KYLLIAM.
La mayoría de las personas creen saber lo que es bueno o malo para ellos. Hay quienes nacen y tienen la vida solucionada por arte de magia, pero hay otros, que no creen en ella y por más que lo intenten, jamás llegarán a conseguirla. Conseguir una vida sin preocupaciones económicas. Yo fui del primer grupo, nací rodeado de billetes, pero al cabo del tiempo todo desapareció, como él, mi padre. O, mejor dicho, con él.
Al principio no entendía porque, pero a medida que iba creciendo, me di cuenta de que si das todo de ti a una persona y de repente se va de tu vida sin darte cuenta, algo muere dentro de ti. Junto con los recuerdos.
Es impresionante como puedes llegar a querer tanto, que te acabe consumiendo día tras día, como un cigarrillo. Cuanto más fuego le des, antes se consumirá, y sin darte cuenta, sigues aspirando para que nunca acabe, para sentirlo más dentro de ti, para que cubra ese espacio que se ha quedado vacío en tu interior. Pero al final te acabas quemando. Seguía dándole fuego, sabiendo que nunca ardería. Que era el último cigarro entre nosotros.
Pero aquel día volví a ver la chispa. Me ardía todo el cuerpo, ella era mi infierno. Había fuego en cada parte de mi cuerpo, y no era capaz de controlarlo. No sabía cómo iba a reaccionar teniéndola tan cerca después de tanto tiempo sin verla. No era como me lo imaginaba. Perdí las riendas por completo, quería arrodillarme ante ella, entregarme completamente a ella, que me hiciera lo que quisiera, con tal de perdonarme...
No podía quedarme quieto. Quería tocarla por todos los lados, como si nunca lo hubiera hecho. Después de todo la quería, y me jodía.
Quería besarla. Joder estaba deseando hacerlo, nunca había tenido tantas ganas. Ninguna me había hecho sentir como ella, y eso que no habíamos hecho nada. Pero quería dar un paso más, ya no podía más.
La miré a los ojos, los tenía cerrados, y las mejillas las tenía rojas. Quería verla, quería ver si podía dar el paso de besarla, como lo hacíamos años atrás, y saber si ella tenía las mismas ganas que yo.
-Noah... - le llame levantándole la barbilla para que abriera los ojos y me mirara. Lo hizo.
Su mirada me partió en dos. Deseo. Lo único que veía en sus ojos era puro deseo y me mataba el hecho de pensar que solo quisiera pasar una sola noche conmigo. No podía más. Yo la quería de verdad y en sus ojos no veía amor, solo puro deseo.
-Kylliam...- susurró para sorpresa de los dos.
Que dijera mi nombre, mirándome a los ojos, con las pupilas dilatadas me superó por completo.
Y lo hice.
Sin pensarlo dos veces, llené esos centímetros que nos separaban y fui directo a besarla. La deseaba, más que nunca. Pero no solo eso, la quería a mi lado, que me dijera que todo iría bien, arreglar los fallos que un día cometí... Quería cambiar a mejor, quería ser mejor persona. Que me diera una segunda oportunidad, que me besara todos los días, y sobre todo quería decirle que a pesar de todo este tiempo, de mis noches locas, de mis líos... la seguía queriendo como el primer día, a pesar de habérmelo negado todo este tiempo.
Iba a besarla, me daba vértigo, pero estaba dispuesto a arriesgarme. Cuando se dio cuenta de mis intenciones, abrió la boca y nuestros alientos se mezclaron el uno con el otro. Pura fantasía. Lo iba a hacer, estaba preparado. Después de tanto tiempo, por fin llegó el momento.
Estaba nervioso, me sudaban las manos. Tenía miedo. Miedo de después de todo, de poder llegar a volver a perderla, o lo que es peor, no llegar a conseguirla.
Nuestros labios se rozaron, un simple roce. Solo con eso pensé que todo iba a volver a ser como antes. Todo pasó tan rápido, estaba tan sumergido en mis pensamientos que cuando nos íbamos a besar, la puerta de Noah se cerró de un golpe, y la mierda de realidad volvió a mi.
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POKER GAME
Romance¿Nunca has apostado todo lo que tienes por amor? ¿Y que todo se vaya a la mierda? Yo, Noah Waiter, aún teniendo un as bajo la manga, perdí la partida más importante de mi vida... o por lo menos, eso llegué a pensar.