Prólogo

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Era una mañana lluviosa. Alexandra, una muchacha de pelo negro y rizado con ojos verdes oliva, se encontraba en una habitación del sótano junto a sus dos mejores amigos Mateo y Paula. Estaban experimentando con cables viejos y artefactos inútiles. Querían lograr lo imposible... Crear una máquina del tiempo.
-Ya está, una perfecta máquina del tiempo
-Y cómo se supone que funciona esta cosa
Alexandra se encogió de hombros y empezó a darle a los botones y se metió dentro.
-Venga, meteos
-Está cosa, con la lluvia que hay te va a dejar más que frito
Ella rodeó los ojos y miró a Mateo que también se negaba a ir.
-Por favor, además esto funcionará a la perfección
-Lo siento, pero podemos intentarlo mañana en la tarde
Alexandra suspiró pero cuando iba a salir un relámpago calló en la antena y todas las luces comenzaron a encenderse como soles, la puerta se cerró, dejándola encerrada allí adentro. Mateo y Paula intentaban apagar todo hasta que una fuerza para el tiempo y el espacio. Solo se escuchaba la máquina apunto de funcionar y la respiración y palpitación de la muchacha, que no se creía lo que veía, segundos después se desmayó, quedando encima de un pasto verde, en dónde la luz de la madrugada, llegaba de cada hueco de cada árbol procedente del misterioso valle en dónde se encontraba, y apenas sintió, cuando un hombre la llevaba hasta una casa, en dónde su vida quedaría sellada a su piel para siempre.

Crónicas de la torre y el misterio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora