Capítulo 17

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Intento no caerme, pero cojeo. Tengo moretones por todo el cuerpo.

Jenny me da a beber sorbos de bebida energizante, pero no puedo beber en este momento. Ya he recobrado el sentido y se lo que debo hacer.

Voy hacia la calle en busca de un taxi, pero mis dos amigos me detienen.

— ¡Sam! ¿Qué haces, a dónde vas?

Llevo el dinero de lo que he ganado en mi chaqueta, un fardo grande de billetes que solo tienen un único fin.

—Voy por Hunter.

— ¡Sam! —Alex me detiene —vamos a vendarte primero, estas sangrando.

—No —lo hago a un lado —Hunter me necesita, lo sacare de la correccional esta noche.

—No —lo hago a un lado —Hunter me necesita, lo sacare de la correccional esta noche

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Hago parar a un taxi y abro la puerta. Ambos me quedan mirando, le digo al chofer que me lleve a la estación de policía más cercana. Cierro la puerta y mis amigos desaparecen en la noche mientras el taxista se dirige a unas calles.

Me bajo cojeando y afirmo el dinero como si se me fuera a escapar.

Camino hasta la estación y entro.

Veo a varios policías en sus cubículos, otros llevando documentación y algunos atendiendo a personas.

Me acerco a uno de ellos que está sentando escribiendo en su computador.

—Vengo a pagar una fianza.

El hombre alza sus ojos hacia mí y al ver mi rostro queda sorprendido.

— ¿Qué te paso muchacha? ¿Por qué estas herida?

—Yo solo he venido a pagar una fianza —esquivo su pregunta.

Frunce el ceño — ¿Fianza de quién?

—Hunter, lo encerraron hace poco en la correccional.

— ¿Su apellido?

—No lo sé, solo sé que se llama Hunter y quiero pagar su fianza.

— ¿Quieres pagar la fianza de un tipo que no sabes cómo se llama? —se cruza de brazos — ¿Por qué no me dices mejor porque estás aquí y quien te ha hecho esas heridas?

—Nadie.

— ¿Nadie? —alza las cejas — ¿acaso te asaltaron o alguien te golpeo?

—He dicho que nadie y estoy aquí porque quiero pagar una fianza, estoy en mi derecho de hacerlo y quiero hacerlo ahora.

El hombre me mira curioso y serio.

—Buscare en la base de datos si es que existe un tal Hunter, pero luego me dirás qué diablos le paso a tu rostro ¿está bien? —se acerca y teclea en su ordenador.

Me siento a esperar, mientras intento limpiarme la sangre que hay en mi rostro con la manga de mi camisa. Se ha formado una costra en la frente y en el labio y puedo abrir muy poco mi ojo derecho.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora