CAP. 14

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KYLLIAM.

¿Y si el miedo lo creamos nosotros? ¿Y si somos nosotros el miedo en persona? Yo creo que el miedo nace con nosotros, y a medida que vamos creciendo se hace más grande, incluso hay ocasiones en los que nos supera de tamaño.

Dos, tres, hasta cuatro veces más grande que nosotros puede ser, o cinco, seis, siete veces más pequeño. Todo depende de lo grande que seas, mejor dicho, de lo grande que creas ser. Capaz de ir de frente en la vida, sin esconderte, sin avergonzarte por tus actos. Sin secretos, sin maldad, sin chispa. Sin fuego. Capaz de comerte el mundo.

Capaz de comer al miedo.

La gente tiene una opinión sobre mi que a mi parecer, es totalmente falsa. Se creen que sobrepaso al miedo con creces, pero en realidad, siempre he sido inferior e insignificante delante del miedo. Moviéndome entre sus manos, quemándome.

En la pantalla del móvil apareció el nombre de Ley, y una foto de ella y de Noah. Karim se pensaba que me estaba llamando Noah... ojalá.

Casi le pego. Tuve que aguantarme más que en toda mi vida, porque si lo hacía, si pegaba a Karim le daría más razones para que pensase que me gusta Noah. Y no le iba a dar ese gustazo, porque además, eso le daría más ganas de conseguirla.

Eso es lo que sentía con la pregunta de Karim, miedo. Estaba muerto del miedo. ¿Quá si me gustaba Noah? Joder, claro que no, no solo me gustaba, todo iba mucho más allá.

No quería que supiera nada sobre Noah, sobre nuestro pasado. Y mucho menos sobre mis sentimientos hacia ella. Él era capaz de quitármela por el simple hecho de fastidiarme, y no podía dejar que lo hiciera. Noah era mucho más que un plato prohibido o uno de los trofeos que coleccionaba en su enorme estantería.

Si Karim se enterase de mis sentimientos, de lo que pasó, de todo lo que vivimos, estaría perdido, mejor dicho, estaríamos. Y eso solo conseguiría que esta partida fuera mucho más difícil de lo que ya era.

-¿Qué? Eres tontisimo...¿Cómo me puede gustar esa chavala? Madre mía, como si no me conocieras todavía hermano... - le respondí entre risas, intentado que fuera lo más creíble posible.

Karim al principio se quedó callado mirándome. Me estaba poniendo nervioso, no sabia que mas hacer para que me creyera. Me sudaban las manos como nunca y me las metí en los bolsillos de los pantalones para que no se diera cuenta.

Fueron los segundos más largos de mi vida, hasta que al fin abrió la boca.

- Vale vale, lo siento hermano - dijo mientras me devolvía el móvil - ¡Creía que me estaba volviendo loco zebi! Mi hermano colado por una tía... hasta me suena ridículo a mi, no hay nada mejor que unos cuantos polvos.  A demás, no conoces de nada a la chavala. La gente hablando del amor y de mierdas...¿Sabes que hacemos nosotros con el amor? ¡Nos lo fumamos zebi, nos lo fumamos!

Seguía riéndose como nunca. A mi se me estaba hinchando la vena del cuello, pero le seguí la corriente. No tenía más remedio.

-El amor es una mierda tío, todas las parejas que si besitos, que si regalos...putos cursis son todos... no hay nada mejor que alguien como nosotros. ¿Has visto esto Karim? - dije levantándome la camiseta y enseñándole el torso - Ahora mismo se están corriendo veinte tías pensando en esto, y fijo que algunos de sus novios también.

Karim no paraba de reírse, y a mi me en ese momento me estaban dando el premio por la mejor actuación de mi vida.

Seguimos hablando un rato y después me llevó hasta el cuarto de invitados para pasar la noche allí. Bueno, más que la noche, unas horas del día, ya que eran las siete de la mañana.

No me acordaba de que Ley me había llamado hasta que estaba solo, en la habitación de invitados, tumbado encima de la cama con los Calvin Klein negros puestos. Tenía las piernas estiradas, y los brazos cruzados detrás de mi cabeza.

La habitación era más o menos del mismo tamaño que el trastero. Parece ser que todo en esta casa es grande. La cama era de matrimonio y a su derecha había una ventana enorme con cortinas color mostaza, igual que el sofá del trastero. A la izquierda, al lado de la puerta, había un armario grande de madera. Delante mío, había un espejo enorme.

Me levanté de la cama y me senté al borde de ella, justo delante del espejo. No me suelo mirar al espejo, nunca me he preocupado por mi aspecto, a las chicas les gustaba como iba, entonces no me miraba, porque sabía que estaba perfecto. Con o sin ropa.

Los vaqueros, chandals y camisetas negras eran mi día a día. Reflejo de mi alma. De mi estado de ánimo, incluso de mis sentimientos. Todo oscuro.

Primero me miré las manos a través del espejo. Estaban llenas de heridas. Heridas hechas por ser un gilipollas. Me he metido en tantas peleas por el simple hecho de descargar toda la ira que tenía acumulada, por él, mi padre, y por ella, Noah.

Después me fije en mi vientre, tenía un moretón enorme justo encima del ombligo, por la paliza que me habían dado en la carretera horas antes. Recuerdo como Noah me había pasado las manos por ahí, me dolía muchísimo, pero no quería que se apartara de mí, la quería conmigo, lo más cerca posible.

Ni teniendo todo el dolor del mundo me separaría de Noah. Ella es la cura de todas mis heridas y todas mis penas. "Gracias por dejarme conocerte, gracias por mostrarme cada una de tus cicatrices y sobre todo tus heridas. Que por cierto son las que te han hecho ser la persona que eres hoy en día y por mucho que te puedan llegar a escocer algunas de ellas, tienes que recordar que si escuecen es porque están sanando, así que no olvides sonreír por mucho que duela".- Siempre me decía esto la pequeña nona para animarme, y realmente me alegraba los días con tan solo un par de palabras y su sonrisa vergonzosa acompañada de sus entrañables hoyuelos.

Aparté la mirada del espejo, me sentía muy incómodo. Me sentía esclavo de nona, me sentía más adicto a esa pequeña cuatripolar que lo que cualquier cocainómano podría estarlo a la cocaína. Ansiaba tenerla entre mis brazos como aquel yonkie deseaba la aguja en sus venas.

Volví a tumbarme en la cama. No quería devolverle la llamada a Ley, no me veía capaz de hacerlo, ¿Y si le había pasado algo a Noah?. Quería olvidarla, no verla nunca más. Desintoxicarme de ella.

Pero mis palabras no sirvieron para nada, porque estaba desbloqueando el móvil y llamándola. En vez de a Ley, directamente a Noah.

Hacía mucho calor esa noche, pero en aquel momento estaba congelado, muy nervioso. Me levanté de la cama y empecé a dar vueltas por la habitación con el móvil en la oreja.

Se escucharon tres tonos a través de la llamada, después el cuarto, el quinto... ¡Qué le den por culo!

Tiré el móvil al suelo cabreado y se me rompió la pantalla, pero me daba igual. Todo me daba igual. No sé qué mierdas hacía llamándola. Tenia esperanzas de que me cogiera el móvil, porque solamente con escuchar su puta voz ya me bastaba.

Pero era tan idiota por pensar que me iba a coger la llamada...

Estaba a punto de darle un puñetazo a la pared, pero justo cuando mi puño iba a rozar el ladrillo, me detuve. Tenía que aprender a controlar mi ira, pero lo más importante, no podía montar un escándalo en una casa que no era la mía, y mucho menos a esas horas de la mañana.

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Gracias a toda la gente que nos habéis leído hasta ahora....sin vosotros esto no hubiera sido lo mismo!!!! Esperamos que os gusten estos capítulos!!!! Hasta pronto!!! Besoss, AKANOWI.

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