Capítulo 32

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Narrado por Sam

—Llegas tarde —dice mi padre cuando cierro la puerta. Veo que afirma el bastón que le regalo Berta. Últimamente se ha quejado de unos horribles dolores de cadera, lo lleve al médico la semana pasada, en realidad lo obligue, mi padre no es amigo de los doctores.

El Doctor dijo que era la falta de calcio, ya que por una extraña razón el apetito de mi padre ha cambiado bastante. Ya no come lo que yo cocino, sino que lo que le cocina Berta, quien se toma sus tiempos libres para hacerle compañía cuando yo no estoy.

—Sí, tuve que hacer un par de cosas, pero te traje la leche de almendras —ha dejado de beber leche de vaca, inclusive ya no come carne. Algo que sin duda es extraño, sobre todo para mi padre — ¿Estás bien?

—Sí, algo... inquieto por lo de este domingo.

—Hey —le tomo la mano —las demás personas entenderán tu decisión de alejarte por un tiempo de la iglesia, todo estará bien papá. Confío que esto es lo mejor para ti.

Me dedica una tenue sonrisa —eso espero.

Papá ha decidido alejarse por un tiempo de las prédicas, está cansado, se le ve en la cara. Además que su salud ha dado un vuelco, ya no se siente tan jovial como antes. Supongo que la edad hace de las suyas en el cuerpo de mi padre. Dice que quiere tomarse un tiempo, pero no descarta volver a las prédicas en algún futuro. Por ahora solo quiere estar conmigo antes de mi boda.

—Christian te ha estado llamando, dejaste tu móvil en casa y ha sonado toda la tarde.

—Supongo que quiere saber mi respuesta a lo de mañana.

—Entonces no lo hagas esperar.

—Pero... —me muerdo el labio.

—Sam, tómalo con calma. Se que ya hemos hablado bastante sobre esto y sé que no cambiarás de opinión respecto a la boda, pero nadie te apresura a casarte, ¿lo sabes, cierto?

Asiento débilmente.

— ¿Entonces? ¿porque tanto el apuro?

Trago saliva.

—Porque queremos estar juntos.

A mi padre le ha costado acostumbrarse a verme junto a Christian. Sé que de alguna manera esperaba que me quedara con él y no con Hunter, pero aún así le cuesta vernos como una pareja, sobre todo cuando nos tomamos la mano o nos besamos, lo cual no siempre ocurre. Christian es un caballero, alguien que aún mantiene el respeto antes lo demás.

Recuerdo cuando se enteró por primera vez sobre nuestro compromiso, fue en una cena, justo el día en que Chris regreso de las misiones. Juntamos a nuestras familias y el fue el encargado de decirles. Por supuesto mi padre no lo tomo bien, dijo que éramos unos niños jugando a ser adultos. Christian le dijo que me amaba con todo su ser y que no me dejaría ir tan fácilmente si no lo aceptaban. Nunca había visto más determinación en sus ojos y era la primera vez que decía tales cosas.

Con el tiempo mi padre ha intentado acostumbrarse a la idea de que en unas semanas más me casare y pasaré el resto de mi vida al lado de Christian, pero como padre que es, se que le cuesta imaginarlo, y a mi también.

— ¿Lo amas? —pregunta mirándome a los ojos.

Levanto la vista y ahí está la mirada de un hombre cansado por la edad y la vejez. Con una pregunta que es capaz de cambiar el futuro.

— ¿Sabes que? te preparare algo con la leche que te he traído, ¿esta bien?

Mi padre me toma del brazo antes que avance hacia la cocina.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora