Cuando el sol dio de lleno en sus ojos, se dio la vuelta, lleno de pereza. Se aferró a su almohada y tras soltar un suspiro, bajo sus pies hacia el frío suelo de madera.
Estaba solo, los demás ya estaban desayunando o jugando afuera, aprontandose para ir a clases.
Delineó sus ojos con sus dedos y finalmente, se levantó, tambaleándose, aún medio dormido.Se vistió con su velocidad habitual y amarró los cordones de sus tenis.
Su estómago rugía a falta de alimento, por lo que, corrió al baño a cepillarse los dientes y asearse, antes de dirigirse al gran comedor, con lentitud.Dio un bronco al sentarse en el ultimo lugar de la fila, totalmente apartado de los demás. Los demás se alejaron de él, algunos con muecas de disgusto y otros, simplemente porque ya habían acabado.
Cuando todos se marcharon, el se quedó solo, degustando su desayuno, que constaba de jugo de naranjas fresco y rodajas de pan con mermelada.
Sus mejillas se hinchaban ante cada bocado, mientras que sus pies bailoteaban en el aire.
Él era un niño grande.
Un niño de apenas once años de edad.
Era muy inteligente, o eso solían decirle. Apesar de que no hablaba, era un pequeño muy muy listo.Talló sus ojitos una vez más, marcando un puchero en sus belfos sonrosados. Suspiró y tras dejar su vaso y platos en el lavabo, volvió a la Gran habitación, tomó su mochila y se encaminó a su salón de clases.
El orfanato constaba de unas pocas piezas. Una cocina-comedor, los baños, un patio recreativo, la Iglesia en si misma y dos habitaciones más, una para las Hermanas Superioras y otra para los niños.
Los pies de Yoongi tastabillaban y, en más de una ocasión, caía al suelo de rodillas. Su apuro por llegar a clases era evidente y, sinceramente, no quería que el señor Oh lo regañara y castigara con aquella barra de madera.
Sus manos dolían tanto como sus brazos. El señor Oh por cada llegada tarde, les golpeaba trece veces.
El pequeño suspiró aliviado al llegar justo a tiempo a la pequeña escuela, a pocas cuadras del orfanato.
Cuando sus ojos divisaron a los gigantes de quinto año, su corazoncito se comprimió contra su pecho, latiendo desbocado, esperanzado de que con un poquito de suerte de su lado, no lo golpearan.Cuando Jinyoung posó su mirada sobre el pequeño, supo con alegría que su mañana se había arreglado.
-¡Pero miren quien llegó!- exclamó al ver al pelinegro.
Los ojos de Yoongi se llenaron de lágrimas, el sabía bien lo que le seguía a esa falsa sonrisa.Los cinco muchachos que estaban aquella mañana con Jinyoung, miraron al menor con sonrisas torcidas, y, sin más dos de ellos se acercaron a él, intentando tomar sus brazos para evitar su escape.
Aunque la tortura no llegó en ese momento...
La campana sonó, y todos los niños entraron a sus respectivas clases.-Nos vemos más tarde, pequeño marica.- exclamó Young antes de entrar a su aula junto a sus "Amigos".
Yoongi caminó cabizbajo a más no poder a su clase. El señor Oh al verlo, refunfuñó, empujando a Yoongi con la barra de madera, justo por la espalda.
El pequeño apuró el paso al ser empujado, sentándose en la ultima banca, la más apartada de todas, sin mirar a nadie.Sus ojos café ardían ante las lágrimas estancadas, el llanto se anudaba en su garganta.
Estaba harto de tanto maltrato.La clase se resumió en mierda pura para él, cuando el timbre de salida sonó, corrió por el pasillo, intentando evitar a los chicos de quinto año.
-¡Ven aquí!- balbuceó uno de los amigos de Jinyoung, Jackson. Cuando al fin llegó a tomar por la capucha de la sudadera desgastada de Yoongi, este estuvo a punto de largarse a llorar una vez más.
Los golpes y los insultos de pura satisfacción no tardaron en llegar.
El pequeño cuerpo temblaba, abrazando sus piernas.
Yoongi recordaba bien la rutina, al llegar a la escuela, Jinyoung querría golpearlo hasta desquitarse, y, a la salida, justo cuando el sol se ocultaba, la historia se repetía.El pequeño, incluso recordaba aquella vez en la que los mayores, habían orinado sobre sus cuadernos y mochila. Las hermanas del orfanato, lo culpaban a él de aquella falta mientras que aquel grupito se regocijaba por sus lágrimas.
Los golpes no eran más que patadas en su abdomen y puñetazos en sus brazos y resto del cuerpo.
No eran idiotas... No dejaban marcas en su rostro, de esa forma nadie sabría nada.Yoongi dejó de sentir dolor cuando al fin, pudo transportar su mente a otro lugar. Se veía a si mismo, sentado en el piano del orfanato, acompañado por... Él.
Nunca se había interesado por nadie, hasta que él apareció en su vida.
Él... Quien juraba oír su voz allí, junto a él mismo.
Namjoon frunció el ceño y con el poco tacto que tenia, se acercó a aquellos muchachos y los empujó.
Los seis muchachos que estaban allí, miraron al mayor con el miedo a flor de piel.Nam era cálido, sin embargo, su mirada podía intimidar a cualquiera, y, ellos no eran la excepción.
-No quiero volverlos a ver cerca de este niño, o si no, juro ante Dios que lamentarán haber nacido.- los señaló con el dedo, son dejar de mirarlos a los ojos. Su mirada vagó hasta Jinyoung, quien parecía cargarse ahí mismo. -¿Entendido?-
Ninguno habló, cosa que crispó los nervios del moreno. Dio una zancada hacia Jinyoung, y este se sintió encoger. El dedo de Nam pinchó el centro de su pecho, sin dejar de mirarlo a los ojos.
-¿Entendido?- volvió a preguntar. Young, tras tragar saliva, asintió y salió corriendo con sus amigos.
Cuando al fin desaparecieron de su campo visual, Namjoon, se acercó al pequeño cuerpo níveo. Se mantenía inmóvil, en el suelo...
Su ropa estaba rota y sucia, mientras que sus útiles yacían regados en el suelo.
Cuando aquel par de orbes marrones miraron las suyas, Yoongi, aun adoloridi, extendió sus brazos hacia el mayor, abrazándolo por el cuello.-Héroe...- Susurró Yoongi, antes de caer en la inconsciencia.
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😣😣😣😣😣
Que rabia Jinyoung y lo demás.Espero que les haya gustado❤
Espero que todos estén bien, desde donde estén. En mi país las lluvias y los vientos se están volviendo insoportables.
Cuidense❤Mila❤
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"My Little Sin" (NamGi)
RandomSin familia... Sin saber su verdadero origen... Sin que nadie lo conozca realmente... Ante los ojos de Dios y su propia moral. ¿Porque el destino es tan cruel? Un niño lo llevará a cometer el más crudo y carnal de sus pecados. Los ojos de la inocen...