El castaño se decidió a mirar a los guardianes Vongola con seriedad, podía jurar que las pocas esperanzas que quedaban en ellos para que sus disculpas funcionaran con él por todo el daño ocasionado fueron desapareciendo junto al brillo de sus ojos.
La puerta se abrió lentamente, como pidiendo permiso para ingresar, y ahí aparecieron Nono, Reborn y Phantom, con miradas severas en sus rostros, de las cuales nunca acostumbraba a ver en su tutora.
El anciano se acercó más a él, pidiéndole el anillo que ahora sólo existiría como el recuerdo de lo que alguna vez había sido una mafia importante e influyente en el mundo, era claro que la primera generación no aceptaría otro portador del cielo que no fuera Tsuna, y como se negaba rotundamente a dejar a sus amigos que nunca le habían hecho daño por otros que sí, era obvio que ese sería el final.
El castaño se lo entregó, miró por última vez atrás, la caja-arma del cielo se encontraba sobre la camilla que había sido de Hiroyuki antes de haber sido arrestado por los Vindice.
Sus ojos se abrieron realmente como dos platos, él sí apreciaba a ese pequeño leoncito después de todo, de hecho no era un mal chico, sólo tenía malas crianzas, aunque no podía justificarse de esa manera.
Sawada se retiró de ahí con un simple "vamos" a su tutora, que lo siguió de cerca, mientras se reencontraban con sus guardianes, los Vongola lloraban en sus internos, algunos simplemente se dejaron ser.
Sintieron cómo cada paso, era ver a su cielo partir lejos, y que nunca volvería, que jamás volvería a dedicarles esa cálida y dulce sonrisa a ellos, porque la traición nunca se perdona...
Ciao.
No, tranquilos, este no es el final, el final está en el epílogo, sí, muy raro.
Tengo miedo, siento que la cagaré mucho y no les gustará. Tengo mucho miedo de decepcionarlos con el final, porque realmente siempre que acabo una historia lo hago mal, no sé.
Necesito todo su apoyo <3
ESTÁS LEYENDO
Tsuna, no eres el décimo
Hayran Kurgu«Las peores traiciones vienen de aquellos en quiénes más confiamos» Una vez más, Tsuna había decidido ignorar a esa voz en su cabeza, que generosamente quería evitar una tragedia próxima. Confiaba tanto en sus amigos que no podía esperarse de su par...