto pero intenso. Advertencia: Demasiado fluff.
Quiero dedicar este último capítulo a Luna de Acero, porque es una bella persona y una gran escritora.
LEVI
Un agudo lamento interrumpe mi sueño. Abro mis ojos, llevo varias noches despertándome cada dos o tres horas, apenas soy capaz de orientarme. El sonido se repite, quejumbroso, insistente, necesitado. Manoteo la superficie del colchón que hay detrás de mí hasta escuchar un quejido.
—Te toca a ti —murmuro con voz enronquecida.
—¿Mmm?
Me giro para encarar a la figura que yace en mi cama. Tiene la sábana tapándole medio rostro y los párpados cerrados.
—Venga Eren. Te toca a ti preparar la leche —digo mientras lo zarandeo un poco.
—Mmm —ni siquiera hace el amago de mirarme.
Chasqueo la lengua y ruedo los ojos, desistiendo en mi empeño de despertar a la marmota que tengo por novio. Retiro las sábanas y siento que se me pone la piel de gallina ante la pérdida de calor. Avanzo medio mareado a lo largo del pasillo, restregando mis ojos para tratar de enfocar mejor lo que tengo delante. Siento que el dedo meñique de mi pie choca con algo, ¡con lo que duele esa mierda!
—¡Joder! —exclamo mientras me froto la zona dolorida.
A veces pienso que la única función de ese dedo es la de chocar con todo cuando uno va descalzo.
Me dirijo a la cocina y enciendo la luz. Me quedo ciego durante unos instantes hasta que diviso el bote con la leche que tengo que preparar. Suspiro fatigado, casi no recuerdo lo que era dormir una noche al completo. Cuando Eren se mudó a vivir conmigo, noté una mejoría bastante notable en mis crisis de insomnio. No desaparecieron del todo, pero se redujeron bastante y me ayudó a adoptar unos horarios de sueño más saludables. Eso era hasta hace unos días, claro.
Estiro mis brazos y escucho como cruje mi columna vertebral. El gimnasio me mantiene en forma, pero noto que el viejo colchón de mi dormitorio comienza a dejarme el cuerpo dolorido por las mañanas. Al menos eso va a dejar de ser un problema pronto.
Compruebo la leche y me dirijo de nuevo al dormitorio, hacia el origen de ese llanto que me desvela por las noches.
Gato del demonio.
Lo tomo con delicadeza entre mis manos y comienzo a alimentarlo con una jeringa. Por supuesto que sabía que al vivir con un veterinario acabaría ampliando la familia de peludos. Este es el tercer gato que tenemos, cortesía de algún hijo de puta que quiso deshacerse de una camada no deseada en un contenedor. Somos como las hermanas de la caridad pero con animales, empiezo a pensar que pronto se nos va a ir de las manos.
Por suerte, Moira se lleva bien con todos ellos. Mi preciosa mestiza de cuarenta kilos que es tan alta como yo cuando se pone a dos patas. Maldito Eren, hace poco me confesó que sospechaba desde el primer momento que sería un perro considerable, él y su humor veterinario de mierda.
Termino de alimentar a la fiera que cabe dentro de la palma de mi mano y lo vuelvo a acomodar entre las mantas que le hemos preparado dentro de un pequeño transportín. Suspiro agotado, sintiendo que mi mente se ha despejado lo suficiente como para darme problemas para conciliar el sueño de nuevo. Miro el despertador de la mesita de noche, todavía me quedan dos horas para levantarme.

ESTÁS LEYENDO
Tinder
Fiksi PenggemarFanfic de Shingeki No Kyojin. AU. Levi es un joven de 29 años con poca vida social que comparte piso con su amiga Hange. Ella, al ver que su amigo lleva bastante tiempo sin pareja, le propone que utilice una aplicación que sirve para conocer gente...