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El aire frío de la noche me atrapó en cuanto salí de la casa. Mis piernas se erizaron, ya que llevaba puesto un short. Cerca había un arroyo. Podía sentirlo en el aire. Lo único que vi al mirar el exterior fue pasto. Excepto en algunas áreas, a unos diez metros. Alex caminó hacia allí. Lo seguí mientras miraba el entorno. El cielo estaba despejado y habían más estrellas de las que recordaba haber visto nunca; el pasto estaba un poco alto, llegando a mitad de camino entre mis pies y rodillas. Me causaba picazón cuando me rozaba. A la izquierda habían algunos árboles y a mi derecha no había nada. Sólo pasto. A lo lejos divisé otra casa. Se veía vieja. Miré hacia atrás, con la curiosidad de saber cómo era el lugar en el que había estado. Era una casa del mismo tamaño de la mía en Colorado. Por cierto, ¿dónde estaba yo ahora? Luego se lo preguntaría a Alex.

La casa de la madre de Alex se veía vieja, pero en buen estado. El techo era plano, habían tres ventanas de este lado de la casa. Miré al frente de nuevo. Habían un montón de espacios en los que el pasto recién comenzaba a crecer, sobre ellos, un pedazo de madera que tenía escrito con marcador (pero en una letra muy prolija) el nombre de la persona que había allí enterrada y una pequeña frase.

-Es esta- dijo Alex deteniéndose en una de las tumbas y mirándola.

''GREGORIO SCHAVELZON.

HERMANO, HIJO Y PROTECTOR.

LA ORGANIZACIÓN AGRADECE PROFUNDAMENTE HABER TENIDO UN MIEMBRO TAN DEDICADO AL TRABAJO COMO USTED. DESCANSE EN PAZ.''

Me arrodillé en el espacio donde el pasto comenzaba a crecer y apoyé mis manos en la tierra fría. Respiré hondo mientras leía las palabras en la madera clavada en la tierra. Miré hacia abajo, al suelo, y no pude evitar imaginarme a mi hermano. Lo imaginé a un metro, un metro y medio bajo tierra, en un ataúd improvisado, con los ojos cerrados y las manos a ambos lados del cuerpo.

-Lo siento tanto- dije en voz baja, casi inaudible mientras me controlaba tanto emocional como físicamente para no llorar. No quería llorar. Me sentía débil cuando lo hacía, sé que puede sonar como una estupidez, pero es así como me hace sentir. Pero también me hace sentir mejor. Me hace saber que sé exactamente lo que ocurre, que ya lo asimilé. Pero es una mierda. Cerré los ojos para evitar que las lágrimas salieran y hundí los dedos en la tierra. Me concentré en mi respiración y en mi corazón, intentando que vayan a un ritmo constante y controlado al mismo tiempo en que empujaba los recuerdos de esa noche fuera de mi cabeza. Tuve que haber sabido que había alguien más ahí dentro. Tuve que haberles avisado para que no pasaran frente a la puerta. Pero sólo estaba preocupada por mí, repasando mi cuerpo mentalmente por si sentía alguna bala en alguna parte del cuerpo que no fuera donde se encontraba el chaleco-. Lo siento tanto, Greg.

De pronto me vinieron ganas de abrazarlo, de tirarme sobre él y apretujarlo hasta dejarlo sin aire. En el buen sentido. Mi cara se contrajo de nuevo y no pude evitar llorar en silencio. No me moví. No hice nada. Sólo me quedé ahí, recordando. Me hundí en mis hombros y me paré bruscamente en el momento en que sentí los sollozos aproximarse. Me pasé las manos por las mejillas.

-¿Dónde está Amy?- pregunté.

Alex no dijo nada. Se giró a la derecha y comenzó a caminar entre las tumbas de mis tíos, primos y hasta algún otro pariente más lejano. Inspiré por la boca intentando no hacer ruido mientras caminaba siguiendo los pasos de Alex. Exhalé por la nariz y repetí el mismo proceso unas tres veces más hasta que llegamos a dónde se encontraba Amy. Había flores recientes sobre la tierra.

"AMY ROSSENWOOD.

AMIGA Y PARTE DE EL ESCUADRÓN.

Protección SchavelzonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora