Y como si de un embrujo se tratara mis peores temores se hicieron realidad la mañana del lunes de la segunda semana de enero. Aquella mañana mamá había decidido que le acompañara a la oficina de papá. Era costumbre que cuando sucedía algo bueno en el trabajo o en cualquier ámbito, se llevara algo de comer a la gente. Mamá se le había pegado rápidamente la costumbre. Sinceramente no es que me hiciera especial ilusión, pero, se trataba de mi padre, además la señora de Choi, me prometió que en cuanto acabase la actividad me llevaría de vuelta a clases, aunque para ese entonces llegaría al menos después del recreo.Yo vestida con mi uniforme del día a día esperaba a mi madre en el recibidor. Mi madre iba muy arreglada, muy elegante. La admiraba, tenía un buen sentido de la moda. Me di un golpe en la frente, obviamente era así, había sido modelo. Se acercó al zapatero del recibidor y se hizo con unos tacones de infarto, como los que solía usar siempre. Era realmente guapa, a sus 42 años se conservaba realmente bien.
—Mamá, no sé cómo puedes caminar con aquellos tacones —puse los ojos en blanco—. Que tonterías digo, tu eres una estilosa, es normal que se te de bien.
Emitió una risa cantarina al tiempo que se cubría la boca con sus manos, exagerando su complacencia ante mi cumplido.
—Tú también deberías aprender a usarlos y dejar de usas esas zapatillas converse.
Hice un movimiento con la mano, restando importancia al tema. Con bolsas en la mano con los tuppers, llenas de comida tailandesa, tomamos el ascensor y bajamos al parking del bloque de edificios. El parking era extenso pues ocupaba todo el espacio del bloque de edificios, ya que debía albergar la cantidad de coches de todos los inquilinos de las viviendas de los cuatro edificios. Eran tan extenso que a mi madre se le había olvidado el lugar que había aparcado el coche, recorrimos varios metros al tiempo que mi madre con la mano extendida le daba al mando del coche, esperando que con suerte algún coche se abriese, siendo el nuestro. Mi paciencia se agotaba conforme avanzábamos dentro de la inmensidad del lugar, además las bolsas pesaban lo suyo. Agotada, coloqué las bolsas en el suelo sin importarme la regañina de mi madre por hacerlo. Sentada de cuclillas mientras mi madre se volvía loca, apuntando a todas parte con el mando, a lo lejos vi a dos figuras acercase a nosotros, y no fue hasta que los tuve bastante cerca que pude diferenciarlos. Eran Jin y su padre.
Mi labio empezó a temblar, sentí la necesidad de salir huyendo de ahí, de esconderme tras los coches. Jin me saludo eufóricamente en cuanto me hubo visto, tenía una gran sonrisa dibujada en su rostro. Me incorporé para cuando lo hice era demasiado tarde, mi madre los acababa de ver. Mi madre se colocó junto a mí, sino hubiese sido por mí se hubiese desplomado ahí mismo, pues se aferró a mi hombro con todas sus fuerzas tras perder el equilibrio. Los dos se acercaron a nosotras dos.
Jin me sonreía tan animosamente, mientras que su padre tenía dibujado una sonrisa llena de malicia. Ya estaba, mi madre los había visto juntos, estaba segura que lo había entendido todo. Jin hizo una reverencia como saludo hacia mi madre. Su padre miró con mucha extrañeza el gesto de Jin.
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Hasta que llegaste tú.
Fanfic"Todo cambió en mi interior, solo bastó con mirarte una vez. Y desde entonces solo esperé el momento de tenerte frente a mí. Porque todo cambio, todo, hasta que tú llegaste" ¿Qué tan fuerte es el amor? ¿Es capaz de romper un amargo y conflictivo pas...