Imperfecta (Golden Freddy x Freddy)

Imperfecta: Día 11

Usando kigurumis.

– ¡Golden, ya sal! –pidió el castaño con una pijama de oso color marrón, ese día se estaba quedando a dormir a casa de su novio y se le ocurrió la idea de comprar esas pijamas para ellos, pero había un problema.

– ¡No voy a salir con esto puesto! –exclamo Golden.

– Vamos, te verás muy lindo~ –canturreo el castaño, impaciente por ver como se le vería a su pareja.

– Esto es vergonzoso –se quejó Fred quien también tenía el kigurumi puesto, solo que el color era negro.

– Pero si te ves perfecto –halago Freddy mirándolo con una dulce sonrisa, sabía que subirle el ego al shadow le ayudaría a que no tomara el control y se quitara la pijama. El peli negro solo se cruzó de brazos.

– Freddy, da pena –se quejó el rubio asomando la mirada, estaba en el cuarto del baño, se podían admirar sus mejillas rojas y su mirada entrecerrada con sus cejas fruncidas.

– Vamos Goldy, por mi –pidió juntando sus manos y poniendo ojitos del gato con botas. El rubio soltó un gruñido sonrojándose más, odiaba que Freddy actuara tierno para que hiciera lo que le pidiera.

Pero odiaba más que fácilmente caía en su trampa.

– ¿Ves? Te vez kawaii –comento el castaño mirando de pies a cabeza, el rubio usaba lo mismo, solo que el color de la pijama era amarillo pálido.

– No uses tus términos chinos conmigo –se quejó Golden desviando la mirada, cada vez más apenado.

– Japoneses Golden, japoneses –respondió el oji azul acercándose.

– Es lo mismo –le corto, Freddy solo sonrió de lado y lo abrazo dándole un pequeño beso en los labios.

– Bueno, si no te gusta quítatelo –susurro mientras subía y bajaba las cejas de forma sugerente.

– ¿Desde cuando te volviste tan pervertido? –se quejó el contrario mirándolo incrédulo.

– Leo y veo porno gay ¿qué querías? ¿Un papa? –cuestiono mirándolo divertido, el rubio solo suspiro exasperado, aunque eso también formaba parte del encanto de su pareja.

– Mejor vamos a dormir –suplico caminando a su cama, siendo seguido de un feliz Freddy, quien escondía detrás de su espalda un teléfono, Abby y Sharon pagaran una fortuna por esas fotos.