Capítulo 17

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Aquello era simplemente demasiado que soportar. Wallace estaba allí, frente a mí, con pintas de aristócrata, y yo jamás me había sentido tan vulnerable en mi vida; ya no solo por la carencia de un arma, sino porque aquel hombre sostenía en sus manos todo el pasado del que me había alejado en contra de mi voluntad y que ahora regresaba a mí para reclamarme.

-Por el amor de Dios, vete de mi casa, Wallace. –Él sonrió y se acercó a mí.

-¡Vamos! Disfruta un poco de la visita de un viejo amigo. –Dijo alzando las manos.

-¿Amigos? Estuviste persiguiéndome durante más de medio año para matarme.

-Oh, vamos... -Él guardó sus manos en sus bolsillos y miró a un lado. –Todas las amistades tienen sus caídas. Pero nosotros somos camaradas. ¿Aún me guardas rencor? Te recuerdo que me mandaste a la cárcel.

-Sí, y después maté a tres personas y volé un banco para que tú no tuvieras que huir más.

-No lo hiciste por mí, mentirosa. –Siguió jugueteando como si yo no sintiera que aquel encuentro era un grotesco circo del que surgían risas causadas por un crimen atroz. –Lo hiciste por la hija de Woods. Ya todos lo hemos descubierto. –Se me vino la imagen de Lexa a la cabeza y un vacío hizo que mi pecho se hundiera como si una piedra enorme hubiera caído sobre él.

-Wallace, cállate y vete.

-Por favor, tienes que al menos escuchar mi propuesta. No me iré hasta que lo hagas.

-No.

-Por favor, te prometo no volver a mencionar a tu princesa otra vez. –Yo me erguí y le miré fijamente. Él me dedicó una mirada interrogativa y yo me resigné, apoyando ambas manos sobre la barra que separaba el salón (donde él estaba), de la cocina (donde estaba yo).

-Qué quieres. –Le obligué a responder.

-He visto ahí detrás tus vinilos de Wagner. ¿Sabes que esa era la música que Hitler escuchaba?

-Wallace, habla.

-Bueno, verás. Están investigando todo otra vez, porque aparentemente se han dado cuenta de que quien murió en la explosión no fue la misma persona que asaltó el banco. Porque, aunque las cámaras explotaron, muchas personas recuerdan haber visto a un chico que nunca salió de allí. Y no salió porque lo mataste tú.

-¿Y qué? Aunque sepan que no fue él, jamás podrán saber que fui yo, ni cómo buscarme, ni cómo encontrarme porque no tengo nombre.

-Es cierto, es cierto. –Dijo él resignado. –Pero si se descubre que todo aquello fue un montaje, volverán a investigar a Jaha, es decir, que volverán a investigarme a mí. Y si vuelven a investigar a Jaha, Woods está bastante jodido, eso quiero decir que tu princesa está bastante jodida.

-Sabes que no. No hay relación entre Jaha y lo que pasó en el banco.

-Él tomó nombre de la mitad de la empresa que pertenecía a Murphy y a Collins.

-Pero el contrato lo elaboró Woods, así que en cualquier caso él sería el investigado.

-No. Jaha tiene a mucha gente agarrada de los huevos, y se buscan muchas oportunidades de joderlo, y esta es una, y muy grande.

-¿Qué quieres que haga? –Suspiré.

-Tienes que venir a América y descubrir quién está pasándole información a la policía. Porque nosotros tenemos un topo dentro que no tiene ni idea de cómo se enteran de las cosas.

-¿Volver a América? –Traté de relajar mi respiración. Volver a Amércica era jugar con fuego, no estaba segura de poder contenerme de ir a verla a Ella. Y no quería, porque entonces nada de lo que había hecho hasta entonces valdría la pena en absoluto. -¿Y qué pasará si decido no ir?

La especialistaWhere stories live. Discover now