💞Trece.💞

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Hoseok, decidió acompañarme hasta el pequeño jardín del hospital

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Hoseok, decidió acompañarme hasta el pequeño jardín del hospital. Jin me estaría esperando en dicho lugar. Habíamos acordado quedar sobre el mediodía del día siguiente, después de la comida, pues esa misma tarde me daban de alta. Las ganas de verle eran interminables que por eso necesitaba hacerlo inmediatamente, sin demora. Y ante la simple idea de verlo, mi cuerpo hiperventilaba como consecuencia de los excesivos nervios. Nervios que sólo él provocaba en mí.
Papá y mamá se habían dirigido a la cafetería del hospital a comer, yo por mi parte ya lo había hecho. En cuanto a ese tema, el servicio del hospital era muy puntual.
Hobi empujaba la silla de ruedas por todo el recinto, tomamos el ascensor y bajamos hasta llegar a la planta baja. Antes de llegar al jardín teníamos que atravesar un largo e interminable pasillo por los cuales se cruzaban diferente tipo de personas, unos esperando desesperados por información de algún familiar o conocido, otros simplemente ser atendidos. El ambiente no era el más alegre.

Llegamos al jardín y vi a Jin de espaldas a mi con sus manos entrelazadas por detrás suyo. En cuanto estuve lo suficiente cerca de él, Hoseok se detuvo y con ello también la silla de ruedas. Me dio una ligera caricia sobre mi coronilla y tras susurrar "suerte" se alejó de mi, dejándome a solas con Jin.
Me aclaré la garganta para conseguir llamar su atención. Una vez hecho aquello, se dio la vuelta y tras cruzar su mirada con la mía, sonrió.

Caminó con parsimonia excesiva, deteniéndose justo en el límite de rozar sus piernas con las puntas de uno de mis zapatos ,apoyadas en en el reposapies de la silla de ruedas.
Flexionó sus rodillas, quedándose en cuclillas, de ese modo estábamos a la misma altura. Levantó su mano y llevó el dorso a mi mejilla izquierda y la acarició con demasiado cuidado.
La única reacción como respuesta a su gesto, fue abalanzarme a él con desesperación, envolviendo su cuello con mis brazos. Apoyé mi mentón sobre su hombro. Fue tan repentino mi abrazo, que por un determinado tiempo no hubo reacción por parte suya, hasta que habiéndolo asimilado, me rodeó con su brazos.
Nos quedamos así por varios minutos, disfrutando de esa necesaria cercanía que mi fuero interno me lo había estado pidiendo desde hacía ya tiempo, pero simplemente no había querido escucharlo.

Se separó de mi y sus ojos se detuvieron en los míos, un silencio perturbador nos inundó. Al entender su silencio como un desinterés por hablar, decidí hacerlo yo. Luego recapacité y emití una risa nasal, aquella actitud era típica de él. Simplemente estaba siendo él.

-¿Cómo estás? -fue lo primero que se me ocurrió preguntar para romper el hielo-estaba preocupada por ti.

Ladeó su cabeza, regalándome una mirada inquisitiva.

-Estoy muy bien -volvió a sonreír-¿Y tú? -miró en dirección a mi tobillo escayolado.

-Bueno, una fractura de tobillo no tan grave, algunos raspones. Podría haber sido peor, así que... -Me encogí de hombros, restándole importancia al tema.

Me le quedé viendo, analizando su rostro. Recordé todo lo que me había contado Hobi el día anterior. Me fijé en su mirada y me perdí en ella. Esa mirada que escondía tanto dolor.

Hasta que llegaste tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora