×diez×

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- ¡Marco! –chilló ___, antes de brincar y colocarse sobre la espalda del moreno. Quién perdió el equilibrio por unos segundos.

- Hola enana. –él rodó los ojos divertido, poniendo sus manos en los muslos de ella para evitar que cayera.

- ¡Saqué una A en matemáticas! –dijo emocionada la chica y Marco sonrió, subiéndola más.

- Me alegro, yo saqué una B y eso es milagro. –respondió él, ella pasó sus brazos por el cuello de él y besó la mejillas del chico.

- Ya volverás a ser el chico seguridad, cuidadoso y de buenas notas. –se burló ella, el moreno le dio una palmadita en el muslo desnudo de ella, provocando que soltara un ligero chillido.

Se bajó de la espalda de Marco cuándo el chico la llevó a su casillero. Cambió sus libros y caminaron hasta la clase de historia, Calavera estaba esperando pacientemente, bebiendo su café.

- Hola Marco. –saludó Jackie en tono burlón. __ le dirigió una mirada de odio, por poco le gruñe. El moreno abrazó por los hombros a la chica y besó la mejilla de ella.

Ya habían comenzado a rumorear que eran pareja, y aunque ambos quisieran eso no era así.

- Oye, Marco. –la peli-azul le llamó a mitad de la clase.

- ¿Qué te sucede? –preguntó él de vuelta.

- Estoy aburrida. –respondió ella, apoyando su cabeza en el hombro de él y suspirando.

- ¿Y qué quieres hacer? –el moreno la miró, sintiendo cómo ella le abrazaba por la cintura.

- Vámonos. –ella hizo un puchero.

- Se suponía que debías ser una buena influencia. –él la miró, pasando su brazo por los hombros de ella.

- ¿Por qué crees que soy la reina de la detención en tan poco tiempo? Le discutí a un profesor, llamándolo viejo. –se encogió de hombros.

- Qué malota. –recibió un pequeño golpe por parte de la oji-gris.

___ fingió que su cabeza le dolía y Marco la acompañó a la enfermería con el permiso de Calavera, obviamente salieron de la escuela y fueron por un helado, puesto que si la tía de ___ o los padres de Marco se enteraban de aquello estarían castigados de por vida. Tendrían detención, no querían un castigo en la casa.

Una vez ellos deberían haber estado en sus casas se dirigieron a ellas, la casa de ___ y la del moreno no estaban tan lejos una de la otra.

- Adiós, Marco. –dijo ella, antes de besar la mejilla de él sonoramente y meterse a su casa.

El chico sonrió embobado. Sí, ella le gustaba.

Eres lindo, Marco. |Marco Díaz y tu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora