Desaparecida.

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La mocosa se dirigía directo hacía mi.
Había decidido salir de la casa para sentarme a la sombra de aquel gran árbol que estaba cerca de la orilla del río para poder leer a gusto y disfrutar del soleado día. Pero mi tranquilidad se vio derrumbada cuando Moon apareció en el horizonte hechando humos por la cabeza. Estaba toda cubierta de lodo y apretaba los puños a su paso.

-¿Qué te pasó?
-No preguntes- me respondió cortantemente.
-Te dije que era una mala idea Moon pero como siempre no me hiciste caso.
-Todo es tu culpa, Toffee.
-Mi culpa?
-Sí. Porque no quisite acompañarme.
-Y por qué debería de haber hecho eso?
-Por que se supone que eres mi guardian y es tu trabajo cuidar de mi.

Aparté la murada de mi libro y lo cerré de golpe. La miré con el ceño fruncido y esperé a que volviera a decir algo pero no lo hizo.

-¿Y por qué debo cuidar de ti?
-Porque yo te lo ordeno, soy tu reina y debes de obedecer cada orden que te doy-.
Eso era el colmo. Me levanté del suelo decididamente y me le puse enfrente. Esta vez ya no me molesté en demostrar mi verdadero enojo.

-Si me lo permites PRINCESA, yo no soy ni tu esclavo, ni tu consejero, ni mucho menos tu guardian. Y tampoco eres reina... aún. Y aunque lo fueras no serías mi reina. Yo no recibo ordenes de nadie y mucho menos de una niña tonta y engreída con aires de superioridad. Que te quede bien claro eso. No me interesa.

-Pues a mi no me interesa que no te interese. Y no te lo estoy preguntando o pidiendo de favor. Te lo estoy ordenando.- me respondió tratando de ocultar que le había dolido mi respuesta.

-Buscate a otro a mi no me molestes con tus caprichos de niña malcriada. Ya estoy harto de ti. - Respondí en un gruñido sonoro, le lanzé el libro que tenía en las manos y me fui.
Le pasaba cualquier otra cosa pero que quisiera mandarme de esa forma tan denigrante... típico de los Butterfly... es eso por lo que luchabamos. Para librarnos de malos tratos y tener libertad. En ese instante recordé el día que la conocí y que hice horas antes. Recordé mi misión. Yo no tenía que estar soportando esos tratos. Yo soy un general. Yo soy quien da las ordenes aquí.

Entre a la casa y azoté la puerta principal al cerrarla. Fui directo a mi habitación y la cerré con llave.
Me senté en la cama y recargué mi frente en mis manos apoyando los codos en las piernas. Suspiré pesadamente y cerré los ojos. Esa niña de verdad que lograba sacarme de mis casillas. No sé en que momento fue que empecé a pasar por alto todos sus insultos y sus berrinches.

Me levante y cerré las cortinas. Me tiré en la cama boca arriba y me quedé pensando un buen rato en todo lo que había pasado los últimos meses desde que Moon me salvó.

Por un momento pensé que le soportaba todo por el hecho de estar agradecido por haberme salvado y darme una oportunidad más de vivir. Pero me di cuenta que ese no era el motivo.

El día entero de me fue en esos pensamientos. Cuando me dí cuenta ya era bastante noche.
Me levante de la cama y salí de mi habitación. Me sorprendió ver que las luces de toda la casa estaban apagadas. las prendí y fui a la puerta de la habitación de Moon. Toqué un par de veces pero no recibí respuesta. Después de un par de minutos abrí la puerta y me encontré con una profunda obscuridad. Al igual que en el resto de la casa, Moon no estaba aquí.

-Moon deja de estar jugando y sal ya. Tenemos que hablar.- de nuevo nada.
Extrañamente comencé a preocuparme. Era más de medianoche y Moon jamás había estado fuera hasta estas horas. De hecho jamás había estado fuera de los alrededores de la casa nunca.

Rápidamente salí a buscarla. Me interné en la obscuridad del bosque y traté de buscar alguna pista o algo que me dijera que se encontraba cerca o mejor aún, que ella estaba bien.  Trepé a los árboles para tener mejor vista del lugar, por fortuna la luna llena iluminaba perfectamente todo a mi paso.

A cada paso mi preocupación iba creciendo más y más. No podía dejar de pensar el por qué me sentía así.
-Si se trata de un juego juro que ahora sí esa niña sabrá quien soy-.  Pensaba con el ceño fuertemente marcado.

A lo lejos escuché un ruido y me detuve para prestar más atención. Un par de fuertes pisadas se iban alejando muy despacio.

-Tú crees que podamos negociar algo con los reyes?
-La han estado buscando por meses por supuesto que podremos obtener algo muy bueno de esto.
-Pero, no crees que piensen que nosotros la secuestramos? No fue buena idea que la golpearas de esa forma. Podrían matarnos.
-Por eso hay que saber que decir, imbecil. Tú confía en mi y verás que todo saldrá bien.

Cuando la luz de la luna me permitió ver mejor me di cuenta que eran dos monstruos, eran grandes y pesados. Parece que son trolls. Uno de ellos llevaba cargando algo en su espalda. Por un momento pensé que era un costal hasta que pude divisar el cabello celeste de Moon que se mecia con el andar del troll. Estaba inconciente. Sigilosamente los seguí hasta que de detuvieron en un pequeño campamento que ellos mismos se habían montado. El que traía a Moon cargando la dejó caer en el suelo. Sonreí al imaginar la cantidad de insultos que le lanzaría ella si estuviera despierta ante tal acto.

-Ve al rio por agua.- ordenó el troll que parecía ser el que mandaba.
El otro sin poner objeción se fue refunfuñando a lo lejos pero obedeciendo las ordenes de su superior.
Aprovechando que  el troll estaba distraido me acerqué lentamente a Moon y vi que le habían amarrado las manos.
Busqué algo que me permitiera desatarla pero lo único que encontré fue un pedazo grande de tronco. Supe lo que tenía que hacer de inmediato. Tenía que arriesgarme ahora antes de que el otro regresara. Tomé el tronco y me escabullí detrás del gran troll que estaba incado buscando algo en una bolsa de tela. Alzé los brazos y con toda mi fuerza le di un golpe. Este cayó con fuerza al suelo inconciente.
Rápidamente me di la vuelta y tomé a Moon. Sabía que se enojaría por la manera en la que la cargaba pero ahora no había tiempo para detenerse a pensar en eso. La cargué como un costal sobre mi espalda y corrí lo más rápido que pude alejandome de ahí. Por fortuna Moon era pequeña y muy ligera asi que no fue un impedimento para que escapara rápido.
Podía sentir al otro troll detrás de mi pisandome los talones, buscando a quien se había llevado su gran tesoro. A su paso iba cortando ramas de árboles y lo que se le pusiera enfrente con lo que imaginé era una gran espada filosa. Gritaba, maldecia y amenazaba.

Corrí y me escondí al rededor de media hora y volví a correr, cuando por fin pude ver en el horizonte nuestra casa supe que estabamos a salvo.
Di un enorme suspiro tratando de recobrar el aire que me faltaba y entre con Moon en mi espalda.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora