💞Dieciséis. 💞

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Las horas y los días avanzaron muy deprisa, demasiado diría yo

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Las horas y los días avanzaron muy deprisa, demasiado diría yo. Pero no podía quejarme, los había aprovechado al máximo. Había quedado con Jin la mayoría de los días, así como con mis amigos, y por supuesto también había dedicado tiempo a pasarlo con mis padres, sobre todo en fechas muy puntuales, tales como la noche del 31 de diciembre. Con ello el nuevo año llegó, y por supuesto, el final de las vacaciones de invierno. Era hora de volver a clases.

El primer día de la vuelta a clases, era la primera vez en mi vida que tenía pereza, siempre solía ir a clases con bastante entusiasmo. Pero es que el frio invernal no ayudaba en nada, lo único que me apetecía era quedarme envuelta debajo de mi edredón. En momentos como eso, echaba tanto de menos el clima de mi país, sus temperaturas no eran tan extremas como las de Corea del Sur. Sobre todo hablando del invierno. Definitivamente no había nacido para aguantar las bajas temperaturas.

A pesar de las pocas ganas, me mentalicé a mí misma mientras me repetía que solo quedaba menos de dos meses para acabar, graduarme y empezar la universidad. Tenía tantas ganas de empezar en la Universidad de Seúl. Definitivamente sí.

Me incorporé, quedándome sentada y tras desperezarme, me quité el edredón de encima y coloqué mis pies sobre el parquet. Me dirigí al vestidor a colocarme el uniforme. Bajo la falda me coloqué unas medias oscuras y bien holgadas para soportar el frío, pues no era una suicida como la mayoría de mis compañeras que a pesar del frio o de la lluvia, normalmente lo más abrigado que usaban eran unas medias bucaneras ¡que frío! No entendía ese afán de querer enseñar las piernas. Y no es que no las tuviesen bonitas, claro que sí pero ¿por qué estoy pensando en las piernas de las chicas de mi instituto? Moví la cabeza frenéticamente para quitarme esa imagen mental de mi cabeza. En cuanto hube terminado de vestirme y guardado todo el material en mi mochila, salí de mi habitación rumbo al comedor a desayunar. Como mi habitación se encontraba al final del pasillo, tenía que atravesar la de mis padres antes de salir a la sala de estar y con ello al comedor. La puerta se encontraba semi abierta, mis padres se encontraban hablando. Me alegré bastante en cuanto escuché la voz de mi padre, por lo que embargada por el impulso de saludarlo (ya que siempre él se iba muy temprano de casa), tomé el pomo para abrir la puerta y entrar dentro, sin embargo, algo me hizo detenerme y esconderme detrás de la pared continua al marco de la puerta. Lo único que pude atisbar fue a mi madre haciéndole el nudo a la corbata de mi padre (él era muy malo en eso).

-Cariño, no te lo había dicho, pero quería pedirte perdón por haberme portado como un reverendo estúpido-un breve silencio inundó la habitación. Intuí que mi madre estaría mirando a mi padre con esa mirada inquisidora como normalmente solía hacer, cuando papá cometía algún error-. Por mis celos estuve a punto de echar a la borda 19 años de matrimonio ¡lo siento cariño! -otro silencio y yo no pude por menos que asombrarme ¿celos? ¿Qué había pasado? Así que decidí seguir escuchando, aunque no fuese lo más correcto.

-Cariño, ya ha pasado. Él forma parte de nuestro pasado, no tienes por qué sentirte así.

-Pero es que a veces tengo miedo.

Hasta que llegaste tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora