×treinta y nueve×

3.6K 245 59
                                    


___ estaba harta.

Harta de que Marco tuviera ese tipo de cambios.

Es decir, ¿por qué no podía admitir, aceptar o siquiera pensar que era perfecto para ___?

Que era todo lo que ella quería. Lo que ella necesitaba.

¡Pero no!

Díaz y terco.

La chica enterró su rostro en la almohada, soltando un grito de frustración y apretando sus manos hasta clavar sus uñas en las palmas.

O lo que quedaba de sus uñas, las había mordido tanto de los nervios...

Miró de nuevo el mensaje que Marco le había mandado.

»No soy lo suficiente, ___«

¡Pero que idiota!

Miró por la ventana, era de noche. Cómo la noche en la que había corrido hasta la casa de él sólo para besarlo y confesarse. Sonrió al ver que no había demasiada altura entre su ventana y el suelo. Tomó una sudadera y bajó cuidadosamente. Porque su torpeza y la –poca pero peligrosa – altura no eran una buena combinación.

Con cuidado de que los vecinos no la descubrieran, salió de su casa para correr hasta la del moreno. Normalmente no lo haría, era de noche y tenía mucho miedo.

Pero cómo la vez anterior que se había escapado, era algo importante y que valía la pena. Algo que podía llegar a cambiar vidas.

Con "vidas" me refiero a las de ___ y Marco.

A los demás ni siquiera les importa.

Bueno, tal vez a sus familias y...

¡Volvamos a la historia!

Ella corrió hasta llegar a la casa de los días, miró la puerta, no podría tocar el timbre esta vez, tal vez el moreno ni siquiera le abriría al estar en su estado "deprimido e idiota" cómo ella lo describía.

Por más peligroso que hubiera sido, subió por la ventana del chico y se metió a su habitación. Marco estaba sentado en su cama, de espaldas a la ventana y parecía en trance. Ella se acercó a él, tratando de no asustarlo y lo abrazó.

Él estuvo a punto de gritar cómo una niñita, pero reconoció el aroma de la chica. De la chica que amaba.

- ¿Qué haces aquí? –preguntó él, volteándose luego de sentir el beso en la mejilla que ella le había dado.

- Vengo a hacerte cambiar de opinión. –sonrió y le besó los labios rápidamente, dejando al moreno algo embobado.

- Se supone que terminamos. –ella se encogió de hombros.

- Eso no significa que no pueda besarte. –___ sonrió con picardía. También había ido allí con otras intenciones. – Además, no veo que pongas mucha resistencia.

- P-pero...

Ella lo calló de un beso, sin importarle el haber interrumpido al chico. El moreno correspondió el beso, sintiendo cómo ella adentraba sus manos dentro de su playera y le acariciaba el pecho, junto con su abdomen.

Se separaron por falta de aire, y ___ se levantó para ponerle pestillo a la puerta. Marco sonrió cuándo ella se quitó la blusa por sí misma y se subió encima de él. Comenzando a besarle el cuello al chico.

Esa sería una larga noche. Llena de jadeos, suspiros, gemidos y...

Oxígeno.

Eres lindo, Marco. |Marco Díaz y tu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora