CAP. 15

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NOAH.

Se suele decir que el humano es el único ser vivo capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Y yo, tengo un saco de ellas en casa.

Estaba muerta por dentro, me sentía sola y vacía. Una volada de aire frío recorrió mi cuerpo. Las lágrimas ya no eran cálidas, se habían convertido en cristal, cristales fríos.

Ya no sabía ni quien era, ni para qué vivía. Si preguntase por la calle, me dirían que para uno mismo. Que vivo para mi misma. Pero pensar en la palabra decepción, sentirte decepcionada por la gente que algún día llegaste a apreciar, no es vida.

Estoba cansada de sacarle el lado positivo a las cosas cuando no las tienen. Cuando todo son problemas a tu alrededor, no te queda más opción que asumir y esperar tiempos mejores.

Esperar que todo se quede en el olvido.

Me puse de espaldas a Ley, mirando a la ventana con el teléfono en la oreja. Tenía la mente en blanco. No estaba pensando en nada, me daba igual la cara que había puesto Ley cuando le pedí el numero de Kylliam.

Era consciente de que ella no tenia el numero de Kylliam, así que fijo que le pidió a alguna de sus amiguitas. Todas las tías de Seattle le conocen, y hasta me atrevería a decir que incluso mi vecina la amargada tiene su número de teléfono.

No tenía miedo a la reacción de Kylliam, ni a la mía, ni a la de nadie. Por una vez en mi vida, no sentía nada. Estaba muerta, pero consciente de que me estaba metiendo en la boca del lobo.

Una, dos tres... hasta cinco veces tuve que contar antes de colgar el teléfono. Lo apreté entre mis manos. Pero no lloré, no tenía más plantas por regar.

Ley ya no estaba en mi habitación, ni siquiera me había dado cuenta de que se había ido. Siempre ha estado a mi lado en mis peores momentos, y cuando he necesitado un abrazo ella estaba ahí para dármelo.

Pero hay que decir también, que cuando he necesitado ese espacio, un momento a solas conmigo misma me lo ha dejado. Y se puede decir que ese era uno de esos momentos, aunque le había notado algo raro. Tenía el ceño fruncido. En su cara se podía ver preocupación, pero también miedo.

¿Miedo? No lo entendía, pero lo pase por alto.

Deje el móvil de mi hermana en la mesilla y me metí en la cama. Me dormí al segundo, para mi sorpresa.

Lo más aterrador de todo, es que con el sueño, un viejo amigo renació de nuevo. Algo que creía haber enterrado hace meses. Algo que me mataba por dentro, algo que conseguía poner mi mundo patas arriba.

Las pesadillas. Mejor dicho, la pesadilla.

Estaba convencida de que ya no iban a volver, de que esas pesadillas habían desaparecido hace tiempo de mi mente...

En una sola noche, había recibido más apuñaladas que en toda mi vida. La pelea con Anna, ver a Kylliam... Por un momento retrocedí tres años atrás, y al parecer, siempre he estado anclada al pasado, con un pie en el presente.

Empecé a dar vueltas por la habitación, recogí todas las cosas que tenía en el suelo y doble la ropa del armario de nuevo. Con un lápiz que tenía en la mesa quite todos los chicles que tenía pegados en las puertas y los metí en el cenicero que había en la ventana.

Diez minutos fue lo que tarde en recoger todo. Cualquiera lo diría con lo desordenada que soy. Pero necesitaba distraerme, no pensar.

Me senté en el suelo de mármol, con la espalda apoyada a la cama, mirando a la ventana. Me hice un moño a lo alto de la cabeza y el amanecer, el cielo rosado me hipnotizó

No recordaba haber puesto el móvil a cargar. Así que lo hice. Cogí el cable de 5 metros que tenía de cargador, lo enchufé en el enchufe de la mesilla y me volví a sentar justo donde estaba, en el suelo.

No sé porqué, pero tenía la esperanza de que Kylliam me hubiera llamado, y por una vez en la vida acerté. Sin darme cuenta una sonrisa se dibujó en mi rostro, y os prometo que parecía una niña cuando le habían regalado su primera bicicleta.

Le llamé, por segunda vez en esa noche, o mejor dicho, en ese día. Esta vez, cogió la llamada.

Al principio se escuchó un "mierda"  y después silencio absoluto. Estábamos los dos callados, fui yo la que le había llamado, así que solté lo siguiente sin ni siquiera decir "hola".

-Tenemos que hablar.

Mi voz se escuchó firme y seria, o por lo menos esa sensación me dio en mi cabeza.

-En el puente viejo en diez minutos.

Y colgó. Estaba tan concentrada en lo segura que había sonado cuando le había dicho que teníamos que hablar, que ni siquiera me enteré de su respuesta. Fue rápida, y con dureza. Hasta me atrevería a decir que Kylliam estaba enfadado.

Ordené de nuevo las palabras en mi cabeza. "En el puente viejo en diez minutos."  Me puse pálida. Siempre nos escapábamos al puente viejo.

Está a 20 minutos andando de mi casa, dentro del mini bosque Fleygar.

Era como nuestro sitio privado. Solo el y yo sabíamos de su paradero, y era el sitio donde teníamos pensado construir nuestra propia casa, nuestra familia.

Allí solo existíamos él y yo. No existían problemas, solo amor. O eso es lo que yo creía.

Me quité la camiseta, me puse unos shorts ajustados negros y un top corto amarillo, con el sostén a juego.

Ni siquiera me preocupé en ponerme calcetines, me puse las adidas blancas, y con el pelo todavía un poco mojado, cogí el tabaco, las llaves de casa, y salí por la ventana como lo había hecho Kylliam antes.

Como no, me puse a buscar el mechero por el jardín pero cuando el perro de la vecina empezó a moverse en su caseta salí corriendo. A la mierda el mechero.

Ay Kylliam... Algún día conseguirá matarme del todo.

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