Orgullo.

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La decisión era difícil y, si fuese por ellos, se los llevarían a todos, pero con el poder llevarse a uno ya salen ganando, aparte, no eran lo suficientemente responsables como para cuidar de todos.

El castaño suspiro con pesar, tantos niños sin hogar, sin una madre o un padre que te inculque educación y amor. Y eso que en aquel orfanato no había ni una octava parte de todos aquellos huérfanos abandonados en ese mundo tan cruel. 

Dejo de pensar tanto cuando su esposo le dijo que fueran a ver a los más pequeños, aquellos que aún no aprenden a hablar ni caminar, con pasos lentos se dirigió a ese sitio, mirando las caritas inocentes de los pequeñines con una opresión en su pecho y un sentimiento de tristeza profunda, algunas lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos.

Y entonces lo vio, sus ojos azul cielo se chocaron con unos rojo fuego, una dulce sonrisa asomo en sus labios, ese famoso sexto sentido de "madre" se hizo presente. El menor también lo sintió, provocando una adorable risa de su parte.

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Miró con afecto a aquel joven que se encontraba en televisión siendo entrevistado, sonriendo en todo momento, sólo que a diferencia de su predecesor, su expresión no era tan falsa, tampoco es que Nicolas Fazbear Golden fuera tan fan de llamar la atención, eso lo había copiado de él.

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Un llanto se escucha, son aproximadamente las tres de la mañana. Por un momento el matrimonio de Freddys se asusta, luego se acuerdan que hace una semana tienen a su pequeño osito azabache y se les pasa.

— Te toca —murmuro el castaño mientras se acurrucaba.

— No, a ti te toca —gruño el rubio imitándolo—, ya me toco a mi las últimas tres veces.

— Es verdad —bufo antes de levantarse sin ganas y dirigirse a la cuna que estaba a solo tres pasos de su cama, aun con el mal humor de ser despertado a las tres de la mañana, tomo al infante como si se tratara de un jarrón carísimo, con tanta delicadeza—. ¿Que quieres pequeña bola de pelos maloliente? —pregunto, sacándole una risa a Fred, quien nunca dormía—. Ya sé, tu lo que tienes es hambre ¿a que si? —dijo con un tono divertido—. ¡Pues vamos a la cocina! ¡Porque ni yo, ni papi Golden podemos amamantar! —exclamo alzando un brazos y dirigiéndose fuera del cuarto con el pequeño en brazos.

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Suspiro agotado, eso de ser padre es cansado, te llevabas años cuidando y educando a aquellos que hoy en día te abandonan más pronto de lo que te visitan, aquellos que seguramente jamás moverán ni un dedo por ti como tu lo hiciste por ellos, esos que solo se preocuparan por ti, te lloraran, te cuidaran y te amaran el día en el que poses en una cama en tus últimas.

Pero Nicolas no era así, el chico a pesar de ser algo mimado debido a su estatus social, aun conservaba esa personalidad simple que heredo de él; así como ellos, que jamás dejaron de velar por sus progenitores, esperaban que su hijo, el fruto de años de esfuerzo y dedicación no se volviera como aquellos que crecen y se olvidan de quien les limpio el culo de pequeños y les daba de tragar cuando se ponían a llorar (y no hablamos solo en la fase de bebes).

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— ¡Es el ciclo, sin fin~!  —canto el peli morado mientras cargaba al peli negro  tratando de simular la escena del Rey León, se encontraba parado en la orilla de la cama de su amigo, quien le miraba con los nervios a flor de piel.

 Te juro que si tiras a mi hijo te voy a matar —gruño a punto del paro cardiaco, el mayor respondió riendo mientras bajaba al niño a la altura de su pecho, abrazándolo antes de dejarse caer en la cama. El castaño solo suspiro aliviado antes de colocarse a lado de ambos oji rojos, quien reían divertidos. 

Imperfecta (Golden Freddy x Freddy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora