II| RUMORES

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Hinata

Había olvidado por completo el hogar de su Padre.

Sube a pasos lentos las escaleras de mármol que resplandecen gracias al sol de media tarde mientras que sus queridas esclavas llevan todas sus pertenencias.

Su frente está en alto, sus manos estiradas, su cuerpo tiembla un poco y se muerde el labio en forma de nerviosismo cuando ve la multitud de personas que le dan la bienvenida su nuevo hogar.

Esclavos con pocas ropas, ayudantes de su Madrastra y más la miran con los ojos vacíos y sin ningún indicio de que es bien recibida allí y sabe, perfectamente, el por qué: su Padre los obligó, no obstante, de todas maneras, ¿cómo pueden negarse a eso? Hay cientos de rumores que corren por toda Roma que cuentan que si desobedeces al Emperador él te manda directamente a los calabazos de su hogar para implorar que no te quiten la vida uno de sus Guardias o Gladiadores...

Recorre grandes pasillos de granito y jardines con hermosas flores de temporada, los Dioses han sido muy generosos con la lluvia y el alimento estas últimas lunas, pero no todo el tiempo será así, vendrán las sequias, el poco alimento, por eso hay que empezar a guardar vino y agua para sobrevivir.

Varios esclavos agachan sus cabeza en forma de respeto cuando esa chica desconocida de largo cabello negro-azulado, piel de porcelana y ojos bastantes únicos pasa a su lado y ella les devuelve el saludo sin dudar.

Llega hasta un hogar construido en medio de todo.

Recorre un pasillo estrecho color azul subido con varias figuras de yeso que son sus familiares pasados como decoración, sus esclavas se quedan atrás mientras que un par de cortinas se cierras atrás de ella gracias a un par de guardias que cuidan el lugar todo el día.

El vaho de las aguas calientes se estampan en su rostro, observa todo el alrededor e inmediatamente sabe que es el pequeño espacio de su Padre donde no es controlado por su "amada".

Hiashi, El Grande, está sentando en una gran silla con cojines traídos desde la India y tiene los ojos cerrados por los masajes en sus pies que hace su esclava, esta última, cuando ve a la hija del Emperador, seca los pies para después marcharse con la cabeza agachada en forma de respeto.

Él, inmediatamente, se levanta y se acerca lentamente.

—Lamento lo de tu Madre—murmura, besando la frente de la menor y sonriendo solo un poco.

Hinata, sin más que hacer o decir, asiente, ve directamente eso ojos grisáceos y de inmediato nota que su Padre no ha podido dormir bien en días.

—Yo lamento tu perdida también.

Hiashi asiente con un atisbo de tristeza en rostro y ella sabe que le está recordando lo sucedido porque su mirada se pierde en la nada.

La Guerra le ha quitado a su hijo menor y no sabe qué hacer con esa culpa.

Finalmente suelta un suspiro, entrelaza su mano con la de la peli azul y empiezan a caminar hacia la salida de su "recinto".

—Hemos perdido algo que amábamos, pero sobreviviremos juntos, ¿no es así?

Hinata no dice nada.

Llegan a una terraza llena de flores y estatuas y que todo Roma se observa desde ese punto, ella desea con todas sus fuerzas que su viejo hogar también.

—¿Cómo esta Lilith?

El Emperador se queda como piedra cuando quiere sentarse en una silla, segundos después, cuando la estupefacción se va, dijo:

—Está en nuestra habitación, llorando la perdida de nuestro hijo, pero sé que él ya está bien, disfrutando fiestas y mujeres en donde sea que este.

Hinata niega con la cabeza a la vez que hace una media sonrisa, no conoció a su hermano menor, pero ojala lo hubiera hecho.

—Hija...— Hiashi se aclara la garganta y toma las manos de su pequeña—... ¿sabes por qué estás aquí conmigo?

Ella asiente, sentándose enfrente de su Padre con un porte serio y mordiéndose la lengua para no decir alguna tontería.

—Sabes que serás la sucesora de todo Roma, ¿verdad?

Por la mirada en blanco de su hija mayor continua:

—¿Acaso tu Madre nunca te lo dijo?

Hinata se levanta, va directamente a la terraza y abajo de sus pies hay casas de los Guardias y un poco más allá las casas que conforman Roma y más allá no hay nada por el cual regresar.

—Por supuesto que me lo dijo—espetó ella, arrancando una rosa con espinas— y varias cosas más, y entre ellas esta que la cambiaste por Lilith, nos dejaste encerrada en aquella enorme villa y solo nos visitabas cuando querías acostarte con ella, estábamos solas y sin poder salir a las calles porque te "avergonzamos" cuando debería ser Lilith la que te avergüence por su pasado... ¿No sabes que Hanabi prefiere quedarse como Esclava en nuestro hogar que vivir aquí?

—Le he dicho que puede quedarse—suspira—, he tratado de convencerla de que no le faltara nada a las dos...

—Te equivocas—lo interrumpe Hinata, dándose la vuelta—nos falta nuestra Madre.

Se muerde el labio cuando su Padre no dice nada, camina hacia el Recinto de su Padre, sus esclavas se paran cuando la miran salir, sin embargo ella les hace una seña de que no lo hagan, gira a la izquierda y no a la derecha donde está el pasillo "Familiar", en minutos aparece una sala rodeada de pilares, espadas y armaduras que usan los Guardias que son de oro y plata, estaba a nada de abrir una enorme puerta con el emblema de su familia, no obstante una mano se cierne sobre la suya dándole un escalofrió en todo su cuerpo.

—Eres como tu madre: hermosa, malhumorada y curiosa— su Padre le besa su mejilla con delicadeza, para después jugar con su cabello—, no querrás ir ahí dentro.

Mirando de reojo esa puerta, Hinata, murmura:

—¿Por qué?

Él sonríe de una forma espeluznaste.

—No quieres verlos morir.

Y ahí se da cuenta de que los rumores son ciertos. 

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¡Aquí el capítulo dos! 

¡No duden de votar y comentar! 

¡Nos vemos pronto! :D 

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