Capítulo 35

208 27 7
                                    

La mesa parece bailar y las botellas también. Es como si todo bailase a mi alrededor, o como si estuviera en pleno temblor.

¿Cuantas botellas llevo ya? ¿Dos o cinco? Quizás son diez, probablemente son veinte. Ya ni se. No me importa. Quiero otra.

Agarro otra y la abro, siento el burbujeo en mi boca, se siente bien, se siente bien no pensar en nada, no pensar en Sam, en su maldita boda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Agarro otra y la abro, siento el burbujeo en mi boca, se siente bien, se siente bien no pensar en nada, no pensar en Sam, en su maldita boda. Me gusta que no pueda recordar muy bien porque la empuje aquel día o porque se fue. Se siente bien, la cerveza se siente bien, helada y fresca.

Así debería quedarme, en este estado de no saber quien mierda soy, ni qué hago.

¡Maldita sea! ¿Qué hice para enamorarme de la chica de la que prometí nunca llegar a fijarme?

Lanzo una botella a la muralla, se hace mil pedazos.

Nunca debí enfrentarme contigo aquel día, nunca debí pelear contigo, nunca debí interesarme en ti. Solo debí ganar mi dinero y marcharme, no haberte conocido, me hubiese ahorrado muchos problemas ¡Demasiados! ¡Esto es tu culpa! ¡Tuya Sam!

Me da asco imaginarme a Sam de la mano de otro hombre, verla de blanco yendo hacia un altar, diciendo que si, besándose con otro. Se me revuelve el estomago, creo que voy a vomitar.

— ¡No! ¿me escuchas? ¡No te lo haré tan fácil Samantha! ¡No lo dejaré así! ¡No dejare que te me vuelvas a escapar!

¡Maldita sea, Santa! ¿Acaso no te das cuenta de que eres mía?

Agarro las llaves y salgo buscando el maldito auto que se escondió de mi. ¿Donde estacione esa mierda? ¡Oh diablos ahí está!

Le pego un puntapié — ¡No te escondas! tu y yo tenemos trabajo que hacer.

Me subo y lo enciendo.

Hoy soy veloz, ¡No! mejor soy un formula uno.

— ¡Ruge maldita chatarra!

Acelero con el pulso a mil. Las calles se me confunden, intento buscar su cara entre las personas que paso por delante.

Ella no se casara, no es de él. No puede dejarme, me quiere a mi. ¡Si! me quiere a mi.

— ¿Porque me haces esto Sam ? ¡¿Porque?!

Siento un remolino a mi alrededor, luces fugaces y luego todo se apaga. Ya no veo nada.

 Ya no veo nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora