-Wanheda. -Respondió casi inanimada.
-Wanheda, dónde estás. -Exigió la voz de Cage en otro lado del teléfono.
-En mi casa.
-¿Por qué no estás vigilando a Lexa?
-Acaba de marcharse. -Respondió con dolor.
-Wanheda, no encontramos a Bellamy. Le hemos perdido de vista.
-¿Qué? -Se asustó, otra vez.
-¡Sal ahora mismo y encuentra a Lexa antes de que lo haga él! No podré mantener calmado a Jaha durante mucho tiempo.
Clarke se calzó una chaqueta, el arma en el pantalón y salió una última vez, para acabar con todo el juego en el que su historia había empezado. Iría y zanjaría cada cosa que la había llevado al encuentro de Lexa, empezando con un cerrajero farsante. Y ahí, cuando Lexa estuviera a salvo de una vez y para siempre, su historia de amor habría acabado.
Notó cómo el taxi se detenía antes de tiempo, mucho antes de llegar a su casa, como le había indicado al conductor. Giró la cabeza para reclamarle que aún no debía detenerse, pero entonces vio delante del lluvioso parabrisas a dos hombres, y uno de ellos enseñaba una placa policial y apuntaba al taxista con un arma.
-¡Policía! ¡Bájese del vehículo ahora mismo!
-¡Llevo a una pasajera! -Repuso él abriendo la puerta y alzando las manos.
-¡Bájese! -El taxista obedeció. Lexa estaba paralizada, observando la escena. No importa la cantidad de veces que su vida hubiera estado en peligro, seguía asustándose y quedándose petrificada cada vez. Por un momento, la confusión la abrumó, pero no tardó en darse cuenta de quiénes eran y lo que querían de ella. Ambos se subieron a la parte delantera del coche, dejando marchar al taxista.
-¡No diré nada! -Dijo Lexa. -¡Da igual lo que me hagan, no hablaré! Así que será mejor que me dejen marchar. -Ambos voltearon a mirarla, y se sonrieron el uno al otro sin darle respuesta. -¡No tienen ni idea de lo que hacen! -Amenazó en un intento de apabullar a aquellos sujetos.
-Pobre niña rica, es formal hasta con los secuestradores. -Rio el acompañante del policía, el que estaba en el asiento del acompañante.
-Si la persona que me protege se entera de esto, pueden darse por muertos. ¡Es mejor que me dejen ir! -Volvió a amenazar. León estaba alerta, ladraba y gruñía. Lexa quiso calmarlo, sería mucho peor si tenía un accidente de tráfico.
-¿Estás hablando de Wanheda? -Preguntó sonriendo el acompañante. Era moreno, delgaducho, no parecía ser policía. -Viendo cómo la has dejado, ahí, delante de su casa, dudo que quiera hacer algo... Si es que se entera de que estamos llevándote. -A Lexa la corroyó una enorme culpa. Sí, eran extraños, juzgándola sin saber su historia. Pero en el fondo de su corazón les dio la razón... ¿Es que acaso iba a salvarla después de que la hubiera abandonado?
-Ella vendrá igual. -Musitó, más para sí que para ellos. -Ella me quiere. -Susurró. Entonces, antes de que pudiera cuestionarse si la verdadera razón por la que dejaba a Clarke era ciertamente falta de confianza, o en realidad rencor, sintió un fuerte impacto que desbarató el vehículo, haciéndolo derrapar contra un semáforo. León se incorporó y empezó a ladrar violentamente y Lexa, presa de una confusión histórica, volvió a paralizarse. Entonces, a su izquierda, observó el coche de Clarke, y a Clarke saliendo de él. Era como un ángel violento, sucio y empapado por la lluvia. Un ángel armado y asesino, y venía a salvarla.
Clarke aprovechó la nube de desconcierto que respiraban Jasper y Bellamy a causa del choque en la intersección de las calles, y se bajó rápidamente, abriendo la puerta del conductor del taxi y tirando del brazo de Jasper para sacarlo.
YOU ARE READING
La especialista
FanficClarke Griffin lleva una solitaria vida como mecánica. Lexa Woods es heredera de una enorme fortuna. Un día, sus mundos se cruzan. AU