Doble Cara

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Ella abrió los ojos, estaba aún metida en la máquina que se había cerrado gracias a un cortocircuito. Alexandra dio un codazo bastante fuerte al pestillo. Al los pocos intentos consiguió abrirlo, y calló bruscamente al suelo.
-Amiga, ¿Estás bien?-preguntó Paula preocupada por su amiga
Ella asintió algo cansada y se levantó como pudo.
-Creo que es demasiado peligroso, con lluvia a no, nos podría matar, es mejor desarmarla para que no nos riñan y ya veremos otra forma
Los dos la miraron incrédulos pero al final asintieron.
***
En la mañana siguiente, Alexandra llegó tranquila al colegio, ya había olvidado todo, o al menos lo intentaba. Las clases fueron como siempre, salvo por el hecho de ella se sentía vigilada pero no veía no sabía por qué o por quién.
-Alexandra ¿Te sientes bien?
-Sí solo que todavía estoy algo afectada
Mateo asintió algo dudoso, ella sabía cómo fingir una sonrisa y lo hacía a la perfección pero en sus ojos se notaba que estaba nerviosa y tenía miedo.
Ella llegó a su casa, pero no se podía concentrar, todavía sentía unos ojos  encima.
Alexandra cansada se fue al balcón a respirar un poco de aire, cuando siente una mano sobre su hombro derecho, ella se da la vuelta y divisa la sonrisa inocente del elfo.
-Con que tú eres la sombra que he tenido hoy, pues no hace gracia
-Tienes que volver
Ella negó y se fue a su habitación, quería al menos apartarse de las miradas de todo el mundo.
-Vamos, has de volver
-No pienso ir a ningún lado, este es mi mundo, aquí mando yo
Él se puso serio y desapareció. Ella maldijo en lo bajo y se tendió en la cama, todavía sentía unos ojos en ella, estaba muy nerviosa y no podía concentrarse con nada si alguien la vigilaba.
En la mañana, por fin pudo dormir, pero por mucho que sus padres la intentaban despertar ella no podía, pero al final se levantó. En la escuela estaba muy nerviosa y eso se notaba. Paula y Mateo estaban preocupados por ella, pero Alexandra decía que no le pasaba nada, y sacaba su típica sonrisa inocente.
Pasó un semana, ella no aguantaba, pero se negaba a ir, a pasar que este le hacía la vida imposible.
Llegó el fin de semana, por fin iba a estar algo más tranquila.
-Eres muy débil sabes
Ella se levantó bruscamente.
-Tú tampoco vas aguantar mucho tiempo, no te vas a quedar toda la vida aquí
Él sonrió y se sentó en la cama, a pesar de la fulminante mirada de la joven.
-Vivo más que tú, puedo irme después de que tú mueras y tener el mismo aspecto
Ella iba a quejarse pero se calló, tenía razón, podía estar toda una vida así, y a eso ella no aguantará.
-Está bien, acepto
Él volvió a sonreír y abrió el portal ella entró en este y todo el tiempo y el espacio se volvió a parar, detrás de ella entró el elfo, con una sonrisa de triunfo.
Ella se quedó dormida en su antigua cama, y todos ya estaban más tranquilos, incluso ella misma, al no sentir la acosadora mirada de algo o alguien.
Alexandra despertó bastante tarde, ya que apenas durmió esos días en su mundo.
Subió hasta las almenas, en dónde se hallaban todos. Detrás de ella iba Dana, con una sonrisa amistosa de que está hubiera vuelto.
Alexandra pegó a la puerta y escuchó cómo esta se abría y la recibían con una sonrisa cálida y llena de añoro.
-Has decidido volver
-No tenía opción
En la sala se escucharon algunas risas y los que no reían al menos sonreían.
-Bien, pues te puedes retirar, al parecer el destino pronto llegará, no crees
Ella sonrió y salió de la habitación para volver a estudiar. Ya que estos libros se le hacía ya más fáciles que los que tenía en su mundo, por lo que no dudó en empezar. Se tiró en la cama y se puso a leer de nuevo, con una gran sonrisa, por aunque se negaba volver, por dentro tenía unas ganas enormes de volver, al fin y al cabo era su destino.

Crónicas de la torre y el misterio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora