×cuarenta×

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epílogo. 

Las manos de ___ se encontraban sobre su regazo mientras observaba la televisión, mirando de reojo a su moreno novio de vez en cuándo. Pero el mayor no tenía ni una pizca de interés en lo que estaba sucediendo a su alrededor, jugar a aquel nuevo juego que acababa de descargar era más importante para él. Aunque claro, nunca dejando de lado a su linda novia, la cuál miraba cada pocos segundos y le dedicaba una sonrisa encantadora, buscando la mano de ella para colocarla entre sus cabellos.

— Marco. – llamó ___, acercándose al chico y apoyando su cabeza en el hombro de él, notando que estaba en medio de una partida, cosa que le importó en lo más mínimo.

— ¿sí, preciosa? – preguntó el moreno, sin dejar de observar la pantalla, simplemente inclinando su cabeza un poco hacia la de ___, quién besó su mejilla.

— Eres lindo, Marco. – murmuró de manera infantil, mientras una de sus manos pasaba por el pecho del mexicano, la otra delineaba sus labios, definitivamente distrayendo al moreno, quién luchaba por mantenerse concentrado en la pequeña pantalla de su celular.

— No más que tú, ___. – canturreó de manera tierna, sintiendo un pequeño y ruidoso beso en su mejilla, cosa que le provocó una amplia sonrisa al de orbes marrones.

— Marco. – el anteriormente nombrado emitió un ruido con sus labios, dando a entender que oía a su novia perfectamente. – marco, quiero mimos. – se quejó con un puchero en sus labios.

— Espera unos segundos, ya terminó, ¿sí? – apartó la vista de su juego por unos segundos, para mirar a su novia, quién asintió en silencio, con un adorable puchero presente en sus labios.

La menor guardó silencio unos pocos minutos, esperando que el mayor terminara la partida que parecía ser eterna. Se quejó con molestia, a punto de levantarse del sofá para irse a su habitación. No era que le molestara aquello, sabía que Marco no podía tener todo el tiempo su atención sobre ella.

En el momento justo que iba a levantarse, se le ocurrió una idea. Entrelazó sus manos de manera tierna y parpadeó varias veces, poniéndose en papel.

— Marco. – llamó nuevamente al moreno, ahora de manera más calmada. Él moreno alzó las cejas. – te amo.

De inmediato los ojos de Marco se desviaron de su celular, el cuál apagó y se quedó mirando a la chica con una sonrisa en sus labios. No era la primera vez que los preciosos labios de ___ pronunciaban tales hermosas palabras, pero a Marco le seguían encantando.

— Otra vez. – murmuró cómo si fuera un niño, esperando con ansias que la menor lo repitiera.

— Un "te amo" por un beso. – negoció la castaña, mientras sus manos iban a los hombros del chico, quién de inmediato aceptó el trato. Sus manos fueron a las mejillas de su novia y estampó sus labios contra los suyos. A pesar de que el inicio del beso fue de todo menos dulce, el resto de éste fue suave y tranquilo. Los labios de ambos emitieron un pequeño chasquido cuándo se separaron, Marco le sonrió, esperando que la chica cumpliera su parte del trato. Estaba ansioso, amaba oír esas palabras por parte de la chica, era algo que le encantaba y le hacía sentir feliz y especial.

— Te amo, Marco Díaz. – pronunció lentamente, tomando las mejillas del moreno entre sus manos, apretando con suavidad éstas, mientras repartía besos en todo su rostro. – te amo cómo nunca he amado a nadie...

— Espero nunca perderte, preciosa. – susurró con una sonrisa el mexicano, tomando de la cintura a ___.

— No vas a hacerlo. – unieron sus labios de manera fugaz, antes de que la chica repitiera aquella oración, ganándose otro beso de los labios que tanto le encantaban.

Terminaron aquella sesión de besos pero eso no evitó que continuaran abrazados y pegados el uno al otro, no solamente por el frío.

— Hoy te haré el amor, muchas veces. – susurró el moreno, dejando un beso en la mejilla de la chica cuándo ambos despertaron al día siguiente, empezando su "trabajito" o "promesa" con aquel gesto en el rostro de su novia, de ___.

Ella rodó los ojos con una sonrisa presente en sus labios.

Durante todo el día se quedaron en la casa, abrazados, acurrucados el uno con el otro y dándose besos y caricias.

Porque hacer el amor no solamente significaba tener encuentros pasionales, no significaba desnudez y una cama.

Significaba que ambos unieran sus almas, y eso era algo que ambos estaban preparados para hacer.

Porque se amaban, porque nunca dejarían de hacerlo.

Fin.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2018 ⏰

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Eres lindo, Marco. |Marco Díaz y tu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora