Él no se quería.
Él buscaba la muerte, sin embargo no la encontró, en su lugar halló la felicidad.
Lee Jihoon se paseaba de un lado hacia el otro en su habitación, repasando mentalmente todo lo que le diría a su madre, ya no aguantaba más, tenía que contar todo.
Si bien él nunca fue creyente respetaba las creencias de su propia familia, nunca le había dado problemas o hubiese hecho algo para perjudicarlo, pero poco a poco su familia fue presionandolo en su vida amorosa, querían conocer a su novia. Ese era el problema, Jihoon no tenía novia.
A pesar de que le atraían las féminas también le atraían los de su mismo sexo, en simples palabras él era bisexual, y eso, eso no estaba permitido en su familia, eso era anormal según ellos.
Jihoon había decidido que, cuando ya tuviera un trabajo estable con el cual pagar sus gastos sería el momento de contarles toda la verdad. Poco a poco fue juntando su mesada, estudiando hasta altas horas de la madrugada aunque todas esas noches hayan sido recompensadas con notas ni tan bajas y sobresalientes, aunque sí un poco más arriba del promedio. Trabajando todos los días en un negocio cerca de su casa.
Ya había ahorrado una considerable cantidad de dinero pero de todas formas le faltaba, Ya tenía prácticamente su vida planeada en un sencillo plan pero no contaba con que sus sentimientos le traicionaran, enamorándose poco a poco de su mejor amigo aunque siendo un amor plenamente unilateral. Ya no aguantaba más, esos sentimientos se estaban desbordando en su interior, necesitaba decirlo para así sacarse un peso de encima.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos suaves pero audibles toques en la puerta, era su madre. Rápidamente los nervios comenzaban a hacerse presentes, las manos le sudaban y su corazón bombeaba cada vez con más fuerza. Sentía que en cualquier momento se desmayaría.
Hizo a su madre pasar y ella entró con una sonrisa radiante en su rostro, le indicó que se sentara en una pequeña silla de estambre ubicada frente a su cama y él se sentó en esta última. El silencio se hacía presente en esa habitación, un silencio incómodo.
—Madre. —Le llamó deshaciendose del silencio.—Esto es sumamente importante para mí, por favor, no pido que me comprendas pero al menos no me odies.
—Jihoonie, por favor cómo podría odiar a mi hijo. Dime lo que tengas que decir.
Se aclaró la garganta y tragó saliva. No quiso, más bien, no pudo mirarla a los ojos y ver el momento exacto en el que el pequeño corazón de su madre se trizaba.—Soy bisexual.
Silencio.
Eso fue lo que reinó en la habitación después de la pequeña frase emitida por Jihoon, su madre quedó noqueada, no sabía como reaccionar o responder ante esta revelación, su hijo, su pequeño era bisexual y ella no podía hacer nada para cambiarlo.
Se levantó en silencio y se retiró de la habitación, sin decir absolutamente nada, lo único que se escuchaba en aquella habitación eran los pequeños sollozos de Jihoon. Se sentía devastado, se había preparado mentalmente para cualquier reacción de su madre, cualquiera menos esa.
Los días pasaban y su madre no le dirigía palabra alguna, simplemente lo ignoraba por completo cuando ambos estaban bajo el mismo techo. Jihoon estaba deshecho, poco a poco comenzó a perder el apetito y sus horas de sueño disminuyeron considerablemente. Días, semanas, y un par de meses pasaron, las cosas con su madre todavía no se arreglaban, el pequeño Jihoonie lucía cada vez más demacrado y lo peor de todo es que esos sentimientos por su mejor amigo seguían allí, en su pequeño y triste corazón.
Pero un día todo cambió.
Jihoon se encontraba en la entrada de su casa, después de tener un día agotador (más de lo que él ya estaba acostumbrado) se disponía a encerrarse en su cuarto como todas las tardes, rogando internamente que su madre no se encontrara dentro. Giró la perilla y se topó frente a frente con su madre, ella al principio lo apreció con asombro pero poco a poco su mirada se fue transformando en una con calidez, de las que Jihoon estaba acostumbrado y extrañaba demasiado.
—Jihoonie, querido. Te estabamos esperando, pasa.—Habló su madre ofreciendole una sonrisa que reflejaba ternura.
A paso lento y tímido comenzó a seguir a su madre, ella mientras tanto, tarareaba una canción. Unos cuantos pasos más y ya habían llegado a la sala de estar en donde un hombre un tanto mayor vestía un traje especial para estar en su casa pensó.
—Buenas tardes, debes de ser Jihoon ¿Verdad?.
Afirmó con un tímido movimiento de cabeza y su madre le indicó que se sentara frente a ella, lo cual hizo simplemente por el hecho de que su madre empezaba a sonreír otra vez, tal y como lo hacía antes.
Después de una típica charla entre el Dr. Jung Chin-maeo,al menos con ese nombre se había presentado ante Jihoon y su madre, ella caminó y e sentó al lado de su hijo, tomandole ambas manos mientras le sonreía de manera cálida y fraternal, como antes hacía con él.
—Jihoonie querido, todos los miércoles, asistiremos a la consulta del Doctor Jung para tratar con tu enfermedad. Disculpa el haber sido así contigo, es solo que.—Hizo una pequeña pausa mientras acariciaba de manera tímida las manos de su hijo. —No sabía como reaccionar a tal situación y estos meses me han servido para orientarme y poder comprender que tú sufres de alguna enfermedad mental.
—¿Qué enfermedad? Madre... ¿Crees que... crees que estoy enfermo?
Poco a poco Jihoon sentía como en su garganta comenzaba a formase un nudo y por sus ojos comenzaban a escurrise pequeñas lágrimas.
—¿Acaso piensas que no lo estás?
Sus palabras fueron como ácido para él y lo peor todavía no empezaba.
Sentado en su cama Jihoon repasaba mentalmente lo que hace poco había sucedido en su casa. Su madre práctimante lo había tratado de loco y ahora tendría que ir a un centro de sicología por eso, porque no lo aceptaba como era. Se sentía devastado.
Poco a poco comenzó a levantarse y caminar hasta quedar en frente de la puerta del baño, se quedó uno segundos inmóvil, pensando cuántas veces a hecho lo mismo, cuántas veces se habrá cortado por la ausencia de su madre. Ni siquiera él sabía con exactitud.
Comenzó a levantarse la manga derecha de su jersey gris, los antiguos cortes habían dejado marcas que él mismo comenzó a tocar suavemente. Buscó entre las gavetas hasta que por fin encontró la navaja que tantas veces ocupó. Marcandose una vez más.
Cuatro, cinco hasta diez cortes se hizo esta vez, para olvidar todo lo malo, para ser feliz por unos segundos.
Despertó a la mañana siguiente en el suelo frío del baño, con la misma vestimenta que ayer, solo que ésta estaba decorada con un rojo carmín y del cual había un pequeño rastro que daba inicio en su brazo. Al parecer se había desmayado.
Se duchó lo más calmado que pudo y con delicadeza debido a las heridas que se había causado la noche anterior. Caminó hasta su armario envuelto en un paño celeste y comenzó a buscar algunas prendas cómodas para el día de hoy, a pesar de que llegaría tarde por quedarse dormido. Al final de todo eligió unos jeans negros y otro jersey del mismo color.
Comenzó a bajar las escaleras cuando una voz le llamó. Diablos, ella estaba aquí.
—Jihoonie ¿Por qué sigues aquí? ¿No deberías de estar en la escuela?.
No le responió, solo siguió su camino. Y con un leve susurro al final de las escaleras se despidió.
—Adiós.
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Ámate [K.S.Y L.J.H]
Fanfiction"Lee Jihoon sufre de depresión. Lee Jihoon se odia a tal punto de no querer ver su reflejo." Donde Jihoon necesita amor y Soonyoung es el encargado de devolver esa sonrisa perdida; Donde Jihoon piensa que no es nadie en el mundo sin pensar que para...