Capítulo 10

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No se tenían más que la una a la otra. Despertaban cada día, aferradas al cuerpo de la otra como a un refugio de piedra- Lexa se sentía a salvo y Clarke se sentía salvada. Lexa necesitaba a Clarke más de lo que podía soportar, y, estar un segundo sin estar entre sus brazos, era un segundo sin respirar. Puede que sí tuvieran que haber parado cuando aún podían, porque ya era demasiado tarde. Lexa miró a Clarke desde el sofá, pensando en lo que experimentaba cada vez que lo hacía.

-Clarke, estoy enamorada de ti. –Clarke se giró rápidamente a mirarla, como si hubiera oído un estruendo saliendo de sus labios

-¿Cómo es que sabes eso?

-¿Cómo lo sabes tú? ¿No estás enamorada de mí? –El silencio de Clarke la desconcertó. -¿Has estado enamorada alguna vez?

-Sí.

-¿Y qué pasó?

-Murió. –A Lexa se le despegaron los labios e intentó respirar, pero sobre el pecho sentía un peso colosal que no la dejaba ensanchar el cuerpo.

-Lo siento.

-Yo te quiero. –Le dijo Clarke. –Sé que te quiero, más que a nada de lo que he querido nunca. Así que deja de pensar en lo que hubo antes de ti; porque realmente no es nada.

-¿Me quieres? –Sonrió.

-Sí.

-¿Cómo saldremos de esta?

-Encontraré una forma. –Sonrió. Lexa se sentó junto a ella y se acurrucó entre sus costillas y su brazo.

-Podríamos ir a París, o a Praga. Y dejar todo esto atrás, y empezar de nuevo... Conseguir un trabajo... -No funcionaba así. No podían entrar ilegalmente en un país y empezar a trabajar como si nada pasara. Pero quería dejar soñar a su princesa. Besó su frente y la abrazó.

Y no quedaba ya mucho para el juicio. Wallace insistía en no saber nada sobre el paradero de Lexa, aunque habían investigado su posible asesinato, al carecer de indicios; cadáver, sangre, cabellos... No podían imputarle los cargos. Jaha le pagó un buen abogado, uno reconocido en el país, para defenderle en el juicio que se celebraría poco después de Navidad.

-Clarke. –Susurró Lexa.

-Dime. –Respondió besando su hombro desnudo.

-Quiero hacerte una pregunta, pero prométeme que serás sincera, no importa cuál sea la respuesta. –Clarke suspiró, sabiendo lo que se le venía encima.

-Está bien.

-¿Qué pasará después del juicio? –Clarke la abrazó con fuerza. Cada vez que se le venía a la cabeza algo relacionado con Wallace, se imaginaba a Lexa lejos de ella. Se sentía perderla, después de los años de sufrimiento que le había costado encontrarla... No quería soltar a Lexa bajo ningún concepto, no ahora que todo sabía tan bien dentro de esa cárcel victoriosa.

-A no ser que el juez decida no aceptar un soborno de la mafia, cosa que dudo mucho, Wallace se librará de la cárcel. Cuando eso pase, transcurrirán alrededor de dos meses hasta que empiecen a planear la muerte de tu padre, de una forma escandalosa pero limpia, sin sicarios, sin balas a quemarropa. Algo limpio y calculado, que cause revuelo para que todos se enteren de que no se puede jugar con Jaha. Eso, si no te encuentran a ti antes. Si nos encuentran, nos matarán. O me matarán a mí y a ti te utilizarán para hacer daño a tu padre... No sé lo que serían capaces de hacer contigo. –Dijo con rabia.

-¿Y qué vamos a hacer?

-Esperar. Esperar al veredicto y después huir. Una vez salga el juicio encontraremos a alguien que pueda ayudarnos a salir del país. Ahora nadie quiere, todos tienen miedo de Jaha. Nos iremos de aquí.–Lexa se acurrucó en el hueco que formaba el pecho de Clarke y dejó caer una lágrima sobre la mano de Wanheda. –No llores, por favor.

La especialistaWhere stories live. Discover now