Capítulo 6

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Mi padre llega cerca de las ocho, tengo la cena lista y ambos nos sentamos a comer lo que he preparado.

Mañana es el evento de fútbol, todos estarán ahí y seguro que Alex y Jenny irán, pero yo no puedo, mi padre me advirtió esta mañana que no tengo permiso para ir. Aun así, acepte esa ridícula apuesta con Hunter. 

— ¿Qué pasa Sam? —pregunta mi padre —estas más callada que de costumbre y ni siquiera has probado la cena.

No creo que sea buena idea decirle a mi padre que quiero o mejor dicho que necesito ir al partido de mañana, nunca me dejara.

—Nada, es solo que... —vamos Sam, no seas tonta, inventa algo que te saque de apuro —tengo un trabajo de literatura y debo entregarlo el lunes a primera hora y aun no lo he terminado y ahora estoy muy cansada para hacerlo.

— ¿Crees que lo puedas terminar el fin de semana?

—La verdad es que quiero dedicarme a hacerlo mañana en la tarde, y necesito de toda la concentración del mundo.

—Tómalo con calma, aun tienes el fin de semana para poder hacerlo ¿no?

—Lo sé, pero quiero terminarlo pronto y no hacerlo a última hora.

Mi padre sonríe —eres dedicada, es algo que me gusta de ti.

Le devuelvo media sonrisa fingida.

—Si quieres que no te moleste, puedo prometer no hacer ruido ni llamar a la puerta ¿con eso estarás bien?

Asiento —Sí, gracias papá.

Ahora no hay vuelta atrás, tendré que escaparme, tendré que ir al partido de fútbol quiera o no.


Mi padre me va a dejar a la escuela, miramos la decoración para el partido de hoy, no hay pared que no tenga un cartel o alguna foto de la mascota del equipo.

—Es como si fuera navidad, pero con carteles de esa fea mascota.

—Sí, el instituto parece un árbol de navidad —agarro mi bolso —debo irme.

—Está bien —me besa en la mejilla —te espero aquí mismo después de clases, te quiero Sam.

—Yo igual papá.

Caminando por los pasillos me doy cuenta que ni estos se han salvado de la decoración. Veo a casi todos usando camisetas del equipo, además de los rostros pintados.

En una esquina veo a Henry, uno de los suplentes del equipo, me mira de arriba a abajo. 

—Santita dime tu, la, la, la —se burla, los demás me prestan atención —eres como la novicia rebelde, Santa Sam

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—Santita dime tu, la, la, la —se burla, los demás me prestan atención —eres como la novicia rebelde, Santa Sam. ¿desde cuándo que te gusta pelear a puño limpio?

Lo fulmino con la mirada y sigo caminando.

—A puesto que se vería sexy en pantalones —escucho como uno de esos idiotas comenta.

La chica de las Apuestas [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora