14. Escapada navideña [Parte 2]

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—Esto es realmente educativo —dice Blaze luego de haber presenciado cómo me preparaba—. Nunca sabes las cosas maravillosas que puede hacer tu cuerpo hasta que conoces a alguien homosexual.

—No me hagas reír cuando estoy excitado —digo, poniendo la botella de lubricante a un lado sobre la mesa de noche, gateo hasta donde está sentado y me siento sobre su regazo—. ¿Por qué de repente tu acento es más fuerte?

En estos últimos minutos en los que ha estado mirándome ha soltado insultos en italiano y frases que no entiendo. Ahora que ha cambiado a mi idioma, aun quedan rastros del acento italiano, como si se acabara de mudar a los Estados Unidos. Me recuerda mucho a como hablan Aldo y su padre.

—Mi acento tiende a notarse cuando estoy nervioso —murmura él pasando su mano a través de mi cabello—. Nunca he estado con un chico antes... creo que me estoy avergonzando aquí ¿No es así?

—El sexo es o muy superficial o muy profundo, ves todo o nada, ves algo nuevo o lo de siempre —le digo, poniendo mis manos sobre sus hombros para masajearlos suavemente—. Realmente no me molesta que me muestres este lindo lado avergonzado tuyo cuando todo lo que veo en casa este gran hombre seguro de sí mismo... amo a ese hombre, pero esta parte de ti... digamos que también la quiero para mí.

—Eres tan egoísta —él se ríe, dejando luego un beso en mi cuello.

—Pero así me deseas.

—Amo ese descaro tuyo, la verdad.

Nos besamos y tocamos durante unos segundos, antes de que lo empuje sobre su espalda en la cama. Me siento a ahorcadas en su regazo y deslizo mis manos sobre su pecho bien formado que se ha convertido en mi obsesión personal. Tomo sus muñecas y las sujeto, llevándolas sobre su cabeza. Él suelta una risa burlona, pero me inclino y tomo su labio entre mis dientes para detenerla. Lo hago mantener sus brazos arriba, soltándolos dejo mis manos abajo y comienzo a moverme contra su erección. Lo veo cerrar los ojos y disfrutarlo. Sonrío para mi mismo pensando en que hace un año él me había rechazado, diciendo que no podía corresponderme.

Que rápido pasa el tiempo y que bien funcionan mis planes.

Tal vez no lo conquisté apropósito, pero una pequeña parte de mi quería que Blaze me viera como parte de él. No de una manera enferma y obsesiva, pero como parte de su familia. Quizá el que esté loco sea yo, pero después de todo, aquí estoy.

—¿Puedo hacerlo? —susurra, arqueándose contra el colchón.

—¿Listo?

—Joder, sí.

—Bien.

Inclino mi cuerpo sobre el suyo y levando mi trasero mientras él se toma su tiempo para entrar en mí. Cuando empuja dentro de mi cuerpo con desesperación, suelto un gemido ahogado seguido de una maldición, cierro los ojos tratando de acostumbrarme a su tamaño, porque no es nada pequeño y ha pasado algún tiempo para mí. Él me da la vuelta y me coloca sobre mi espalda, luego empieza a mover las caderas pausadamente, arrancándome pequeños gemidos. Me sujeto de su ancha espalda y no me preocupo por lo que pensará... quiero que él mire en lo que me convierte.

Oírlo gemir y verlo tan desesperado, apretando su mandíbula mientras se mueve, sentir la manera en que sus dedos rasposo aprietan mis costados y me empujan una y otra vez contra él se ha vuelto mi postre favorito. Es maravilloso pensar que este hombre está perdiendo su cordura por mí.

No soy un santo, fui criado muy bien pero a veces tengo el deseo de controlarlo todo y aunque sé que no puedo, aun tengo esperanzas. Nunca quise controlar los sentimientos de Blaze hacia mí pero de alguna manera todo terminó yendo a mi favor. Hoy es el día en que puedo ver la máscara de Blaze terminar de caerse, por mi, por la persona que soy... este momento es perfecto y mataría a cualquiera que se atreviese a decir lo contrario.

Blaze | Cavalcanti 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora