Capítulo V

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A paso lento, Nam se dirigió a él, sentándose pronto a su lado. Sus ojos observaron a todos los niños del orfanato, quienes corrían por los jardines, jugando.
Miró también al chiquillo a su lado, de soslayo, sin embargo, Yoongi no dejaba ver que era lo que estaba dibujando.

Yoongi sentía la mejillas encendidas y calientes. Hyung estaba a su lado...
Hyung lo estaba mirando...
Y él no podía más que ponerse nervioso.

Cuando creyó que su obra de arte estaba lista, le mostró al mayor. Nam sonrió al ver de que se trataba de aquel viejo piano de color marrón, al cual Yoongi apenas llegaba.

La mano de Nam se movió antes de que él mismo pudiera detenerse. Sus dígitos fueron a parar a los cabellos azabaches de aquel pequeño, mientras que una sonrisa iluminaba el rostro de ambos.

-Muy buen trabajo, pequeño.- felicitó el mayor y continuó acariciando la cabeza del menor. Sus cabellos desordenados eran la segunda cosa más suave que había tocado en su vida.
La primera era la piel nívea de Yoongi...

Yoongi alzó su mirada hacia el mayor, quien lo miraba con esa expresión tan suave en su rostro. Sus mullidos labios dibujaban una sonrisa, él sintió sus mejillas calentarse aún más antes de llevar sus rodillas a su pecho, ocultando su rostro entre sus piernas.

De pronto, Nam se preguntó el porqué de la soledad de Yoongi.
Nunca lo había visto dialogar con nadie, además de la Hermana Lee y él, por supuesto.

-¿Por qué no vas a jugar con los demás niños de tu edad?-  preguntó finalmente el mayor,  poniéndose en la misma posición que el pequeño.

-Estúpidos...- respondió casi inmediatamente, levantando su mirada chocolate a los niños. Su ceño se frunció levemente, dejando anonadado a Namjoon.

-Oye, esas cosas no se dicen. La próxima vez que insultes, te pellizcaré las mejillas, ¿entendido?- ante las palabras de Nam, el niño suspiró, agobiado.

Una vez más el silencio los envolvió, y, aún persistía cuando habían pasado cerca de diez minutos.
Nam volvió su mirada al frente en el momento justo en el que una pelota dió justo en la cabeza de un niño.
El pequeño de cabellos castaños cayó de cara al suelo, mientras que otro niño se acercó a él.

-¿Hyung, esta usted bien?- preguntó el otro pequeño, de lindas facciones.

-Si, no te preocupes Mochi~- respondió el de linda sonrisa, riendo por su torpeza.

-Jijiji- fue lo único que pudo oír Nam antes de notar al chiquillo al lado reír bajito, cubriendo su boca con ambas manitos suyas. Con que el niño sabia reír.

Nam sonrió en respuesta, antes de revolver  levemente el cabello de Yoongi.

Se levantó de su lugar antes de palmear sus manos y llamar la atención de todos los niños.

-¡Todos, a clase!- y oyó varias quejas inocentes de los niños, más, hicieron lo que él ordenó.
Espero que aquel par de niños que antes habían captado su atención, caminaran junto a sus demás compañeros, antes de emprender camino.

Fue entonces cuando, notó una suave mano tomar la suya, miró al chiquillo a su lado, antes de apretar su mano levemente y tomar su obra de arte junto con la libreta.

Yoongi nunca se había sentido tan vivo antes...

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-Oh, muchas gracias, Sacerdote Im.- dijo una mujer al tiempo de que salia del confesionario.

-No hay de que, señora Park. Tenga un buen día, y no se preocupe por su hijo. Mis oraciones serán en su nombre.-

La mujer se giró hacia el niño de cabellos castaños, tirando de su brazo, separándolo completamente del agarre del mayor.
Jimin, levantó su manito lo suficiente como para tomar la mano de Hoseok, más sin embargo, no llegó a tomarla.

-Mamá... Me lastimas- se quejó el pequeño Jimin, al notar el agarre en su brazo incrementar de fuerza al tiempo de que, sus pies no podían llegar al ritmo al que caminaba su madre.

-¡No te quiero escuchar! ¡No volverás a ver a ese niño! ¡No volverás a ver a ningún niño!- vociferó la mujer, rompiendo aquel par de corazones...

Par de corazones que estaban unidos por algo más que aquella fuerte amistad.

Hoseok lo vio marchar, mientras que el pequeño Jimin, tiraba de su mano para volver y abrazar a su hyung una ultima vez. 

El niño de bellas sonrisas, no volvería a sonreír, al menos no como antes.

El niño de manos pequeñas y mejillas redondas, jamás volvería a ser un niño, ya no. El maduraría, él... dejaría todo atrás.

Aquella tarde, se tornó más oscura y gris para los demás niños del orfanato, incluyendo a Yoongi, quien, veía por la ventana, como aquel pequeño lloraba ante los tirones de su madre.

Si así eran las madres, él no quería tener una.

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Lamento la demora!~♥

Ya volví!♥

Mila♥

"My Little Sin" (NamGi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora