Capítulo 27

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-Wanheda. -Respondió casi inanimada.

-Wanheda, dónde estás. -Exigió la voz de Cage en otro lado del teléfono.

-En mi casa.

-¿Por qué no estás vigilando a Lexa?

-Acaba de marcharse. -Respondió con dolor.

-Wanheda, no encontramos a Bellamy. Le hemos perdido de vista.

-¿Qué? -Se asustó, otra vez.

-¡Sal ahora mismo y encuentra a Lexa antes de que lo haga él! No podré mantener calmado a Jaha durante mucho tiempo.

Clarke se calzó una chaqueta, el arma en el pantalón y salió una última vez, para acabar con todo el juego en el que su historia había empezado. Iría y zanjaría cada cosa que la había llevado al encuentro de Lexa, empezando con un cerrajero farsante. Y ahí, cuando Lexa estuviera a salvo de una vez y para siempre, su historia de amor habría acabado.

Notó cómo el taxi se detenía antes de tiempo, mucho antes de llegar a su casa, como le había indicado al conductor. Giró la cabeza para reclamarle que aún no debía detenerse, pero entonces vio delante del lluvioso parabrisas a dos hombres, y uno de ellos enseñaba una placa policial y apuntaba al taxista con un arma.

-¡Policía! ¡Bájese del vehículo ahora mismo!

-¡Llevo a una pasajera! -Repuso él abriendo la puerta y alzando las manos.

-¡Bájese! -El taxista obedeció. Lexa estaba paralizada, observando la escena. No importa la cantidad de veces que su vida hubiera estado en peligro, seguía asustándose y quedándose petrificada cada vez. Por un momento, la confusión la abrumó, pero no tardó en darse cuenta de quiénes eran y lo que querían de ella. Ambos se subieron a la parte delantera del coche, dejando marchar al taxista.

-¡No diré nada! -Dijo Lexa. -¡Da igual lo que me hagan, no hablaré! Así que será mejor que me dejen marchar. -Ambos voltearon a mirarla, y se sonrieron el uno al otro sin darle respuesta. -¡No tienen ni idea de lo que hacen! -Amenazó en un intento de apabullar a aquellos sujetos.

-Pobre niña rica, es formal hasta con los secuestradores. -Rio el acompañante del policía, el que estaba en el asiento del acompañante.

-Si la persona que me protege se entera de esto, pueden darse por muertos. ¡Es mejor que me dejen ir! -Volvió a amenazar. León estaba alerta, ladraba y gruñía. Lexa quiso calmarlo, sería mucho peor si tenía un accidente de tráfico.

-¿Estás hablando de Wanheda? -Preguntó sonriendo el acompañante. Era moreno, delgaducho, no parecía ser policía. -Viendo cómo la has dejado, ahí, delante de su casa, dudo que quiera hacer algo... Si es que se entera de que estamos llevándote. -A Lexa la corroyó una enorme culpa. Sí, eran extraños, juzgándola sin saber su historia. Pero en el fondo de su corazón les dio la razón... ¿Es que acaso iba a salvarla después de que la hubiera abandonado?

-Ella vendrá igual. -Musitó, más para sí que para ellos. -Ella me quiere. -Susurró. Entonces, antes de que pudiera cuestionarse si la verdadera razón por la que dejaba a Clarke era ciertamente falta de confianza, o en realidad rencor, sintió un fuerte impacto que desbarató el vehículo, haciéndolo derrapar contra un semáforo. León se incorporó y empezó a ladrar violentamente y Lexa, presa de una confusión histórica, volvió a paralizarse. Entonces, a su izquierda, observó el coche de Clarke, y a Clarke saliendo de él. Era como un ángel violento, sucio y empapado por la lluvia. Un ángel armado y asesino, y venía a salvarla.

Clarke aprovechó la nube de desconcierto que respiraban Jasper y Bellamy a causa del choque en la intersección de las calles, y se bajó rápidamente, abriendo la puerta del conductor del taxi y tirando del brazo de Jasper para sacarlo.

La especialistaWhere stories live. Discover now