Capítulo 20

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— ¿Con Hunter? —mi padre alza las cejas. Ha pasado por alto todo lo que le he dicho, menos cuando he nombrado a Hunter.

Estamos desayunando, hoy es viernes, mañana es la boda de Sonia.

— ¿Te ha invitado? no pensé que Sonia se fuera a casar.

—Pues yo tampoco, pero me han invitado ¿puedo ir?

Deja el diario sobre la mesa.

— ¿Realmente quieres ir Sam? No conoces a nadie.

—Pero los puedo llegar a conocer. Además, Sonia asiste a nuestra predica, no es una desconocida.

— ¿Por qué quieres ir? A ti no te agradan las bodas —se pone serio —es por él ¿no? es por ese chico. No sé hasta cuando seguirás tras él.

—Yo no estoy tras él papá.

—No me digas —comenta irónico —porque eso es lo que parece.

—Eso no es así, Hunter y yo solo somos amigos, ¿tan malo es eso para ti?

—Sabes que Sam, no quiero discutir esto ahora —dice tomando nuevamente su diario, pero yo se lo bajo de un manotón. Mi padre me mira sorprendido, lo sé, mis actitudes han cambiado este último tiempo.

—Siempre haces lo mismo papá —exclamo enojada —cada vez que intento hablarte de algo que no quieres escuchar das por terminada la conversación y estoy harta de que hagas eso.

— ¡Samantha! —exclama molesto.

—Tengo derecho a decir lo que me molesta, tengo derecho a salir, a tener amigos, a tener una vida, tengo derecho y tú me lo quitas. Incluso me quitas la libertad de hablar, de opinar, de expresarme. Siempre quieres escuchar lo que tú quieres, quieres controlar todo y que todo sea como tú quieres que sea, pero la vida no es así, ¡mi vida no será así! —agarro mi bolso y voy a la puerta pisando fuerte.

— ¡Samantha! —me llama desde la cocina.

—No te atrevas a darme un sermón —le contesto sin mirarlo —porque no estoy en una de tus predicas, le estoy hablando a mi padre, no a un pastor.

Salgo de la casa enojada, subo al auto y conduzco al instituto.

Aprieto el volante con fuerza.

Últimamente las cosas con mi padre no han estado bien y esto es la prueba de ello. No entiendo de donde saco las agallas para hablarle así, nunca me pongo a la defensiva, nunca me quedo yo con la última palabra y eso ha ido cambiando este tiempo. Ya me cansé de ser la hija que obedece todo.

No sé lo que me deparara hoy, es el primer día que vuelvo a clases luego de la pelea en el bar de Bob. No había querido venir por todo lo que puede estar comentándose sobre mí, pero no tiene caso seguir escondiéndome, además he perdido clases y materias.

No he visto, ni he hablado con Jenny, ni Alex luego de la pelea. Ellos tampoco me han buscado, creo que no se quieren encontrar con mi padre, todo el mundo le tiene miedo.

Cuando estaciono veo que muchos quedan mirando mi auto.

Si soporto todo el día, entonces será un verdadero milagro.

Cuando me bajo escucho los murmullos.

—Ya no es una santa —dice alguien detrás de mí mientras entro.

—Embustera —dice otra persona.

Realmente me gustaría tener audífonos e ignorar a todo el mundo.

Caminando por los pasillos todos se giran a mirarme, algunos dicen bromas, otros parecen realmente molestos y otros me ignoran. He recibido todo tipo de comentarios en tan solo cinco minutos de haber ingresado.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora