Parte 1

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Minseok nació con uno de esos talentos naturales que la mayoría del planeta desearía tener, pero que para conseguir debían esforzarse años. Minseok era un niño de apenas ocho años, rellenito, lindo, muy inocente y encantador; llamaba la atención de cualquiera por su sonrisa y sus gatunos ojos, así como su comportamiento obediente. Minseok era solo un niño de ocho años con el talento natural de cantar.

Su voz era hermosa. Sus abuelo, antes de morir, la comparaba con la voz de un hermoso ángel, un ángel de la guarda. Su abuela amaba esa voz y siempre que venían a su casa de visita, le hacía cantar un poco de cualquier canción infantil que se supiera Minseok con ocho años de edad. Esa voz llenaba su corazón de alegría.

Minseok era consciente de esa voz, pero como cualquier niño de ocho años, en su mente solo había cabida para jugar fuera con sus amigos de escuela, pedir por comida a sus padres, ver series de dibujos japoneses que daban en corea del sur y soñar con el típico de '' cuando sea mayor seré astronauta '' y cosas por el estilo de cualquier niño. Pero no todo era bueno en la vida, y con Minseok había un problema, quizás dos si los nombrabas por separado, que no dejaban disfrutar al niño de su relajada vida: Sus padres.

En Minseok no veían una tierna e inocente criatura, amante del fútbol y con una dulzura extrañamente atrayente con una voz de ángel; en Minseok veían dinero.

Solo dinero.

¿Qué padres tan horribles veían dinero en su hijo de apenas ocho años, con edad para jugar? ¿Qué padres obligaban a su hijo a madurar temprano solo para sacar dinero de él y vivir de lujo como siempre quisieron ellos?

Sus padres.

Y así, Minseok se vio con que, un día, dejó de salir todos los martes, miércoles y viernes con sus amigos para ir dos horas a clases de canto para mejorar su voz, para poder controlarla mejor y que aquellos pequeños desafines no existieran. Pero la codicia era grande, y daba igual cuanto llorara el niño de ocho años por salir con sus amigos, sus padres solo veían una fuente de dinero, y como tal, jugar estaba prohibido. No bastándoles con eso, queriendo que el niño tuviera más talentos que mostrar, los lunes, jueves y sábados iba a clases de teatro.

¿Dónde estaba su tiempo libre para jugar, disfrutar, ver dibujos y sonreír?

Ese tiempo se le fue arrebatado cruelmente por los seres que le trajeron al mundo.

Y Minseok, cual niño de ocho años, no entendía porque no podía ser como los demás niños del barrio o de la escuela, porque por tener una voz hermosa debía de pasar todo su tiempo libre cantando y actuando en vez de ir detrás de una pelota, regalar flores a la chica que se sentaba al lado o tirar papeles a la profesora cuando se giraba.

Minseok, simplemente, no entendía por qué.

Y fue así como estuvo meses yendo a esas clases, teniendo solo libre los domingos, empleados tan solo en que mostrara a sus padres lo que había aprendido mientras ellos le grababan con rostros serios y lo mandaban a diferentes programas para que el niño fuera aceptado en alguno, y cuando Minseok pedía de salir a jugar, ellos le regañaban a gritos y le mandaban a su habitación para que '' practicara más por sí solo, que debía de darles dinero ''.

Ese monstruo que yo amo (XiuHan, LuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora