6. Rose

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Me despierto porque alguien mi zarandea por los hombros con brusquedad y cuando abro los ojos me encuentro con Blaze mirándome fijamente desde arriba. Frunzo el ceño y él me hace señas para decirme está pasando «Tienes que levantarte y vestirte ya, nos vamos, nos vamos ahora, apresúrate». Mueve sus manos con torpeza, está nervioso, eso lo puedo decir, pero no cuestiono nada y me apresuro a salir de la cama para tomar unos pantalones cercanos, una camisa, mis zapatos y mis aparatos que descansan sobre la mesa de noche. Cuando me los pongo, lo puedo escuchar en el baño, hablando por teléfono con alguien y pidiéndole que nos reserve dos boletos de avión hacia Nueva York al instante. Y entonces sé lo que está pasando inmediatamente, mi corazón da un vuelco cuando me doy cuenta.

Rose viene en camino.

—¿Cuándo? —interrogo en cuanto él sale del baño, él ya tiene todo empacado, solo hace falta salir del hotel.

—Papá me llamó hace media hora, me di el tiempo de empacar todo para que pudieras levantarte y vestirte y solo salir... —él mira su celular una y otra vez—. Los doctores adelantaron la cesárea, al parecer hay problemas, no lo sé, tenemos que irnos ya porque puede que una de las dos no lo logre.

—¿Tenemos el derecho de elegir entre la vida de la una y la otra? —interrogo casi con lágrimas en los ojos.

—Elisa no tiene familia y está en el registro que es la viuda de Gennaro quien es mi padre biológico y mi tío legalmente, sí, tenemos el derecho, o eso creo... —Blaze resopló—. Es difícil porque no siento que merezco decidir si ella vive o no pero si me dan la libertad de escoger entre ella y Rose, voy a escoger a Rose.

—Me alegra —murmuro—. No quiero sonar rencoroso pero esa mujer fue muy mala, ni por un momento pensaría en salvarla.

—Entiendo ese sentimiento —Blaze asiente—. Tenemos que irnos ya.

Los dos corremos fuera del hotel tan rápido que casi olvidamos el equipaje. Por suerte, nuestro viaje hacia el aeropuerto sale bien y el vuelo no tarda en salir, tuvimos que tomar el último en clase regular y nos quedamos con los peores asientos pero por lo menos llegamos. Durante todo el viaje no dejaba de moverme y mirar por la ventanilla como si el avión fuera a volar más rápido solo por eso. Blaze estaba quieto pero a veces nuestras miradas se cruzaban y sabíamos que solo estábamos preocupados, así que él solo tomó mi mano y no la soltó hasta que el vuelo aterrizó.

Cuando llegamos a Nueva York, Harun nos estaba esperando. Él fue tan amable de llamar a un taxi para nosotros y tenerlo listo para lanzarnos hacia el aeropuerto lo más rápido posible. Blaze no paraba de hablar por teléfono con su padre, algunas veces hablaba en italiano por la desesperación así que yo no podía entender casi nada pero según Harun, Elisa estaba ya en el quirófano desde hace mucho tiempo y los doctores aun no tenían noticias.

Al fin Blaze soltó el teléfono mientras ambos estábamos metidos en un embotellamiento y me miró sin decir nada.

—¿Qué ocurre? —me apresuré a preguntar tomándolo por los hombros—. ¿¡Ella está bien, le sucedió algo!?

Blaze | Cavalcanti 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora