La directora garabateaba encima de un documento mientras a mí me temblaban las piernas, era el documento de mi traslado de mi antiguo instituto de Bangkok a esta nueva. Apretaba fuerte con una de mis manos la tela de la falda de mi nuevo uniforme mientras que con la otra me aferraba al brazo de mi madre, que se encontraba sentada junto a mí en otra silla. Mientras ellas hablaban de la política de mi nuevo centro de estudios, yo me dediqué a observar minuciosamente cada centímetro de la oficina de mi nueva directora, todo estaba en orden. No era demasiado ostentoso en cuanto a decoración, unos cuantos títulos enmarcados adornaban las paredes continuas al escritorio de la señora. De repente la voz rasposa de la mujer hizo que le volviese a prestar atención.
-Ya está. Ahora la señorita Choi Sibyl es nuestra nueva alumna de manera oficial. Bienvenida al Instituto Seúl -hizo una reverencia, y yo hice lo mismo por mi parte, pero juntando mis dos manos como es costumbre en Tailandia.
Nos levantamos y acompañé a mi madre hasta la puerta, yo seguía aun aferrada con todas mis fuerzas a su brazo derecho y cuando veía que cada vez se acercaba su ida, apretaba con más fuerza con mi mano.
Mi madre me sonrió dulcemente, estaba seguro que ella estaba tratando de transmitirme fuerzas y apoyo moral en silencio. Pues de algún modo entendía lo que implicaba el cambio así tan repentino como lo había sido de ciudad, de país, de instituto para una adolescente de 17 años como lo era yo en ese entonces. Una vez en el pasillo, fuera de la oficina del profesorado mi mamá se detuvo en frente y colocó sus manos en mis hombros pues ya de por sí era alta como modelo tenía que serlo y lo era más aun usando aquellos tacones de vértigo. La miré atentamente.
Me acomodó la corbata azul oscura con el escudo del centro al final de ella en la punta concretamente, pues era el detalle del uniforme que junto a una camisa blanca de manga corta y una falda plisada azul eran el conjunto para los días de verano, y sabía que invierno incorporaba un jersey rojo y la camisa de manga corta se cambiaba por una de manga más larga.
-Bueno, me voy mi cielo, mi tesorín -dijo mamá-. No dejes en mal a mamá ¿de acuerdo? - acomodó mi cabello, echándolo hacia atrás sobre mi espalda.
Mi mamá empezó a alejarse poco a poco de mí, quien yacía aún enfrente de pie en la puerta de la oficina. La directora había dicho anteriormente que me iba a enviar a un profesor para que me guiase, pero me opuse. Dije que quería descubrir por mí misma el nuevo lugar, ella aceptó de buen grado.
Así que me dispuse a caminar por el pasillo largo y amplio, a esas horas estaba totalmente en silencio y vacío, mientras caminaba miraba por el cristal que daba al patio, desde allí se divisaba la arbolada del exterior, totalmente cuidada. Me detuve, coloqué mis dos manos en el cristal y mientras levantaba mi vista al cielo suspiré hondamente. El cambio de ciudad implicaba muchas cosas, iba a echar de menos sobre todo a mis compañeros de clase, a mis amigos, mi casa, mi jardín, la piscina de casa en la que solía nadar pues la natación era el deporte que junto al baloncesto eran mis preferidas y las que se me daban bien hacerlas.
Iba a echar de menos el pequeño espacio de la pista de baloncesto que teníamos allí, en la casa de Bangkok. A Seúl nos habíamos mudado a un apartamento que si bien era espacioso, no tenía ni una pista de baloncesto ni piscina ¡que frustración!
Ese hecho significaba que tendría que acudir a alguna piscina pública, y realmente no me hacía gracia ninguna. Todo el cambio había sido a causa de papá, pues había sido contratado por una de las mayores empresas en Seúl, no podía trabajar desde Bangkok así que obligatoriamente tenía que mudarse y no lo hizo solo, no.
Me separé de la ventana y seguí caminando divagando en mis pensamientos, con mi mirada seguía mis pasos, de modo que los tenia puesto en la punta de mis zapatos. Cuando llegué a una escalera y tenía pensando colocar el pie en el primer peldaño, sentí como un cuerpo golpeaba con mucha fuerza mi hombro derecho, tan fuerte que me hizo caer de espaldas hacia atrás. La espalda sintió el frío y duro material del piso. Traté de incorporarme de inmediato cuando vi una mano extendida hacia mí. La tomé y me ayudó a levantarme. Sacudí mi falda y miré al sujeto.
-Lo siento, lo siento mucho -dijo algo nervioso-venia bajando a toda velocidad de arriba.
Yo negué con ahínco, esperé que me entendiese que no pasaba nada. No quería hablar, pues estaba casi segura que no me hubiese logrado entender, pues consideraba que mi nivel de coreano no era lo suficiente bueno. Mi padre solía hablarme en coreano en casa, pero fuera hablaba mi lengua materna. Así que cuando supe que teníamos que mudarnos a Seúl, mi padre me dio clases intensivas y una vez en la ciudad empecé a recibir clases de una profesora privada durante las vacaciones, había funcionado, sí quizás, sin embargo no me sentía segura aún y menos tener una conversación con alguien en ese idioma que no fuese mi padre.
- ¿Estás bien?
Yo asentí con una sonrisa tímida.
- ¿Segura? -Preguntó con bastante entusiasmo- ¿eres nueva verdad?
Volví a repetir mi anterior acción.
-Puedes hablarme, no te voy a morder -sonrió en una amplia sonrisa en su rostro-te acompañaría a hacerte un pequeño tour, pero tengo prisa por ir a la oficina de la directora. Bueno me voy si no te importa, seguro que nos veremos más tarde, si quieres luego... bueno da igual. Me voy.
Empezó a alejarse de mí a paso rápido mientras yo lo veía desde mi lugar ya de pie como se alejaba.
Cuando estuvo bastante lejos de mí se detuvo, yo le miré bastante sorprendida.
-¡Por cierto me llamo Kim SeokJin! -vociferó desde el centro de aquel pasillo-¡mucho gusto, chica nueva! -Agitó sus manos en el aire para después seguir su trayecto hacia la oficina de la directora, de la que yo había salido anteriormente.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que llegaste tú.
Fanfiction"Todo cambió en mi interior, solo bastó con mirarte una vez. Y desde entonces solo esperé el momento de tenerte frente a mí. Porque todo cambio, todo, hasta que tú llegaste" ¿Qué tan fuerte es el amor? ¿Es capaz de romper un amargo y conflictivo pas...