Tu futuro, Hermione

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Severus se para en seco, respirando con dificultad. La palabra "varita" resuena en su mente como un martillo, taladrándole el cerebro.

"Varita...varita...varita..."

Se acaricia el puente de la nariz exasperado, aún mirando al frente. Iba a morir si se enfrentaba a él, de eso estaba seguro. Una fuerte ráfaga de viento choca contra su nuca, echando su pelo hacia delante. Bufa exasperado. Severus Snape Prince no podía tener buena suerte en la vida.

¿La única puñetera varita de toda la arena la tenía su ex alumno caníbal? 

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Hermione se remueve. No había conseguido dormir demasiado debido al olor. Y a la cama. Se sentía pegajosa y había algo que, simplemente, no le cuadraba. El sabor del estofado se le había quedado grabado en sus papilar gustativas. Un sabor extraño. Nunca había probado una carne con un sabor tan...fuerte. No es que ella fuese catadora oficial, pero sentía curiosidad. Sinceramente esperaba no haber devorado una iguana, una serpiente o algún ser asqueroso por el estilo. Se traumatizaría de por vida. 

No pudiendo aguantar más el estar tumbada en esa especie de cama de pieles, se levanta tanteando su alrededor. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad pero era tan absoluta que no veía nada.

El hedor se hace más fuerte. Escucha un susurro tras ella, siseante, junto con la caída de alguna clase de líquido en intervalos irregulares.

Un escalofrío recorre su nuca y se gira sigilosamente para quedar frente al ruido, que se acalla de repente. Hermione aprieta los labios tratando de controlar su respiración. Esa cosa estaba en su cama. Esa cosa había estado en su cama todo lo que llevaba de noche.

Con una mano en el pecho para acallar sus latidos descontrolados por el miedo, Hermione comienza a andar de espaldas, teniendo cuidado de no pisar nada que pudiese hacer demasiado ruido.

Dando gracias a Merlín, Anthony abre la trampilla en ese mismo momento y una luz tenue invade la pequeña habitación. Hermione parpadea varias veces para acostumbrarse al cambio y lanza un grito desgarrador que rápidamente acallan unas risas sordas.

Hermione se tapa la boca para evitar vomitar sobre sus propios pies.

Frente a ella se encontraba el espectáculo más grotesco de toda su vida.

Una mujer - o eso creía Hermione por su largo cabello negro - yacía justo tras su cama, tratando de ponerse de pie. No era capaz de reconocerla, ni recordaba su nombre.

Posiblemente eso se debía a que la había conocido bien vestida, y ahora solo era un amasijo de carne y huesos desgarbado a la que además le faltaban varios miembros.

Una mano.

Un trozo de muslo.

Un pecho.

Hermione cae de rodillas al suelo totalmente asqueada tapándose con la mano tanto la boca como la nariz, deseosa de que el olor desapareciese. La mujer gimoteaba pidiendo auxilio y Hermione, al escuchar sus súplicas, no puede evitar sollozar.

- Bueno Hermione - la voz de Anthony se escucha desde lo alto de la trampilla y la chica se gira hacia él. La noche anterior había una escalera aunque ahora varios metros de aire la separaban de la salida - Parece que has conocido a tu cena. Dale las gracias.

La chica abre mucho los ojos por la impresión y se gira hacia "su cena". Colocando las manos en el suelo sin poder contenerse, empieza a vomitar todo lo que había cenado la noche anterior. Anthony se ríe entretenido.

Los juegos del Lord [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora