CAPITULO 40

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Con cierto esfuerzo, Harry consiguió introducir a bordo del Cessna una pequeña nevera sin que sus padres lo notaran. Dentro, estaban las margaritas que había comprado en Flagstaff y hielo del hotel para mantenerlas frescas. El hielo nunca había sido para él una sustancia erótica, pero desde que _____ había mencionado frotarlo contra ciertas partes de su anatomía, ahora no podía mirar una cubitera sin excitarse.

Y ahora, por fin, estaba piloteando la avioneta de vuelta a Copperville con sus padres. Su cita con _____ sería dentro de pocas horas y, aun así, demasiadas para sus nervios. No se había atrevido a llamarla de nuevo considerando el estado en que lo había dejado la otra vez, pero no se la había quitado de la cabeza ni un instante.

Cuando llegaron a casa, Harry y su padre descargaron las maletas mientras su madre entraba para escuchar los mensajes. Cuando Harry entró en la cocina escuchó la voz de _____.

Tu: Este mensaje es para Harry -dijo con la voz de siempre-. Harry, no te molestes en cenar antes de venir a verme. Yo haré la cena. Algo simple, de picar probablemente. Ah, no te molestes por el hielo. Tengo un montón. Puede que esté en el jardín trasero o algo así cuando llegues, así que pasa directamente.

A Harry casi se le cayeron las maletas que llevaba en la mano.

Su madre se dio la vuelta para mirarlo con una sonrisa.

Norah: ¿Has quedado con _____ esta noche?

Harry: Sí -intentó sonar normal, pero era difícil mientras pensaba en _____ dándole de comer algún manjar exótico con los dedos vestida con una sensual lencería. Y aquella sutil referencia al hielo y el hecho de que quisiera que entrara directamente. Apostaría un millón de dólares a que sabía dónde la encontraría y no era precisamente en el jardín trasero-. Prometí pasarme a contarle cómo había ido el viaje.

Norah lo miró con gesto especulativo.

Norah: Te da pena que se vaya del pueblo, ¿verdad?

Harry: La verdad es que no. Estoy contento por ella. Es lo que siempre ha querido.

Norah: Ya lo sé y todos estamos contentos por ella, pero tú estás nervioso. Te lo noto en la cara. Tienes el color subido. Creo que estás disgustado por que se vaya y te deje aquí.

Harry: Desde luego que no -posó las maletas y agarró a su madre por los hombros-. Tienes una imaginación calenturienta, mamá -entonces, le dio un beso en la mejilla y notó el cansancio alrededor de sus ojos. Tres días sin parar eran mucho para sus padres, que tenían ya casi setenta años-. Creo que iré a revisar el tanque de comida por el que estaba preocupado papá.

Norah: ¿No iba a hacerlo él?

Harry: Sí, pero, ¿por qué no Toman los dos la tarde libre? Ya han trabajado mucho en este viaje. Relájense el resto del día.

Su madre asintió.

Norah: Veré si consigo convencerlo. Creo que está más agotado de lo que quiere admitir -miró a Harry con gratitud-. Gracias, hijo. No sé lo que hubiéramos hecho sin ti.

Harry: No te preocupes - sonrió y se dirigió a la puerta. Al salir se cruzó con su padre-. Intenta convencer a mamá de que descanse el resto de la tarde, ¿de acuerdo? Está agotada.

Andy: Tengo que examinar el tanque de pienso.

Harry: Lo haré yo. No tiene sentido que vayamos los dos con este calor.

Su padre le pasó la mano por el hombro.

Andy: Gracias, hijo. Si no vigilo a tu madre, no parará hasta que caiga rendida.

Harry: Eso mismo pienso yo.

Harry se fue a los corrales con sensación de alivio. Trabajar solo era lo que necesitaba para poder pasar las siguientes horas.

*


Harry nunca había estado más nervioso que mientras conducía a casa de _____ poco antes las ocho.

La nevera a su lado con la botella de vino había sido fácil de esconder ante sus padres. Él había llevado otras veces vino a casa de _____, pero había tenido que ocultar la cadena de margaritas que había hecho cuando no lo había visto nadie. Su madre parecía vigilarlo con más atención, así que tendría que tener cuidado con parecidas preparaciones en el futuro.

El futuro. Se le ocurrió entonces una idea terrible. Quizá esa noche fuera la última. Después de todo, una vez resuelto el problema de la virginidad de _____, no necesitaría seguir con aquel arriesgado asunto. Ella lo quería para un trabajo en concreto y, después de esa noche, el trabajo estaría terminado.

Maldición, no podía pensar en eso o se deprimiría. Y definitivamente planeaba disfrutar. Si sus hermanos descubrían lo que estaba pasando lo freirían, así que tenía que hacer que el riesgo mereciera la pena.

Aparcó en el camino y notó que estaba temblando como un potrillo recién nacido. Las luces del salón estaban apagadas y con el corazón desbocado, agarró la nevera y subió los escalones del porche.

Tal y como había esperado, la puerta no estaba a cerrada. Entró con el pecho comprimido del esfuerzo por respirar con normalidad y tropezó con una margarita. Un reguero de ellas iba desde el recibidor por todo el pasillo. No tenía duda de dónde acabaría aquel sendero. Se dio la vuelta y cerró con llave.

Posó despacio la nevera y el sombrero en la mesita del salón, abrió la nevera y sacó la cadena de margaritas y el vino. Esquivando las margaritas se fue a la cocina a abrir la botella. Si no lo hacía entonces dudaba poder hacerlo más adelante. Con la cadena de margaritas metida en un brazo, la botella en una mano y dos copas en la otra, siguió el reguero de margaritas.

Se había preparado a sí mismo para una tentadora imagen de _____ tendida en la cama y con poca ropa encima, pero la escena que ella había creado lo dejó sin aliento. La sangre le martilleó en las sienes al contemplar la fantasía de todo hombre: una virgen encerrada en un burdel.

Unas cortinas de terciopelo rojo y las bombillas rojas daban un ambiente de pecaminoso placer. Sus guantes de piel esperaban en una mesilla y en la otra una bandeja de comida que podría haber sido sacada de una orgía romana: tomates enanos, melocotones aterciopelados, espárragos helados y racimos de uvas maduras.

Fuera por la fruta o por alguna fragancia exótica que _____ hubiera añadido, la habitación ya olía a sexo y una suave música de fondo sonaba en el estéreo. Había colocado espejos enmarcados con pañuelos en distintos ángulos y todos reflejaban la pieza central de la habitación, una cama cubierta de virginal satén blanco con una montaña de cojines de satén de todas las formas y tamaños.

Reclinada sobre aquel nido había una mujer a la que Harry apenas reconocía. Aunque las diminutas tiras de satén blanco que cubrían sus senos parecían inexistentes, conseguían resaltar su escote, donde la perla descansaba en su suave valle. Deslizó la mirada hacia el liguero y las bragas que definían su feminidad en formas que él ni siquiera hubiera imaginado posibles. Los ligueros sujetaban unas medias blancas con perlas y encaje en el borde. Lo último que asimiló fue que _____, una mujer que siempre usaba zapatos de deporte o botas muy usadas, tenía unas sandalias blancas de tacón alto.

_____ esbozó una lenta sonrisa.

Tu: ¿Qué piensas?

Harry: Yo no... –tragó saliva-. No creo que esto se trate de pensar.

Tu: Cierto –miró a su cremallera-. Pero he conseguido la reacción que quería. ¿Quieres... quitarte esa ropa? Parece un poco... apretada.

Harry: Hum, Sí.

Bajó la vista y vio que todavía llevaba la botella, las copas y las margaritas, pero tenía el cerebro tan abotagado, que no sabía dónde ponerlo. Ya era un milagro que no se le hubiera derramado el vino en la moqueta.

_____ extendió los dos brazos.

Tu: Yo sujetaré la botella y las margaritas. Puedo servir el vino si quieres mientras te desnudas.

Harry la miró con los dos brazos extendidos y tuvo el impulso de tirar todo lo que llevaba en las manos y unirse a ella al instante en aquella tentadora cama. Gimió con suavidad y agitó la cabeza para despejarse. Necesitaba hasta el último ápice de control del que dispusiera para conseguir la lenta seducción que había planeado.

Tu: ¿Te pasa algo? -preguntó ella.

Harry: Sólo que me has dejado sin aliento y estoy haciendo un esfuerzo por recuperarme.

Tu: ¿De verdad que he hecho eso?

Harry: Sí, de verdad -le pasó la botella y los vasos y cuando los posó al lado de la bandeja, le dio la corona de margaritas-. Normalmente soy más educado cuando entro en la habitación de una dama con vino y flores y se las doy sin esperar a que me las pidan.

Tu: ¡Oh! - sonrió y se puso la cadena alrededor del cuello. Bordearon sus senos como una mano atrayendo la atención a la provocativa redondez que sobresalía del diminuto sujetador que llevaba-. ¿Cómo me quedan?

Harry: Más excitantes de lo que había imaginado.

Ella lo miró a los ojos con los suyos cargados de intensidad.

Tu: Es excitante, ¿verdad? Nosotros dos y... todo esto. ¿Quién lo hubiera imaginado?

Harry: Desde luego no yo.

_____ miró el vino.

Tu: Los libros dicen que el alcohol adormece el placer sexual.

Harry: Pensé que necesitarías relajarte un poco -se rió-. Pero quizá lo necesite yo más que tú. No pareces nada nerviosa.
___________________
CONTINUARA *-*
Espero que les haya Gustado (:

PD: El prox. capitulo no sera apto para menores de 16 años xd se vendra HOT no me hago cargo de Niñas con Trauma xd djsaodkjsa eso. :B

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