Capítulo 36

269 22 9
                                    

Narrado por Sam

— ¿Ya te has levantado? —pregunta mi padre desde el sillón. Está sentado, leyendo y con una taza de café humeando.

Miro su rostro pálido y huesudo, ha bajado bastante de peso y a penas puede caminar por los horribles dolores que le causa el maldito cáncer. Bertha me ayuda a moverlo por la casa, yo sola no puedo.

—Si —contesto — ¿tú cómo amaneciste?

—Yo bien —baja el diario y me mira —estuviste llorando.

Alzo mis ojos hacia él. Se que se nota, están hinchados y rojos.

—Samy, ve a verlo.

—No puedo —niego con la cabeza.

— ¿Porque no?

—Porque simplemente no puedo.

—Hija, yo creo que en estos momentos él realmente te necesita. Han pasado tres semanas del accidente.

—Lo sé, es solo que...

— ¿Es por Christian? ¿Crees que se enojara si vas?

—No, no creo que se enoje. Además, últimamente no hemos hablado mucho. Parecemos cualquier cosa menos prometidos.

Papá hace una mueca y veo como se acomoda el tubo de oxígeno que tiene conectado en la nariz. El carrito del oxígeno lo sigue hacia todas partes.

—Creo que deberías ir, por lo menos para saber si tiene alguna mejoría.

—Yo... me lo pensaré.

—Esta bien —me alcanza una mano y la besa.

Vuelve sus ojos al diario y yo me voy hacia la cocina a preparar mi desayuno, aun cuando no tengo hambre. Supongo que solo quiero mantenerme ocupada para no caer en la tentación de pensar en él. Pero me doy cuenta que no tengo que esforzarme en distraerme, porque él gira y ha girado durante estas tres semanas en mi mente.

Hunter tuvo un accidente de auto el mismo día que le dije que me casaría antes de lo previsto. Iba ebrio, chocó con otro conductor. Ambos resultaron heridos, el conductor del otro auto se recuperó, pero Hunter... Hunter aún sigue en el hospital, en un coma que ya lleva tres semanas.

El otro día me encontré con Sonia mientras compraba en el supermercado, me pregunto si algo había pasado entre nosotros dos, como para que Hunter condujera solo y ebrio. No pude evitar reprimir las lágrimas. Le dije que no había pasado nada, pero en realidad si paso. Fue mi culpa, mi culpa de que el este así.

No he ido a verlo al hospital, ni un día. No puedo, no puedo verle conectado a todos esos tubos, con respiración artificial, herido y todo por mí. No puedo.

Ni tampoco puedo parar de llorar, cada noche, sin falta, pensando que se está debatiendo entre la vida y la muerte solo por una decisión que yo tome.

Si tan solo pudiera borrar ese día de nuestras vidas, quizás todo sería diferente, quizás él estaría bien, en casa, no en un hospital.


Una semana después

—Ya hemos esperado mucho ¿no crees? —alza una ceja Christian.

Me muerdo el labio —lo sé, es solo que...

—No es que te esté apresurando, pero tu misma querías adelantar nuestra boda y ahora....

— ¿Y ahora qué? —alzo ambas cejas.

—Ahora no pareces interesada.

—No se trata de eso.

— ¿Entonces de que?

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora