Blaze hizo todo para que volviera a la universidad tan pronto como las vacaciones de invierno acabaron. Justo en ese momento, él empezó la investigación de la que había hablado. Como Aldo se quedaría un tiempo más en Estados Unidos, empezó a trabajar de niñera para nosotros, lo que nos ayudó mucho. Los primeros días fueron difíciles para Rose y Aldo —sobre todo para Aldo—, pero ella logró adaptarse bien luego de un tiempo, hasta llegó a tenerle cariño a Aldo. A Blaze no le complace pero no tiene opción, él también está muy ocupado como para hacerse cargo de ella.
Pero hoy, mientras hablo con mis amigos y camino por luego de haber salido de clases, diviso el auto de Blaze en el estacionamiento y alzo las cejas buscándolo por todas partes. Cuando las chicas empiezan a susurrar detrás de mí, me doy la vuelta nada más para encontrarlo allí parado entre ellas, con Rose en brazos, ambos usando lentes de sol y chaquetas de cuero. No puedo entender como un hombre adulto y serio como Blaze pudo escoger atuendos combinados con una niña de nueve meses, pero eso solo lo hace más adorable
—No dijiste que vendrías por mí —le digo.
—Se supone que es una sorpresa —él me sonríe—. Queremos invitarte a comer.
—¿Por qué será? —alzo las cejas.
—Feliz cumpleaños, papi —dice Blaze, hablando por Rose quien estira sus brazos hacia los míos.
Yo la cargo en mis brazos y ella me llena de besos la cara. Ha crecido mucho, ya con nueve meses balbucea algunas palabras y gatea bien, incluso quiere pararse por sí misma. Estoy orgulloso de nuestro desempeño como padres hasta ahora, ella está sana y está creciendo como se debe. Puedo decir que este plan, por esa parte, está yendo genial. Aunque tengo miedo de parpadear y verla graduándose.
Blaze se inclina hacia mí y me besa en los labios luego de entregarme a la niña; yo le había dicho que quería un cumpleaños normal y tranquilo, con una tarta en casa, solo él, yo y mi pequeña. Pero resulta que la semana de la moda empieza justamente el día de di mi cumpleaños. Cuando se los dije a mis amigos casi me mataron preguntando los detalles de cómo Blaze consiguió los boletos, los cuales no les pude dar porque no tenía idea.
—Bien, almorzamos con Rose y luego... tienes una cita en un spa —él saca de su bolsillo una tarjeta elegante con el nombre de cierto spa conocido de Nueva York—. Y luego iremos de compras.
—De acuerdo, ¿Me parece a mi o me estás consintiendo porque te prohibí consentir a Rose? —yo lo miro alzando las cejas, tratando de esconder mi emoción—. Dios ¿Puedes dejar de ser tan complaciente y jodidamente lindo? Arruinas mis planes de mantenerme humilde ¿Cómo se supone que no presuma la maravilla de esposo que tengo?
—Supongo que no tienes opción —él se encoge de hombros y tira de mi brazo más cerca—. ¿Nos vamos? Tenemos una cita en un restaurante bastante prestigiosa, no podremos almorzar si la perdemos.
—Ugh, te odio —digo, con grato desagrado.
Él me lleva a un restaurante en la Quinta Avenida, Sutton's se llama, es cierto, es bastante prestigioso y ya he venido aquí antes pero nunca a almorzar. Amo la comida del chef Sutton aun así, su menú es realmente variado y bueno y para ser un restaurante caro, el ambiente es muy familiar, sobre todo con las margaritas adornando cada mesa. Blaze conoce al dueño y chef, pero la última vez que vinimos no pudo presentármelo. Una pena, yo quería conocer al guapo hombre que sale en las revistas.
Escogemos una mesa en el fondo y uno de los meseros trae una pequeña sillita para niños donde sentamos a Rose. Sorprendentemente ella aceptar sentarse con tranquilidad en vez de hacer un berrinche, como las últimas veces que fuimos a cenar. Luego de que el camarero toma nuestra orden, Blaze toma mi mano sobre la mesa y besa todos los nudillos de esta. Me muerdo el labio para evitar fruncirlos e inclinarme hacia él y besarlo por todas partes.
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Blaze | Cavalcanti 2 |
RomanceEl pasado de Blaze era oscuro y su corazón estaba lleno de heridas, así que me propuse curarlo. Yo no sabía en lo que me estaba metiendo. Mientras más cosas descubría sobre él, sin importar que tan malas fueran, más atado y atraído me sentía hacia...