KYLLIAM.
Quedaba poco para que llegase el invierno, y que el frío aceche cada rincón de las calles. Empiezas a sentir escalofríos por todo tu cuerpo y los dientes castañean sin parar, formando una melodía entrañable.
Es entonces cuando miras a tu alrededor, en busca de algo cálido, pero solo encuentras oscuridad y monotonía; no te queda más opción que evadirte de la realidad volcandote en tus pensamientos.
Y piensas en esa persona, esa persona con la que se te olvida la noción del tiempo, con la que te da igual dónde estar con tal de estar con ella; porque solo en sus brazos puedes encontrar ese calor que tanto necesitas, en esas noches frías de invierno.
El puente viejo...
A veces, no somos capaces de recordar lo importantes que son los lugares que nos han hecho felices, dejando en aquel lugar cada uno de los momentos.
Otras veces, hasta la piedra más pequeña de ese lugar está llena de recuerdos, y no paras de ir día tras día a ese sitio, para que no se te olviden nunca los momentos vividos, las risas, los enfados, y sobre todo la admiración.
En mi caso, tenía un camino de piedras que me recordaban a ella siempre.
Ha sido mi lugar de escapatoria en los momentos difíciles este año. Recordar todo lo vivido junto a ella, aunque fuéramos unos críos, me tranquilizaba. Sobre todo recordarla a ella, en el puente, saltando. Yo le decía que tuviera cuidado, que no era seguro, pero Noah me miraba con ojos traviesos y saltaba todavía más.
Siempre me ponía a prueba. Estaba loco por ella.
Lo estoy.
Le dije que fuera al puente viejo porque sabía que le dolería. Según ella siempre ha sido su sitio favorito, y desde lo que pasó estoy seguro de que no ha vuelto allí.
O por lo menos, las veces que he estado allí en estos tres años, que han sido muchas, no la he visto.
Siempre a sido mi punto de paz, el único lugar dónde podía encontrar a mí mismo.
Intenté sacarme el cristal que me había clavado en el dedo gordo pero no podía. Justo cuando Noah me llamó, descolgué el teléfono con el dedo gordo y no me había dado cuenta de que la pantalla estaba toda rota.
Me puse la ropa lo más rápido posible y le dejé una nota encima de la cama a Karim, dándole las gracias como siempre por dejarme dormir en su casa y que a la tarde le llamaría.
Todavía no se había despertado nadie de la familia Jonnes, así que aproveché para comerme un bollo de leche.
Me dirigí hacia el armario donde siempre tienen guardados todos los dulces y cuando estaba abriendo la puerta, alguien se aclaró la garganta y me pegué un tremendo susto.
Estaba rezando para que no fuera el padre de Karim, ya que es bastante estricto con el tema de invitados.
Me dí la vuelta y me encontré de frente con la abuela de mi amigo. La señora Jonnes.
Imaginaros a la abuela más adorable del mundo, con pelo canoso, mofletes rojos, la sonrisa más dulce del mundo... bueno pues la abuela de Karim es todo lo contrario.
Da mucho miedo.
-¿Qué haces metido en mi cocina comiéndote mis bollitos de leche hijo?
Se me abrieron los ojos como platos, no sabía que responder, muchas veces la abuela, "jida" como ellos la llaman, habla en bromas pero casi nunca se distingue cuando está bromeando y cuando no.
Después de un silencio incómodo y de que me asesinara con los ojos, se empezó a reír enseñando los pocos dientes que le quedan y juro por dios que nunca había respirado tan aliviado.
-Tranquilo hijo, coge todo lo que quieras, estás en tu casa.
-Creo que se me ha cerrado el estómago...mejor me voy...-dije sin saber bien que hacer.
-Lo que quieras jovencito- añadió enseñando sus cuatro dientes de nuevo.
Aproveché el momento para irme, justo cuando iba a salir por la puerta me llamó desde la cocina.
-Oye, dale recuerdos a tu madre de mi parte.
No le hice caso, y cerré la puerta lo más suavemente que pude.
Hacía una semana que no veía a mi madre.
Fui a donde había aparcado la moto, me puse el casco y con los nudillos casi blancos de la fuerza que estaba haciendo porque estaba enfadado, me puse en marcha hacia el puente viejo.
Me había retrasado diez minutos así que Noah ya había llegado de sobra.
El cielo estaba rosa, y me acordé de ella. Se pasaba horas admirando el cielo. Le encantaba.
No habían pasado ni 24h y en mi mente solo existía ella. Nadie más.
Es impresionante cómo podemos pasar de no sentir nada, a ahogarnos de ilusiones.
No sé cómo la gente se puede imaginar un bosque, diría que árboles, hierba... lo normal. Al igual que el bosque Fleygar. En realidad no se llamaba así ese bosque, fue un nombre que me inventé, le hizo mucha gracia a Noah y decidimos llamarle así.
Dejé la moto en un sitio escondido al lado de la carretera, al igual que el casco, y me metí dentro del bosque. Me sabía el camino al puente viejo mejor que del centro comercial a mi... a casa de mi madre.
Tuve que apartar un par de ramas que me dificultaban el camino y después de dos minutos llegué a mi destino.
Ella estaba allí, encima del puente, moviéndose de una lado a otro, casi saltando. Eso provocó que me diera un pinchazo en el corazón. Pero no me dejé llevar por mis sentimientos.
El puente era impresionante. Estaba todo hecho de madera pero como estaba muy mal conservado, durante este tiempo le he estado poniendo chapas de metal para que se sujetara mejor y no se cayera.
La verdad es que me he pasado muchas horas trabajando en este puente... tiene mucho significado para mi.
Me acerqué. Noah seguía de espaldas a mi pero cuando escuchó el ruido de ramas rompiéndose por mis pisadas, se dio la vuelta rapidísimo.
Nos quedamos solos, uno frente al otro, por segunda vez.
Me miró, se acercó a mí y ...
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Heeeey! ¿Qué tal guapis? Sentimos mucho no subir capítulos más a menudo... los estudios nos quitan muchísimo tiempo! Esperamos que os guste nuestra historia, todo lo que hemos escrito hasta ahora ha sido gracias a vuestro apoyo! En nuestra red social os avisaremos siempre cuando vamos a subir capítulos nuevos!! Muchos besosss!!!!
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POKER GAME
Romansa¿Nunca has apostado todo lo que tienes por amor? ¿Y que todo se vaya a la mierda? Yo, Noah Waiter, aún teniendo un as bajo la manga, perdí la partida más importante de mi vida... o por lo menos, eso llegué a pensar.