CAP. 9

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NOAH.

Llegué a casa lo más rápido que pude. Las calles estaban muy oscuras y no había apenas ninguna farola que alumbrara decentemente, así que cogí el camino más corto para llegar antes.

Las luces de mi casa estaban apagadas, menos la de la cocina. Supuse que mi madre estaría esperándome echa una furia así que salte con cuidado la valla del jardín y entré por la puerta del garaje a casa para que no se diera cuenta.

Me quité los tacones para hacer el menor ruido posible y entre sigilosamente por el pasillo que daba a las escaleras de la segunda planta. Cuando estaba apunto de llegar a mi habitación, la última escalera chirrió y me quedé quieta sin moverme por si me pillaran. Pero nadie apareció.

Cogí aire y seguí andando haciendo el menor ruido posible. Justo cuando abrí la puerta de mi habitación, la luz de la cocina se apago y escuche varios pasos que se dirigían hacia la escalera. Entonces, me metí corriendo en la habitación y me apoyé contra la puerta para que nadie entrara. De repente miré hacia abajo y vi que la manilla se estaba moviendo y me cagué de miedo.

Fui corriendo a la cama para meterme en ella lo más rápido posible y hacerme la dormida. Al segundo, la puerta se abrió y empecé a sudar de lo nerviosa que me puse por si me hubieran pillado.

Los pasos se acercaron a la cama y me agarré a las sabanas muy fuertemente. Una mano me separó el pelo de la cara y me dio un beso en la mejilla. Me llego un fuerte olor a Coco Chanel  y me di cuenta de que era mi madre.

Se alejó de mi cama y justo cuando pensaba que iba a salir de la habitación, dijo: -Sé que estas despierta Noah, por favor lávate los dientes, dúchate y ponte el pijama que apestas a alcohol... ¡Y no vuelvas a meterte con la ropa de calle a la cama que es asqueroso! Buenas noches cariño.

Cuando cerró la puerta empecé a reírme y salí de la cama con torpeza. Me fui al baño y sin pensarlo dos veces me metí debajo del chorro de agua que caía por la ducha. Mientras las gotas se deslizaban lentamente por mi cara no podía más y me derrumbé como lo había hecho hace un año y medio.

A partir de ahí, me prometí a mi misma que no volvería a derramar ni una sola lagrima más ni por él ni por nadie, pero después de tanto tiempo sin verle y de repente aparece, se me hizo imposible no sentir una tremenda presión en el pecho.

De un momento a otro miles de recuerdos invadieron mi mente. Recuerdos en los que estábamos en su habitación viendo una peli mientras tenía su cabeza apoyada en mis piernas y mis manos no paraban de acariciar su pelo hasta que se dormía, o cuando me enseñó a boxear en mi garaje y sin darnos cuenta estábamos tirados en el suelo entre risas y besos... tampoco se me va olvidar la tarde en la que no paré de reírme porque me confesó que no sabía atarse los cordones de los zapatos por eso siempre los llevaba desatados...  

Y en ese instante una sonrisa triste apareció por mi rostro. Sí, triste. Así es como me sentía. Simplemente el hecho de pensar en lo que fuimos y lo que podríamos llegar a ser ahora me dolía el alma. Pero no fui yo quien metió la pata, sino el. Le he querido más que a mi propia vida, pero al parecer no fue suficiente para él.

Cerré el grifo y me puse la toalla en la boca para que nadie escuchara mis sollozos.

Cuando conseguí tranquilizarme, me pasé la toalla por el cuerpo y con ella puesta me encaminé hacia mi habitación.

Al entrar en ella, encendí la luz y cerré la puerta con el menor ruido posible. Después de ponerme ropa interior limpia me acerqué a la cama y saqué el pijama que estaba debajo de la almohada. Me lo puse, me pasé la toalla por el pelo y la dejé en el baño. Al segundo, me lavé lo dientes y me metí en la cama consciente de que no iba a dormir nada durante la noche y apagué la luz.

A la media hora, seguía despierta y no paraba de darme vueltas la cabeza. Me estaba agobiando muchísimo.

De repente, algo choco contra mi ventana haciendo un molesto ruido, pero no le hice caso pensando en que habría sido un pájaro, pero el sonido se repitió tres veces más y me levanté intrigada de la cama para descubrir de qué se trataba.

Abrí la ventana y un aire gélido impacto contra mi cara haciéndome temblar de los pies a la cabeza. Crucé los brazos por debajo de mi pecho y miré hacia los lados pero para mi sorpresa no había ningún pájaro y la calle estaba completamente vacía.

Cuando iba a cerrar la ventana alguien pronunció mi nombre y reconocí la voz al instante.

No puedo explicar lo que sentí, pero lo que puedo asegurar es que me quedé paralizada con una mano agarrando la ventana y la otra colgando.

No me creía lo que estaba pasando, pensé que seguramente se trataría de alguna pesadilla y de un momento a otro estaba esperando a que me despertara. Pero no fue así.

Sin saber lo que hacía, me asome por la ventana y miré abajo. Era él, era Kylliam.

Se me paró el corazón cuando empezó a gritar que le dejara subir. No fui capaz de contestarle nada y él siguió gritando mi nombre.

De un momento a otro mis padres se iban a despertar por el escándalo que estaba montando así que le hice una señal con la mano para que se callara y esperase.

Entre en la habitación y empecé a respirar muy agitadamente y con dificultad.

Me puse a pensar y recordé que mi padre dejaba todas sus cosas del trabajo en la habitación siguiente a la mía.

Salí al pasillo y miré a ver si mis padres estaban despiertos pero la puerta estaba cerrada y se escuchaban ronquidos a través de ella. Me quedé tranquila y me dirigí a donde tenía que ir.

Abrí la puerta y había una escalera enorme al fondo de la habitación y al rededor tenía un montón de botes de pintura y brochas. Cogí la escalera como pude y la llevé a mi habitación. Cerré la puerta con pestillo, y con el corazón en la garganta me acerqué a la ventana.

Kylliam seguía ahí. Estaba apoyado contra la barbacoa de mi padre y estaba fumándose un cigarrillo con la mirada clavada en la hierba.

No me atreví a pronunciar su nombre, así que deje la escalera encima de mi cama y hice lo mismo que el, me puse a fumar en la ventana obserbandole en silencio.

Él apenas se dio cuenta de mi presencia ni de que le estaba observando.

Me fijé en su cuerpo. Estaba altísimo, mediría por lo menos 1'80. Tenía la espalda ancha, y bastante grande. Sus brazos estaban musculados y estaba totalmente segura de que tendría unos abdominales muy bien definidos. Le di una calada al cigarrillo y me fije en sus pantalones negro que le quedaban de maravilla. Seguí bajando la mirada y me fije en sus zapatos. Tenía los cordones desatados y empecé a reírme mientras me mordía el labio.

Vi como levantaba la mano, se metía el cigarro en la boca y al segundo esos labios tremendamente sexis y carnosos expulsaban el humo. Estaba jodidamente atractivo, y sin darme cuenta una ola de calor pasó por mi cuerpo y sentí algo extraño en mi interior.

Creo que al final se dio cuenta de que le estaba observando y levantó la vista tan rápido que apenas me dio tiempo a apartar la mía de el. Me puse nerviosa y a él se le dibujó una sonrisa sincera en la cara.

Saltó una alarma en mi mente que decía: "Ese chico de ahí abajo te hizo daño como nadie. No seas tonta". Y con aquel pensamiento en mi cabeza di un paso atrás dejando el cigarrillo en el cenicero y cogí aire como nunca lo había hecho.

Cogí la escalera y después de debatir conmigo misma si hacerlo o no, di un paso hacia delante y saqué la escalera por la ventana mientras la abría al mismo tiempo.

Kylliam se quedó con cara de sorpresa, como si no se lo esperase. Sinceramente, yo tampoco me esperaba que fuera capaz de dejarle entrar a mi habitación después de todo lo vivido, pero por alguna razón oculta, siempre había deseado que llegara este momento.

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Besossssss
#akanowi

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