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Jun caminaba lo más rápido posible, tratando a la vez, de mandarle mensajes a Jihoon, le había llamado unas diez veces y éste no contestaba. Estaba preocupado, y no quería hacer preocupar a su madre, sabía que no estaban en una buena situación y que prácticamente Jihoon solamente lo tenía a él. Jun lo que menos quería era perder la confianza y amistad que con tanto esfuerzo y dedicación había podido establecer con su pequeño Jihoon.

Una vez que guardó su teléfono en su bolsillo, agarró su bolso y corrió de una manera desesperada hacia la casa de su mejor amigo, le preocupaba que intentase una idiotez.

Pero lamentablemente su velocidad no duró por mucho tiempo ya que una cabellera rojiza se cruzó en su camino provocando una colisión entre ellos, entre Jun y Mignhao.

—¿Pero qué-?.—Jun se iba a quejar, pero al ver con quien se había topado, su nerviosismo se hizo presente, haciendo que olvidase por completo el motivo por el cual el iba corriendo.-Disculpame, no te ví.

Jun se levantó y sacudió un poco sus jeans, segundos después le tendió la mano al pelirrojo con un poco de timidez y rogando internamente de que ésta no estuviese tan sudada como él pensaba.

—No te preocupes, también fue mi culpa.

Minnghao sonrió tímidamente, Jun en cambio, pensó que era lo más hermoso que había visto.

—Hum... ¿Y por qué tanta prisa?.— Minghao le miró un poco curioso, tratando de disimular la boba sonrisa que tenía por haberse topado con el pelinegro solo.

Jun se tomó su tiempo en responder, estaba embelesado con tan magnífico ser, no podía creer que lo tenía tan cerca.

—...Yo corría por...¡Por Jihoon!.— Sus ojos se abrieron de tal modo que parecía un occidental, no podía creerlo, había olvidado a su pequeño por alguien que ni siquiera había entamblado una conversación antes.—Disculpame pero tengo un asunto urgente.—Tomó su bolso y el del pelirrojo, se lo entregó y comenzó a correr de nuevo.

Dejando a un Minghao perplejo.















Tocó la puerta exasperado, gritando a todo pulmón su nombre, cada segundo que pasa era agobiante, ¿Qué pasaría si su Jihoonie hubiese sido capaz de atentar contra su vida?. No podría soportar la muerte de otro ser querido, no en tan poco tiempo, ¿Será que Jihoon pueda romper esa promesa que hicieron hace ya tres años atrás?.

No es posible que Jihoon pueda romperla.

Al no conseguir una respuesta a todos los gritos y golpes que le daba a la puerta decidió ocupar la llave que la madre de Jihoonie le había dado hace un tiempo atrás, cuando empezó a sospechar de la actitud que su pequeño había tomado.

Con manos temblorosas abrió su mochila, sacando libros y cuadernos mientras buscaba la maldita llave que nunca aparecía, revisó sus bolsillos como un lunático hasta que sacó su llavero y buscó la llave correspondiente, al encontrarla torpemente la introdujo en el picaporte y subió rápidamente las escaleras.

Abrió la puerta de un golpe para encontrarse con un Jihoon acostado, con los audífonos puestos mientras se miraba las marcas de las antiguas heridas que se había hecho en su muñeca izquierda.

—Jihoonie.—Se acercó lentamente, cuando estuvo a sólo un paso de su pequeño le tomó la mano extendida y lo jaló hacia él, envolviendolo con fuerza.—¿Por qué no respondías?, estaba hecho un manojo de nervios por tu culpa.

—...Ju-Jun no respiro.

El nombrado soltó un poco su agarre pero no disolvió el abrazo, estaba tan asustado hace menos de cinco minutos que tener al menor entre sus brazos era reconfortante.

Ámate [K.S.Y L.J.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora