Capítulo 12

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Me han dado el alta, mi padre me ha venido a buscar en el auto, me sacan con silla de ruedas, aunque si puedo caminar.

—Vayámonos a casa —dice mi padre. 

Conduce en silencio hasta llegar, y me ayuda a subir a mi habitación.

Todo está tal cual como lo deje hace una semana.

Mi padre me informo que la audiencia se pospuso hasta que los abogados se pongan de acuerdo y vuelvan a re-programarla, por ahora estoy en casa, no puedo ir a la escuela y no he sabido ni de Jenny, Alex o Hunter.

Hunter nunca volvió con la enfermera, luego que despertara lo espere, pero nunca más volvió a aparecer, pasaron los días y Hunter no volvió a visitarme en el hospital. Solo mi padre volvió a pedirme perdón, pero estaba muy enojada como para perdonarlo y aún lo estoy.

No sé qué fue lo que paso, no sé porque Hunter no volvió, ¿fue porque dije que lo quiero? ¿fue por mi padre? ¿fue por mí? La incertidumbre me come, pero no tengo como llamarlo, no tengo móvil desde que me lo robaron. Además, ni Jenny, ni Alex se aparecieron por el hospital y no entiendo por qué.

Alguien toca la puerta, mi padre entra con una bandeja.

—Te he preparado la cena —dice con media sonrisa.

Deja la bandeja sobre la cama.

—Sopa de espinaca, tu favorita.

—Gracias —respondo seca.

Va a tomarme la mano, pero lo esquivo.

—Sam, sé que aún estás enojada y de verdad lo lamento mucho.

—No quiero hablar ahora papá, te agradecería que me dejaras sola.

—Sam...

—Hablo enserio.

Exhala —Está bien, estaré en la sala, si necesitas algo avísame.

Sale de la habitación.

Miro la sopa y la dejo a un lado, lo que menos quiero es que mi padre crea que puede arreglar las cosas de está manera, además no es conmigo con quién debe disculparse, es con Hunter.

¿En dónde estará? ¿Por qué nunca volvió al hospital? Me prometió que volvería. ¿Por qué no lo hizo?


El domingo me levanto a pesar de que debería permanecer en cama, pero me aburre estar sin hacer nada y más encima incomunicada, necesito saber sobre mis amigos.

Me visto para ir a la prédica y bajo cuidadosamente las escaleras.

— ¿Qué haces en pie? —pregunta mi padre al verme —debes estar en cama Sam.

—Iré contigo a la prédica.

—Puedo ir solo, no te preocupes, les diré a los asistentes que aún no te encuentras bien.

—Ya me encuentro mejor e iré contigo quieras o no.

—Sam...

Antes que diga algo salgo hacia el auto.

Mi padre me sigue desde atrás, me mira dudoso antes de abrir la puerta.

Conduce hacia la iglesia, cuando llegamos los asistentes me saludan y de paso veo a Jenny junto a sus padres, se me acerca corriendo.

— ¡Sam! —exclama eufórica — ¡Sam por dios!

Quiere abrazarme, pero la hago a un lado.

— ¿Sam, está todo bien? ¿Qué pasa? —frunce el ceño.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora