CAP. 10

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KYLLIAM.

Me he pasado la mayor parte de mi vida queriendo estar solo, porque era así cómo me sentía. No confiaba en nadie, no era capaz de hacerlo. Tampoco creía en la suerte, y mucho menos en un martes 13. ¿Pero, por qué no?. Los días pasaban como gotas de agua en un cristal, y yo sin darme cuenta, me pasaba horas mirándolas apostando en cual llegaría antes al final.

Cuando estaba con Noah todo era diferente. Me bastaba una simple sonrisa suya para estar jodidamente enamorado de ella. No se si lo que más me gustaba de ella, era que me quería por encima de todos mis defectos, o lo increíblemente guapa que era.

Nunca fui capaz de ponerle nombre a lo que sentía por ella, aunque en el fondo sabía, que sin ella Roma al revés no hubiera significado nada, y París no brillaría como lo ha hecho hasta ahora. La quería tanto, que me dolía pensar en la posibilidad de que algún día no estuviera a mi lado. Y me aterraba la idea, de verla en un futuro con alguien que no fuera yo.

Y quién diría, que después de 3 largos años nos volveríamos a encontrar. El primer año, fue un completo infierno. Perdí al mejor amigo que he tenido, al hombre que me dio la vida, el causante de que me gusten las motos, a mi padre. Con mi madre siempre me he llevado bien, pero entre mi padre y yo había una conexión muy fuerte. Cuando murió, una parte de mi murió también y me deshice de cada cosa que me recordaba a él. Lo quemé todo.

Incluso me alejé de la única persona en el mundo que hubiera sido capaz de salvarme, y terminar con mi dolor. Pero por aquel entonces, no tuve cojones de afrontarlo todo y huí. Llámame cobarde pero no tuve elección, estaba hecho mierda.

Y lo sigo estando, pero con los años uno aprende, a guardar los sentimientos en un lugar donde nadie jamás podría ni rozarlos. Yo no soy de esas personas que creen, que el amor se puede encontrar más de una vez en la vida.

Yo creo que el amor, el estar enamorando, pasa una vez, y después de experimentarlo y perderlo, por más que lo intentes buscar en otras personas jamás será tan intenso como la primera vez. Ni los sentimientos serán tan fuertes.

Cuando perdí a Noah, me sentí tan vacío que empecé a malgastar el tiempo tirando me a otras tías. Suena mal, pero era lo único que me mantenía entretenido por un rato. Sabía que la necesitaba durante todo este tiempo, pero no me di cuenta de ello hasta que la vi por casualidad en la discoteca.

No esperaba verla allí, y por la cara que puso al verme, diría que ella tampoco se lo esperaba. No se si podría ponerle nombre a lo que sentí cuando la vi. Fue como si hubiese regresado al pasado durante unos larguísimos segundos. Como si nada hubiese pasado, y solo existiéramos ella y yo.

En realidad, no sé que hacía debajo de su ventana. Estuve a punto de pirarme, porque me sentía incómodo allí. Pero se me pasó cuando pillé a Noah mirando cada parte mi cuerpo. Y juro que fue la primera vez en estos tres años, que alguien a conseguido ponerme sin ni siquiera tocarme.

Cuando se dio cuenta que la pillé mirándome, se puso pálida y yo no pude esconder la sonrisa que tenía guardada. Dejó el cigarrillo en el cenicero y entró en la habitación. En ese momento, me sentí idiota por pensar que Noah me hubiera dejado entrar a su habitación después de todo lo pasado. A si que si no me daba prisa por esconderme, la poli me pillaría.

Tiré el cigarrillo al suelo y cuando tenía pensado marcharme, Noah abrió la ventana y sacó una escalera de ella. Me quedé alucinado. No me esperaba para nada que me dejara subir a su habitación.

Sinceramente tenía miedo.

Estaba acojonado de volver a tenerla cerca. No me lo pensé dos veces y empecé a subir por la escalera, porque sé que si lo hubiera pensado mejor, habría salido a toda hostia de allí.

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