×treinta y dos×

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- ¿Te acostaste con ella? –la albina soltó una risa, con nada de gracia. Odiaba a ___ de alguna manera. Ella quería que Marco se sintiera mal, y la chica simplemente lo había ayudado a que volviera ser el de antes. – Seguro ni siquiera le gustó. No eres suficiente.

El moreno apretó los puños. Sabía que todo lo que la albina le decía eran puros palabreríos, mentiras para hacerlo sentir mal. Él le creía a ___, pero su inseguridad se mostraba ante los comentarios de Jackie. De alguna manera, ella conocía acerca de él porque era su exnovia.

- Por eso no dejé que te acostaras conmigo. –se miró las uñas con egocentrismo. – Sabía que no serías lo suficientemente bueno.

Cuándo Jackie se dispuso a seguir hablando, ___ se acercó a ellos y apartó a la del mechón aguamarina de un empujón, tomando de la mano a Marco y metiéndolo dentro de la sala del conserje junto con ella.

- ___, ¿qué...?

- Ignórala. –dijo la chica, tomándolo de las mejillas y dándole varios besos en los labios. – Me encantó y me encantaría volver a repetirlo. –le acarició las mejillas con una sonrisa. – Palabras que debes pasarte por el trasero. –él rió ante eso. – Ignórala, está celosa.

- ¿De qué podría estar celosa? –preguntó el chico, algo confundido. Jackie no tenía razones para mostrarse celosa, tenía lo que quería, y Marco no era una de esas cosas.

- A ella no le agrada el hecho de que yo te haya ayudado a volver a ser "tú". –hizo comillas con los dedos. – Le gusta lastimar a las personas, Marco. –tomó de los hombros al chico, haciendo contacto visual y haciendo que él se dejara llevar por el color de los ojos de la chica.

La peliazul puso sus manos en el cuello de la sudadera de Marco antes de empujar sus labios en un beso algo desesperado. El moreno no tardó en corresponder, bajando sus manos hasta la cintura de ella y deslizándolas lentamente hasta su trasero, a lo que ella soltó un pequeño respingo, pegando más sus cuerpos.

El chico separó sus labios al sentir cómo ella bajaba sus manos de su cuello hasta su abdomen.

- Sabes lo que me sucede, estamos en una escuela. –dijo él y ella sonrió con malicia, bajó más sus manos y no le importó el hecho que Marco pasara vergüenza luego, así que comenzó a masajear el miembro de él.

La chica sonrió de manera satisfactoria cuándo notó la erección de Marco, dándole un rápido beso para luego salir del cuarto del conserje, dejándolo solo.

Y con ganas.

Pagaría.

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Eres lindo, Marco. |Marco Díaz y tu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora