La chica en llamas

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A raíz de su amena charla con el hombre más desagradable del planeta, Hermione había decidido quedarse, cada día que bajaba a la sala donde todos entrenaban, sentada en una esquina leyendo infinidad de libros. De vez en cuando algún tributo, especialmente Anthony, trataba de acercarse para llamar su atención pero ella permanecía cabizbaja con sus ojos deslizándose entre las palabras, bebiendo toda la información.

También Lucius había tratado un par de veces de acercársele, aunque la rápida intervención del propio Snape le alejaba de ella. Bien. No volvería a tratar con serpientes en su vida.

Ron, Neville y Alicia también habían tratado de acercarse a ella para entablar conversación pero Hermione simplemente no tenía ganas de estar con nadie. Sí, amaba a Ron ¿verdad? y cualquiera le reprendería por no disfrutar del máximo tiempo con él pero ella prefería estar leyendo. 

Echaría, aunque sonase cruel, mucho más de menos la lectura.

Ella, al fin y al cabo, nunca había estado hecha para las personas.

- Hermione

Una voz dulce llega hasta sus oídos y la chica no es capaz de ignorarla. Apretando los dientes eleva la mirada, encontrándose con los ojos azules de la pequeña Rose.

- Emmm - la niña se restriega las manos, nerviosa - No sé si...bueno, si estás haciendo las cosas... Ya sabes, bien.

Aguantando las ganas de gritarle a la cría de primer año, Hermione respira hondo y cierra el libro de botánica dejándolo sobre sus piernas.

- ¿Disculpa? - el tono quizá había sido demasiado duro, porque los ojos de la niña se llenan de terror.

- Yo... perdona...es que...yo...

- Está bien - Hermione suaviza el tono, tratando de relajarse. Rose no era más que una niña de 11 años que tenía miedo - Perdona si he sido muy brusca. ¿A qué te refieres?

Rose se relaja considerablemente ante el nuevo tono relajado de su interlocutora y, sonriendo levemente, comienza a explicarse.

- Llevas aquí desde que te peleaste con el hombre de pelo negro.

- Profesor Snape - corrige rápidamente Hermione aunque se da cuenta de que a la niña nunca le había dado clase.

- Sí. Los caballeros de Walpurgis - continúa bajando el volumen de su voz - parecieron divertirse mucho con esa escena y... - la voz de la niña se disipa, dejando la frase incompleta con una cara de confusión.

- Entiendo Rose, no te preocupes - responde Hermione notando la confusión de la chica - Lo he entendido - la niña adopta entonces una mirada de alivio.

- Buena suerte - le desea Rose girándose para irse.

- ¿Con qué?

- Esta tarde es el examen

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Ni siquiera los T.I.M.O.S podían compararse con la ansiedad y el estrés que Hermione estaba sintiendo mientras esperaba en un banco junto a otros tributos, tratando de no morderse las uñas.

Todos esperaban pacientemente frente a una puerta negra y, pasados unos minutos, comenzaban a llamar a los tributos desde Hufflepuff.

Ron, a pesar de estar enfadado con su novia por ignorarle durante las tardes de entrenamiento, le pasa el brazo por detrás para reconfontarla.

- Tranquilízate Herms, no es gran cosa. Te van a poner una nota. Sí, ¿y? No es como si eso pudiese definirte como persona o como bruja. No tienen ni idea.

Los juegos del Lord [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora