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Me desperté con olor a pollo en el aire. Intenté moverme para levantarme e ir a ver lo que ocurría en la cocina pero una pierna y unos brazos me detuvieron. Alex se aferraba a mí como si se estuviera por morir...

De acuerdo, no tan exagerado, pero sí se veía dispuesto a no soltarme por un buen rato. Cuando intentaba alejarme un poco o desenredar sus brazos y piernas de mi cuerpo él me apretujaba un poco más contra él.

-Alex- lo llamé-. Tengo que mear.

-Siempre estás meando- dijo medio dormido.

-Ayer sólo fui una vez- me quejé-. Déjame ir al baño.

Al final desistió y me soltó con un quejido. Se estiró hacia el otro lado de la cama, a SU lado de la cama y quedó boca arriba. Se acomodó la almohada para que quedara casi sobre su cabeza y siguió durmiendo como si nada hubiera ocurrido. Sonreí mientras lo veía, las sábanas lo tapaban hasta la cintura, tenía el torso desnudo y el cabello estaba aplastado en el lado izquierdo de su cabeza. Miraba hacia el otro lado.

-¿Disfrutando la vista antes de mear?- dijo.

Rodé los ojos y me incliné hacia su oído.

-Algo así- le dije y me levanté.

Lo miré sobre el hombro antes de pasar al otro lado de la cortina que separaba nuestra habitación del comedor. Él me estaba mirando apoyado en sus codos. Parecía que su cabello había sufrido una explosión desde el lado izquierdo de su cabeza, ese lado estaba totalmente plano, mientras que el resto apuntaba en todas direcciones. Me volví a girar con una media sonrisa y caminé rápido hasta el baño. Luego fui a la cocina, que quedaba al otro lado del comedor, y me senté en una silla sin hacer ruido. La madre de Alex y la mía estaban conversando de cosas de la vida cotidiana, como lo cara que estaba la papa y la naranja, mientras atendían el horno y hacían puré o quién sabe qué. La madre de Alex se giró para agarrar algo de la mesa que estaba entre ellas y yo y pegó un grito ahogado cuando me vio ahí, sentada, mirándolas tranquilamente mientras comía una banana. La cuchilla que tenía en la mano salió volando hacia arriba y mamá la atrapó en el aire con habilidad y la colocó con cuidado sobre la encimera.

-Buenos días, cariño- dijo mamá-. ¿No pensabas saludar? Es de mala educación- me dirigió una mirada de reprobación. La madre de Alex seguía con una mano en su pecho mientras me miraba con los ojos abiertos. Se recuperó de a poco.

-Lo siento, mamá- le dije-. Se veían muy concentradas hablando y cocinando. No quería interrumpir.

-Claro que no- ironizó y volvió a hacer lo que estaba haciendo.

-Buenos días, Em- me saludó la madre de Alex-. No te molesta que te llame así, ¿no?

-No, no es ningún problema- le dije mientras negaba con la cabeza y me dirigía a tirar la cáscara de banana en el tarro de basura.

-Ah, que bueno. Me diste un susto de muerte.

-Lo siento- me disculpé y le ofrecí una sonrisa-. Creí que ya sabían.

-Yo sabía- dijo mamá levantando la mano que tenía el cuchillo-. Pero igual tienes que anunciarte cuando entras, Emilie- me dijo mientras se giraba y ponía fruta picada en un tarro.

-Sí, mamá- le dije- ¿Fausto y Aaron?

-Fausto está afuera con Greg y Aaron fue a comprar algo- las emociones de mi madre al mencionar a Greg perfectamente escondidos.

-¿Qué?- me alarmé- La policía está buscando a Aaron, se escapó de la cárcel.

-La policía los busca a todos menos a tu padre y a mí, y a nuestros padres- se señaló con el cuchillo.

Protección SchavelzonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora