Capítulo 31

187 27 5
                                    

Siento un zumbido dentro de mi oído. Veo luces a varios metros, pero no las distingo bien.

— ¡Hunter! —exclama alguien — ¡Joder fundiste el motor! ¡Hunter! ¿Me escuchas? ¡Mierda! estás herido.

Veo que el capot está hundido y el parabrisas hecho trizas. Delante de mis narices el tronco y raíces de un árbol que salió de la nada y se interpuso en mi camino.

Alguien me intenta sacar del auto, pero apenas puedo moverme.

Los siguientes segundos son de dolor e incertidumbre. Escucho las sirenas de la policía e intento no desvanecerme, por que si lo hago no sé como saldré de aquí.

Luego de unos segundos de confusión me encuentro dentro de otro auto que conduce a toda velocidad. No se como llegue hasta aquí y no se quien conduce, pero deduzco que debe ser Jimmy.


He estado media hora sentado en la camilla del hospital. Mientras una enfermera intenta quitarme los pedazos de vidrio que se incrustaron en mi frente. Ahora con la mente más clara y ya sin zumbido en mis oídos puedo entender como llegué hasta aquí.

La enfermera me pone puntos y luego me parcha.

—Te traeré analgésicos para el dolor de cabeza —dice.

—Ya estoy bien.

—No, quédate aquí.

No le hago caso y me levanto.

Intenta detenerme pero le quito las manos de encima.

—Dije que estoy bien.

No me agradan los hospitales, pero en especial este. Aquí fue a donde trajeron a Sam la última vez, cuando se desmayó en pleno juicio. Donde admitió que si sentía algo por mí.

Salgo rápido de aquí, Jimmy y sofia me esperan a la salida. Me llevan a casa.

El camino es en silencio, nadie se atreve a hablar. Ni yo. Tampoco se quien fue quien ganó la carrera, obviamente yo no.

Cuando llegamos a mi departamento veo que mi auto esta en la cochera, hecho polvo. Todo lo que hicimos con Jimmy ha quedado destruido. El capot es una literal mierda, ya no queda parte del parabrisas, ni las luces delanteras, toda la pintura está rallada y apenas se distinguen las flamas rojas.

—Tendré que volverlo a reparar —digo mirando a la bestia que ahora es solo chatarra.

— ¿Qué? —exclama Sofia. No se ha querido despegar de mí desde el hospital —no Hunter, casi te matas, no puedes volver a conducir.

— ¿Porque no? esto fue solo un rasguño —apunto el parche de mi frente.

Quede con más rasguños y cortadas en los brazos, pero nada que no se cure.

—No quiero admitirlo, pero Sofia tiene razón —dice Jimmy —sobreviviste, pero eso no quiere decir que corras con la misma suerte desde ahora.

Me cruzo de brazos.

— ¿Acaso se pusieron de acuerdo para estar en mi contra?

—No estamos en tu contra, amigo —dice Jimmy —solo cuidamos de ti.

—Si claro.

—Hablo enserio, Hunter. Mírate, tienes un parche en la cabeza y heridas en los brazos. Piénsalo, las carreras quizás no son lo tuyo.

Los miro enojado.

—Ustedes no me dirán que hacer —exclamo molesto y me dirijo a mi departamento.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora