Parte 3

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Minseok contempló sus alrededores. Había acabado de grabar uno de los tantos programas a los que de vez en cuando asistía entre sus ensayos para que siguieran conociéndole y sus padres siguieran ganando dinero. El pequeño de 10 años de edad, sentado en una de las sillas esperando que le dieran la ropa con la que saldría de allí y le quitaran el poco maquillaje que llevaba, observaba como su padre hablaba con su mánager de algo.

Solo esperaba que no fuera otro programa, aunque a esas alturas Minseok sabía que daba igual cuando se quejara, sus padres no le harían demasiado caso.

Habiendo pasado dos años desde que debutó en un programa de televisión y solo un año desde que entró en la agencia aquella, Minseok había aprendido a callar, a no llorar cuando fueran a un programa o sesión de fotos y aceptar que eso era lo que debía hacer, mientras coordinaba todo con sus estudios, en los cuales siempre sacaba excelentes por petición de los padres.

Minseok debía ser un niño perfecto.

Hacía mucho tiempo que no iba con su abuela, además, ya que según sus padres le entretenía de su verdadero objetivo. Él, personalmente, prefería cantar a su abuela que a tantas personas, se sentía más cómodo. A más, su abuela siempre le daba galletas para desayunar, también hacía pasteles, pero recientemente le habían puesto a dieta y habiendo perdido cinco kilos, aun querían que perdiera más.

Se acabaron los helados, las galletas y los pasteles.

El mánager llegó a él cuando sus padres se fueron y, agachándose a su altura, le indicó todo lo que harían en esa semana. Para satisfacción del pobre niño, era solo ensayos.

-Mánager Yong hyung –Llamó Minseok -¿Mis padres me quieren?

Minseok tenía esa duda en su cabeza desde hacía un tiempo. Cuando veía a los padres de sus amigos, estos le sonreían, les daban caramelos e iban juntos al parque, pero sus padres no hacían nada de eso, a más, le gritaban mucho y le pegaban las veces que lloraba por algo.

Menos mal que ahora no lloraba.

-Esto...

¿Qué debía responderle? ¿Una piadosa mentira o una dolorosa verdad?

-Sí, te quieren, solo están demasiado ocupados –Contestó.

Demasiado ocupados en viajes de lujo, en caprichos y en fiestas...

-¿Por qué, entonces, no me abrazan nunca?

-Yo... No sé, quizás no sean muy cariñosos.

-Ah...

Minseok intentó quedarse con eso en su mente, que sus padres le querían pero estaban ocupados, aun así, algo en su pequeña mente le decía que no era del todo así.

Regresaron juntos a casa del mánager, donde junto a su esposa y su hijo, recientemente vivía Minseok cuando sus padres se iban de viaje. La esposa lo trataba amablemente, como si fuera su hijo, y el niño que tenían, Jongdae, era amable y simpático con él. Quizás fuera él único amigo que tenía en realidad, aunque no jugaban demasiado porque Minseok siempre estaba en la empresa bailando, ensayando o actuando para teatro.

La vida de Minseok, sin que él con sus apenas diez añitos lo notara, estaba rodeada de fama y falsedad. Recientemente, algunos niños mayores que él dejaron de insultarle para ser amigos suyos, la gente le trataba con demasiado respeto a pesar de tener solo diez años y es que quizás, solo quizás, tuviera que ver con las ideas en mente de todos en hacer de Minseok el niño prodigio, el nuevo talento que les dará más fama y dinero a todos.

Ser amigo del futuro niño prodigio, te hacía mantener un cierto respeto.

Y así, su vida fue siguiendo a lo largo de los meses, cumpliendo los once años de edad en un pésimo cumpleaños donde sus padres estuvieron de viaje a San Francisco, dejándolo a él solo con un bonito regalo de su abuela y uno del mánager.

Nadie más, ni sus amigos, se acordaron.

Minseok, encerrado en el baño, lloró como hacía tiempo no lo hacía. ¿Qué clase de padres se olvidan del cumpleaños de su hijo? Los suyos.

Después de eso, Minseok siguió como si nada, siendo el de siempre. Pero nadie veía el daño que se le estaba haciendo por dentro a aquel dulce niño de hermosas mejillas, sonrisa tierna y de sonrojo fácil. Nadie veía, ni querían ver, su destrozada alma que mediante iba creciendo e iba comprendiendo más cosas, iba entendiendo ciertos aspectos de su vida.

Y el tiempo siguió pasando con la misma rutina de siempre, ensayos hasta medianoche, levantarse a las seis de la madrugada, ir a la escuela y después otra vez a ensayar, quizás a alguna sesión fotográfica o a algún anuncio de televisión, y Minseok siguió viendo como sus padres le ignoraban, como Jongdae, el hijo del mánager, seguía siendo amable con él pero a cierta distancia porque decía no estar a la altura de una amistad con el niño prodigio, como si él fuera un extraterrestre o algo por el estilo.

Minseok odiaba su vida, pero ¿Qué importaba eso?

¿Qué importaba su opinión, si jamás la tuvo?

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Como prometí aquí tienen otro capitulo , espero que les guste.

Realmente la vida de mi pobre Xiumin en esta historia me rompe el corazón, escribirlo fue muy doloroso.

Si le dan mucho amor a la historia en un par de días les doy otro capi jejejjeje

Hasta la próxima, un fuerte abrazo

Ese monstruo que yo amo (XiuHan, LuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora